CAPÍTULO VEINTIUNO

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SeungHyun disfrutó del peso de Ji Yong a su lado en el sofá. Sus cuerpos se tocaban desde el tobillo hasta la cadera cuando se sentaron frente al padre de Ji Yong, que aún parecía tan avergonzado como cuando llegó.

Después de la tormenta de mierda en los medios que cayó sobre Lee DogJun, el padre de Ji Yong canceló su cita para la cena dos veces. Para cuando accedió a reunirse con él, Ji Yong y SeungHyun se habían mudado a su nuevo hogar. Era una casa familiar pequeña, de un solo nivel, de dos dormitorios con un patio modesto y un enorme porche en la parte posterior donde Ji Yong hacía su arte.

— Podría ayudarte a instalar un sistema de enfriamiento central —, dijo Kwon Young-hwa. SeungHyun sabía que no había hecho esa sugerencia por ser grosero. Simplemente intentaba relacionarse con su hijo de la única manera que sabía hacerlo, arrojándole dinero.

— Me gusta mi espacio de trabajo frío, —dijo Ji Yong, sus palabras mezcladas con humor. A menudo discutían sobre el calor en el porche soleado. Esos argumentos terminaban con los dos desnudos en el dormitorio. La mayoría de las cosas terminaban con ellos desnudos en el dormitorio. — No necesito un aire acondicionado. En estos días no pinto tantos grandes paisajes. SeungHyun encontró una pequeña editorial que ha accedido a mirar mis cómics — Se inclinó hacia SeungHyun, diciendo tanto con el pequeño gesto. Te amo. Te doy las gracias. — ¿Te quedarás para la barbacoa? Estaba pensando en mostrar algunos de los cómics después, tú sabes, conseguir un poco de crítica constructiva.

— ¿Qué crítica? Son perfectos, — dijo SeungHyun.

Ji Yong rodó los ojos juguetonamente. — SeungHyun está cocinando bistec y pollo. E hice un pastel.

— ¿Horneaste? — El padre de Ji Yong preguntó, con cara de asombro.

Ji Yong se levantó y fue a la cocina. Regresó sosteniendo una bandeja con el pastel. Lo colocó en la mesa de café y le quitó la tapa con un gesto de felicidad. El postre agrietado y ennegrecido se sentó inocentemente sobre la mesa. SeungHyun se mordió las mejillas para no reírse.

Las esquinas de la boca de Young-hwa se tensaron por un momento antes de que su expresión cayera y él comenzara a llorar. Ji Yong puso la tapa en su pastel.

— ¡No está tan malo! — Gritó.

— No, hijo. Mi dulce niño, lo es. Es horrible. Al igual que tu madre. Ella era... — Las palabras salieron de su boca lentamente como si las estuviera excavando de un agujero profundo.

— ¿Una repostera terrible? Yo sé, el papá de SeungHyun la conocía. Fue capaz de hablarme sobre ella antes que naciera. Yo no sabía que ella también quemó un horno de la escuela. De tal palo tal astilla.

En lugar de sonreír, Young-hwa parecía compungido. — Intenté tanto protegerla de este mundo. Pero vi lo que ella sufrió —, dijo, mirando el plato de tarta. — Sabía cuánto más difícil era su vida simplemente por lo que era. Tu madre tenía voz y opiniones, y quería ser escuchada. Era peor en aquel entonces. Los Omegas no tenían voz ni voto, y cuando te tuvimos, nunca quise que sufrieras un solo momento como lo había hecho ella. Intenté hacerte fuerte, y cuando no pude hacerte fuerte, traté de encontrar a alguien rudo para que te cuidara. Te tiré a DongJun a su regazo, porque era un alfa, rico y con confianza. Yo te di a los lobos y pensé que lo había hecho bien.

Young-hwa capturó su cara en sus manos mientras sollozaba. Un alfa que lloraba no era algo común, pero SeungHyun sabía que no había vergüenza. — No sé cómo podrías perdonarme por eso.

SeungHyun observó la cara de Ji Yong, esperando una señal de que esto fuera demasiado para él. En el estado en que estaba, agarró a SeungHyun con una mano y se tocó el estómago con la otra. Habían ido al médico ese mismo día en que había puesto su departamento en llamas. El doctor había confirmado lo que ambos ya sabían. Ji Yong estaba embarazado. A SeungHyun le encantaba verlo crecer mientras gestaba a su hijo en este mundo. 

『 일어나 』 » OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora