Trabajo en una posada de estilo japonés encargándome del aseo y las habitaciones cada día. Uno pensaría que se trata de un trabajo poco interesante. Sin embargo hoy, lo interesante estaba por llamar a la puerta.
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—Buenos días.
Kiyomi me saludó sin despegar la vista de aquello en lo que andaba muy concentrada.
—Muy buenos días, ¿de nuevo andas con eso del horóscopo?
—No. Ando escribiendo un manga.
—Oh, ¿de qué trata?
—Es una historia... basada en hechos reales.
—¿Histórica? —pregunté, luego de echar un vistazo a los dibujos sobre su mesa.
Kiyomi se echó a reír.
—¿Qué tiene de gracioso? Lo decía por el estilo de la arquitect... ¡Espera! ¡¿Es este ryou?!
Comencé a levantar los papeles revelando, escena a escena, lo ocurrido la noche anterior. Me quedé pasmado ante el dibujo de mi propio rostro espiando por la franja. Sudé frío. Era como si viese un espejo.
—Esto es... esto es...
—Wow, eres la primera persona que ha visto mi trabajo y te he dejado sin palabras.
Y es que no encontraba palabras civilizadas para canalizar mi reacción en buenos términos.
—¡¿Tienes idea de lo que has hecho?!
—Oh, sí. Me llevó un tiempo encontrar los lugares propicios para colocar las cámaras. Incluso tuve que ahorrar durante meses para conseguir una que pudiera resistir la humedad del onsen... pero valió la pena: ¡Mira!
La pantalla de su teléfono mostró la silueta de Satoshi deslizándose lentamente hacia abajo, ensamblándose en mi erección (lo que, por fortuna, ocurría bajo el agua).
—Se ve bastante nítida, ¿verdad?
—Si alguien encuentra esos videos estarás en grandes problemas, ¿lo sabes?
—Sí, ciertamente los tendremos —se llevó el índice a la boca en un ademán de falsa preocupación—. Por lo tanto... a partir de ahora seremos camaradas. Después de todo, no soy la única que estaba espiando lo que no debía, ¿a que no? Aunque tú fuiste mucho más allá —rio.
¿Cómo podía ser tan descarada? Aunque, viéndolo de otra forma, ¿acaso no era yo un hipócrita?
—Bien, como tu "camarada", déjame aconsejarte que lo mejor para ambos sería destruir la evidencia que nos inculpa, ¿no te parece?
—No. Eso aún no lo podemos hacer. Aún no he culminado mi obra maestra.
Resoplé. ¡Qué niña más caprichosa! En qué lío nos estaba metiendo. Sin embargo, pensándolo fríamente, había avanzado varias viñetas en tan solo un día. Yo tampoco estaba en posición de exigir.
—Como quieras. Supongo que podré esperar un par de días —dije con voz calmada, pero Kiyomi se tapó los labios con una mano y sus hombros empezaron a agitarse frenéticamente—. ¿Qué te sucede?
—Kj... kjajaja —estalló en carcajadas—. No me refería a eso —explicó en tono dulce—. Verás, lo que acabas de revisar es solo un episodio piloto: lo interesante está recién por comenzar.
En ese momento, comprendí que este juego de ser "camaradas" iba bastante en serio y que la noche anterior había sido solo un anzuelo con el que me arrastraría hacia un espiral de pecaminosas desventuras.
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La Posada del Placer
Novela JuvenilTakeshi, encargado de limpieza en una posada de estilo japonés, se verá arrastrado en una espiral de desventuras pecaminosas, perdiéndose un poco en cada una de sus curvas. Romances fugaces, aventuras de una noche, incursiones a lo prohibido y sobre...