Ató su cabello en una coleta alta como de costumbre tratando que las ondas enruladas que caían por sus hombros no quedaran sueltas, su trabajo era lo más importante para ella actualmente y en lo único que planeaba enfocarse por un buen tiempo hasta decidirse sobre qué carrera debería seguir, quizá para algunas personas era inadecuado que una jovencita sin hijos solo trabajara y ahorrara en vez de estudiar pero eso no tenía real importancia para ella pues no se lo tomaba tan a la ligera. Quería decidirse por algo que realmente la apasionara y a lo que se pudiera entregar por completo como acostumbraba hacer con todo aquello que la inspiraba, esa era su manera de actuar, no conocía otro modo de vivir que no fuese intensamente.
- ¿Cómo has estado Sonata? - Preguntó animada su amiga más cercana y compañera de trabajo interrumpiendo sus pensamientos. Que fácil se le hacía volar sin importar el lugar en el que estuviera.
- ¡Sonia! Te extrañé mucho. - Le expresó corriendo a abrazarla un momento. El fin de semana había estado aburrido y además de comer, dormir y ver un rato la televisión otra cosa interesante no se le presentó.
- Lo sé, lo sé. Pero este fin de semana si que no te me escapas, ¡Iremos a beber un buen rato! - Anunció entusiasta la morena de cabello rizado.
- No lo sé Sonia, hace tiempo que no salgo y no es como que me encuentre de ánimos realmente como para hacerlo. Pero podemos ver una película y conversar un rato en casa. - Propuso elevando ambos pulgares con entusiasmo. Entusiasmo que ni ella se creía y que su amiga definitivamente tampoco.
- ¡Vamos So! ¡Ánimo! Tienes que soltar el pasado de una jodida vez mujer, eso ya pasó. Comienza a ver a alguien más, sal conmigo, vuelve a ser la sociable y alegre Sonata que solías ser ¿sí? - Rogó juntando sus manos como si estuviese elevando una plegaria, otra cosa que mi amiga tampoco hacía.
- ¿Cuál pasado Sonia? ¿De qué hablas? - Se defendió molesta, odiaba que tocara nuevamente el tema. - Te digo la verdad, solo no quiero salir y tampoco tengo ánimos, punto. - Quiso finalizar el tema pero conocía lo suficientemente bien a la cubana como para saber que no lo daría por terminado tan fácilmente. Le dio la espalda en busca de la libreta que la aguardaba sobre la mesada de aquella inmensa cocina para otro día lleno de innumerables pedidos. "Tú puedes, tú puedes." se mentalizaba siempre.
- No lo has olvidado.. ¿verdad? - Le preguntó Sonia colocando una mano sobre su hombro, sintiéndose realmente preocupada por ella. Ya habían pasado dos estaciones desde que su amiga perdió el corazón por alguien y al parecer algo más, su alegría.
- Logró atraparme por completo, me mostró el modo en que deseaba ser amada. - Susurró entre suspiros. - No me arrepiento pero eso no volverá a repetirse. - Esta vez empleó un tono de voz más firme tratando de mostrarse segura de sus palabras, aquellas que ni ella misma podía creerse.
Su amiga la hizo girar manteniendo su agarre en los hombros de ella.
- Eso te lo creeré cuando algún día se presente nuevamente la oportunidad de verlo y definitivamente no titubees. - Sonata solo pudo blanquear sus ojos como respuesta.
- ¡Ya, ya! Basta de tonterías, a trabajar que por las voces que escucho en el salón, creo que ha comenzado a llegar gente. - Desvió al fin la conversación como acostumbraba hacer.
De inmediato su amiga fue en busca de su libreta para tomar los pedidos y juntas se adentraron a la sala para comenzar a atender a los clientes. Otra vez, con el corazón hecho un nudo por un amor del pasado.
. . . . . . . .
- Dos pizzas con muzzarella para la mesa cinco, dos platos de fideos al pesto para la mesa diez. - Pidió la morena al volver a la cocina mientras dejaba los papeles de encargos en el tablero de los cocineros después de una hora cargada e intensa. No es como si no estuviesen acostumbradas a ese ritmo de trabajo pero es que el calor en esa época no estaba siendo su mejor aliado.
- ¿Terminaste con los pedidos? - Preguntó Sonata desde su silla alta en donde no hacía menos de cinco minutos que se hallaba sentada acabando con los deberes propios.
- Si, al fin. Que agotador es esto, necesito una cerveza. - respondió golpeándose los hombros para alivianar la tensión en sus músculos. Sonata solo pudo reír ante los clásicos comentarios de ella.
- ¡Un pedido en la mesa diez! - Anunció la recepcionista interrumpiendo la breve conversación entre las jovencitas.
Luego de largar un par de maldiciones se dispuso a ir a atender.
