Prólogo

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-No entiendo por qué todo es tan difícil –digo con los pies apoyados en la pared mientras observo el impoluto techo blanco.

-No es que sea difícil, Abs, es que es una mierda –dice él sentado al otro lado de la habitación.

Me giro y me siento en la esquina de mi cama, mirándole.

-Sí, tienes razón –coincido.

Levanta la cabeza de su libro y me mira.

-¿Acabas de decir que tengo razón en algo? –dice confuso.

Yo me acerco a la cómoda y agarro una camiseta de pijama y unas bragas.

-No te acostumbres –digo. Agarro mi neceser de ducha y salgo al pasillo.

Voy a las duchas y me doy una ducha helada. Al volver a mi habitación compartida, me encuentro al chico de cabello cenizo y ojos azul profundo en el ordenador hablando con su mejor amigo.

-Mañana me pido yo el ordenador –digo dejando el neceser en su sitio.

Se encoge de hombros y ni siquiera se molesta en mirarme.

-Como quieras –dice mientras sigue escribiendo en el teclado-, yo he quedado con mi novia.

La espina de la indiferencia se me clava un poco más en el pecho, agarro mi teléfono de encima de la cómoda y me meto en la cama.

¿Quién me mandó ir a la universidad y pillarme de otro imbécil?

Antes de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora