Mi matrimonio con Harry era perfecto, cada 14 de febrero me despertaba con flores en la cama y una joya nueva, un regalo o una cena romántica.
Harry hacía sé todos los días fueran catorce de febrero, con sus detalles y sus caricias. Sus besos y las notas que me dejaba en mi escritorio cuando me levantaba al baño o a buscar cosas para mi trabajo.
Harry había logrado firmar con una disquera y se encontraba trabajando en su primer álbum, por lo que muchas veces estaba estresado y terminábamos discutiendo por cosas vagas y sin sentido. Pero yo amaba tanto a Harry que nada de eso importaba.
Lo apoyé desde el inicio y estaría con él hasta el final, me dejó escuchar algunas de sus canciones y eran tan hermosas y sus letras podían transmitir sus emociones.
—Diane.–me llamó mientras yo estaba cocinando la cena.
—¿Mhm?
—Te amo.
—Yo también te amo, Harry. Con toda el alma.
Escuché un pequeño sollozo ahogado y fruncí el ceño, apagué la cocina y me di la vuelta para encontrar a Harry con su ropa de después de grabar en el estudio. Tenía los dos primeros botones de su camisa blanca abiertos.
—Yo, uhm. Diane yo...– su voz se cortó y Harry comenzó a llorar frente a mí, como si fuera un niño pequeño.
Corrí a enredarle mis manos alrededor del cuello, parándome de puntillas y abrazándolo fuertemente. Harry lloró en mi cuello, las lágrimas me empaparon la clavícula y mi ropa, pero no me importó, Harry estaba herido pero yo no entendía por qué y no pregunté, ya que Harry me dijo que un amigo de su madre había muerto y que había estado con él en la infancia.
Dejé que llorara y despacio lo guié hasta nuestra habitación, le quité las malditas botas que tanto le gustaban y por las cuales habíamos teñido incontables problemas, ya que yo le decía que debía cambiarlas y él me decía que no, que todavía podían aguantar. Yo solo rodaba los ojos y le decía que estaba bien, y que me besara. Me reí ante el recuerdo y besé su frente.
Bajé para guardar la cena y después de haberlo hecho tomé el teléfono para llamar a Anne.
—Diane, cariño.
—Hola, Anne, ¿cómo estás? ¿Cómo está Robin?
—Estoy bien, gracias por preguntar. Robin también, todos estamos bien por acá. ¿Y tú? ¿Harry?
—Estamos bien, Anne, gracias por preguntar. Llamaba para darte mi más sentido pésame, hablaré con Harry en la mañana para irnos lo más pronto posible allá y acompañarlos a ustedes al funeral–
—¿Funeral? ¿Quién murió?
—¿...tú deberías saberlo?
—Oh no, no, nadie ha muerto aquí. ¿Alguien murió?
Me quedé helada y sin palabras. Volteé la mirada al cuarto donde Harry estaba durmiendo plácidamente. Un nudo se comenzó a formar en mi garganta. Harry me había mentido.
—¿Diane? ¿Estás bien? ¿Todo está bien con Harry?
—Yo.. yo.. Anne...