- Deja, voy yo. - La detuvo Sonia encaminándose nuevamente hacia el comedor mientras se acomodaba el delantal. Sonata le sonrió sinceramente agradecida, de repente no se sentía de ánimos ni como para salir de esa cocina y algunos recuerdos volvían a asomar por su mente para quitarle la calma.
. . .
- Mm. . " sólo somos amigos" ¿recuerdas? - Mencionó el joven dando un paso más hacia ella. De repente el espacio en la habitación parecía haberse reducido y el aire dejaba de correr dentro de esta. Su pulso se había acelerado de golpe y la saliva se le había vuelto espesa.
La tensión se podía casi palpar entre esas cuatro paredes y es que estaban conteniéndose con desesperación al ver que sus esfuerzos eran en vano, acabarían cediendo de nuevo, lo sabían.
- Tú dices, "sólo somos amigos" pero los amigos no conocen su sabor. - Se atrevió a contestar dando un paso hacia él, poniéndose de puntillas para alcanzar su rostro aproximándose peligrosamente a sus labios.
. . .
- Sonata, ¿me alcanzas esos platos de sobre la mesada? - Le pidió uno de los encargados de la comida que debía emplatar el siguiente platillo para la mesa diez.
- ¡Claro! En seguida. - Contestó rápidamente yendo a recoger lo pedido mientras se reprendía internamente por permitirse tales pensamientos de nuevo y aún peor en el trabajo. Tomó el par de platos de sobre de la mesada como le habían mandado y se acercó hasta el chef para dejárselos cuando su amiga llegó de repente a hablarle, se notaba la urgencia en sus palabras.
- ¡Sonata! ¡Sonata! - Corrió la rizada hasta ella.
- Espera Sonia, estoy con el sub chef ahora. - Contestó. - Chef, los platos. - Le habló al mayor haciéndole saber que ya había traído lo encargado.
- Gracias, So. Sostenme uno mientras emplato este ¿si? - Pidió amablemente el encargado de armar cada platillo.
- Claro. - Volvió a contestar ella aguardando a que terminara con lo que hacía mientras tenía a una alterada Sonia demandando atención a su lado.
- ¡Que me escuches Sonata! ¡Es importante! - Insistió.
- Que esperes te digo, Sonia. - Refutó Sonata comenzando a perder la paciencia.
- Sonia, aguarda un momento. - Respondió con tranquilidad y firmeza el sub chef mientras se mantenía absorto aún en su labor.
- Sí chef, perdone. - Se disculpó molesta la morena por la poca importancia que su amiga le daba a sus palabras y es que debía advertirle por todos los medios de lo que vería cruzando esa sala. Esta vez decidió acercarse al oído de ella para susurrarle y que de una vez por todas se diera por enterada de lo que sucedía.
- Sonata, allá en el salón. . Está Marcos. -
Sonata se quedó estupefacta ante aquello. Abriendo sus ojos con incredulidad, pasando saliva con dificultad, sus manos casi voltean el plato que sostenían. Afortunadamente Sonia fue más rápida y logró salvarlo de hacerse trizas en el suelo.
No podía creerlo, estaba en shock, la impresión para ella era demasiada.
- ¡Sonata! ¡Sonata! - Intentó sacarla de ese estado la morena pero ella parecía simplemente no poder escucharla.
- ¿Estás bien? Sonata, dime ¿estás bien? - Insistió reiteradas veces el sub chef Mateo al verla en ese estado.
No, ya no lo estoy.
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¿𝑩𝒂𝒊𝒍𝒂𝒎𝒐𝒔 𝑺𝒐𝒏𝒂𝒕𝒂? ©
Teen Fiction𝑫𝒆𝒃𝒆𝒓𝒊́𝒂 𝒆𝒔𝒕𝒂𝒓 𝒉𝒖𝒚𝒆𝒏𝒅𝒐 𝑦 𝒉𝒂𝒄𝒆𝒔 𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒊𝒈𝒂 𝒗𝒐𝒍𝒗𝒊𝒆𝒏𝒅𝒐 𝒂 𝒕𝒊. 𝘩𝑎𝑙𝑙𝑎́𝑛𝑑𝑜𝑚𝑒 𝒄𝒐𝒎𝒑𝒍𝒆𝒕𝒂𝒎𝒆𝒏𝒕𝒆 𝒔𝒐𝒍𝒂, 𝒊𝒓𝒆́ 𝒂 𝒃𝒖𝒔𝒄𝒂𝒓𝒕𝒆 𝒚 𝒆𝒔𝒑𝒆𝒓𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒔𝒊𝒈𝒏𝒊𝒇𝒊𝒒𝒖𝒆 𝒂𝒍𝒈𝒐 𝒑𝒂𝒓𝒂...