15 de octubre 2018
Despierto con un terrible dolor de cabeza y mal genio. Creo que anoche me pasé un poquito con los gin-tonics y esto no lo salva ni el bendito dios del café. Mis amigas son una mala influencia porque embriagarse un domingo, sin dudas, es una pésima decisión. Tacho eso de mi lista de cosas por hacer los domingos.
La idea de tener que trabajar aumenta mi miseria y no me anima para nada a salir de esta cama. Más si se trata de una sesión para un PhotoBook. Muchas veces ese tipo de trabajo es para algún modelo que está comenzando y algunos tienen sus conductas bastante especiales. Para identificarlos ya tengo mis métodos:
Los mimados de papá: Sujetos que se han metido por la nariz toda la fortuna familiar. Con estos debo ser muy pero que muy paciente para no aplastarles el trípode en la cabeza.
Los descarados narcisistas: Individuos que, cuando les pides que se desvistan para alguna sesión, ya me visualizan en sus camas. Casi siempre carentes de materia gris.
Los profesionales: Seres perfeccionistas como yo, que son todo encanto y seriedad en lo que hacen. Suerte para mí que existen ya que por ellos merece la pena seguir haciendo este tipo de trabajos.
Estos últimos, casi siempre, llaman personalmente para entrevistarme y asegurarse de que soy una profesional. En cambio, a los demás, solo los conozco el día de la sesión porque se lo dejan todo a su representante limpia traseros. Estas categorías también aplican para las féminas, por supuesto.
Con estas clasificaciones no quiero ser despectiva ni muy... Estefanía, pero es que en este mundo hay que tener la mente clara y los pies en la tierra.
Después del sagrado café de la mañana y un par de analgésicos para calmar la resaca, me doy un baño rápido. Sin deseo alguno me hago una cola alta como puedo. Mi cabello color naranja-rojizo está más estresado que yo, y eso es mucho decir. En Miami hace un calor del demonio, por lo que casi todo mi armario es de ropa bien pequeña. Así que elijo un vestido veraniego y unas zapatillas blancas. Un poco de brillo labial y salgo de mi apartamento. No necesito auto para llegar a mi destino ya que queda a pocas cuadras de distancia.
Mi negocio es pequeño pero acogedor. Cuenta con una recepción a la entrada y seguido se encuentra el estudio fotográfico. La decoración es muy a mi manera, sencilla. Las paredes son blancas y en ellas se exhiben algunos trabajos míos de los que me enorgullezco. No siempre fui independiente. Antes trabajaba para una muy buena compañía de publicidad que me abrió muchas puertas. Gracias a ellos cuento con gran prestigio y la falta de clientes no es un problema. Con algunos ahorros, además de la ayuda de mis abuelos, pude hacer mi sueño realidad y empezar mi propio negocio.
Llego y rápidamente me dispongo a preparar todo para la sesión de hoy. Como si estuviera en modo automático, coloco las luces y el filtro.
Marie, mi única empleada, llega con su torpeza de siempre y comienza a desesperarme. Sé que debo contratar a más personal, pero por el momento no he tenido tiempo de preparar entrevistas. Por lo tanto, me debo conformar con una chica un poco torpe pero eficiente.
Es rubia de ojos color cielo y su carita es redonda. Baja de estatura y posee una belleza particular. Tiene lo justo en el lugar exacto de su anatomía. La apode Campanilla, porque ella es así, desquiciante e hiperactiva. Además, físicamente es clavada al dibujo animado.
—Marie, deja de tirar las cosas que las vas a romper— digo un poco cortante.
—Lo siento, jefa, fue sin querer—se disculpa.
—¡Aja, sin querer me hicieron a mí y mira la edad que tengo!
—¿Qué? —pregunta un poco desconcertada.
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KEEP FOCUS
ChickLitLa fotografía es, según la Wikipedia, el arte y la técnica de obtener imágenes duraderas debidas a la acción de la luz. Para Estefanía Hernández el concepto es otro, se trata de su vida, su esencia, su escape y sobre todo su amor verdadero. Pero no...