Punishment

3.

John Miller
Hace 22 años atrás

—¿Qué pasa Johnny?—Thomas tomó mi cabeza y la metió al inodoro por tercera vez, no podía respirar, sentía como se me apagaba el mundo en un segundo — Eres un maldito, que esto te sirva de lección para hacer todo lo que te diga— sacó mi cabeza y me puso frente suyo— ¿Entendiste?

Asentí. Thomas rió y comenzó a irse— me las vas a pagar—susurré para mi, pero al parecer me escuchó, soy un idiota.
Dejó de caminar—¿Qué dijiste imbécil?—no puede ser, no otra vez— ¿Qué "te las voy a pagar"? Ven acá-comenzó a golpearme, no tenía fuerzas para defenderme.

Dios...si tan solo me pudiera transportar a otro lugar.

A las horas después me encontraron unos profesores y me llevaron a urgencias. Estuve doce días en el hospital recuperándome de las hemorragias internas que provocó el estupido de Thomas.
—Si tan solo fuera más fuerte y pudiera valer por mi mismo— susurré, las lágrimas caían por mis mejillas sin parar— como puedo ser tan débil, ya tengo dieciocho, me debería poder defender—miré mis brazos con vendajes.

Lloré por horas, hasta que una brillante idea se me cruzó por la cabeza. Ya sabía como hacer que Thomas sufriera todo lo que yo sufrí por su culpa, todas las humillaciones que me hizo a lo largo de mi vida.

—Si... eso es— cerré mi mano en forma de puño y sonreí.

Mañana será el día.

A la mañana siguiente ya estaba en casa. Falté a las primeras dos clases, pero por nada del mundo me perdería la hora de almuerzo, ¡Amo la hora de almuerzo!—Si tan solo pudiera comer una vez mas esa deliciosa comida— lamí mis labios con deseo y vi la hora—12:45 pm— sonreí de lado y salí de casa con todo listo en mi mochila. Para mi suerte no habia nadie en el camino a la escuela.
Ya en la entrada escuché el timbre que señalaba el comienzo de la hora de almuerzo.

Mi gran momento.

Esperé díez minutos y golpeé la puerta y comenzó todo. No podía dejar de reír. Sentía una sensación extraña por mi cuerpo, pero se sentía bien, me sentía vivo.
Mientras escuchaba los gritos de fondo, veía como algunos caían por culpa de mis balas, intentaban escapar de mi, pero no sabían que los mataría a todos. Los mataré, oh si, los voy a matar uno por uno.

Donde está ese imbécil, busqué por la cafeteria, los salones mas importantes —...¿Dónde te escondes, Thommy?—ya no se escuchaban gritos, algún que otro sollozo, todo el silencio me hacia recordar todo lo que me hizo sufrir—Tanto que te gustó molestarme, ¿¡Donde estás!?—Comencé a gritar entre risas.
Hasta que lo vi en el baño—¡Dios! Realmente soy un imbécil—Disparé en su estómago, lo escuché soltar un grito de dolor y cayó contra la pared—Tenias razón, después de todo si soy un estupido—volví a disparar dos veces, uno en cada brazo.

Thomas comenzó a llorar— L-lo siento— estaba tosiendo sangre— no debí ser asi contigo, por favor perdoname— me acerque a él y me puse de rodillas para quedar a su altura.
—Oh Thommy, no es momento de pedir disculpas—le hice cariño en su pelo, era bastante suave—creo que debería ir a comer algo, ¿Qué me recomiendas?

Me miró confundido sin dejar de llorar— Hoy hay estofado— disparé en su frente.
—Vamos Thommy, como no sabes que odio el estofado, eres un mal amigo—Me reí hasta llegar a la cafetería, aún no habían policías. Quizás están en hora de almuerzo, si, debe ser eso.

Ví la cámara de seguridad—Mierda, esta todo grabado...Bueno, ya que—me acerqué sin dejar de reír—¡Aquí me tienen, matenme! —empecé a reír— Recuerden bien mi rostro, soy aquel que terminará con su vida como hice con estos idiotas— seguía riendo, no podía parar, me sentía bien. Creo que ya es hora de irme.
Tomé mi arma y me fuí por la parte trasera.

De la nada una oscuridad vino a mi, no veía nada. ¿Acaso me quedé ciego?

—John Miller...
Una voz retumbaba en mi cabeza, era molesta, no paraba.

Me tapé los oidos—¿Qué es esto?

—Soy Temis, Diosa de la justicia. Vengo por el acto que has cometido. En dos años se desatará una catástrofe en el mundo y muchos morirán. Con los dioses hemos hablado y tú, John, eres elegido como uno de los siete héroes que salvará al mundo.

—Lo siento, pero no quiero, elige a alguien capaz de hacerlo, yo no deberi-

—No te pregunté tu opinión. Esta responsabilidad es tu castigo por la locura que has cometido contra gente inocente.

-¿¡Y acaso yo no lo fui!?

—John, lamento lo que te sucedió, pero ahora tienes una responsabilidad. No vas a envejecer durante los años, y se te otorgará una habilidad sobre humana.

—De que diablos hablas.

—Tendrás el don de teletransportación, ahora hay una marca en tu brazo, hay seis personas mas en el mundo con la misma marca, encuéntralas.

—¿Y cómo se supone que haga eso?

—Enviaré un angel en veintidós años más que te ayudará. Salva al mundo John, está en tus manos.

De la nada pude ver de nuevo, estaba en mi casa, quizás todo fue una ilusión.

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Ginger Jones
Actualidad

—Y esa es mi historia—sacó una caja de cereales y se metió un puñado a la boca—¿Quieres?—dijo con la boca abierta mientras me mostraba la caja.

—No entiendo como esto tiene que ver conmigo—fruncí el ceño.

—¡Tu eres el angel que envió Temis! ¿Quién mas tiene el cabello asi si no cayó del cielo?—agarró un mechón de mi cabello y golpeé su mano.

—¿Será por qué me raptaron?—lo mire con los ojos entre cerrados, como respuesta se encogió de hombros.

—Y bien...¿Me ayudarás?—una vez los encontremos puedes irte, solo necesito salir de todo esto. Además no creo que tengas nada mejor que hacer en toda esta crisis—Sonrió y se metió otro puñado de cereal.

Bueno, tenía razón, al menos ya se que su poder es real, y la marca que tiene en su brazo tambien está. No debe ser mentira lo que dice...Y si fuera asi, ¿Que pierdo? Lo unico que hago es estar en mi habitación sin poder salir por culpa de los demonios. Y si el pudiera vencerlos, finalmente podría tener una vida normal como me contó mi mamá.

—Está bien—solté un bufido—Te ayudaré.

—¡Genial!—Levanto sus brazos y dejó caer el cereal.

—Solo tengo una pregunta—lo miré, debia medir un metro ochenta y algo, era bastante alto.

—Claro, dime.

—¿Estás loco?—dudé un poco en preguntarle.

Comenzó a reir—Obvio, como todos, ¿Quién en esta vida no lo está?