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El destino nos junto pero también se encargó de separarnos.
Te prometí que cuidaría de ti, que nadie iba a herirte pero no pude cumplir esa promesa, la vida se empeñó en hacerme sufrir, te vi morir y no pude hacer nada.
Quería alejarte de mi, no podías estar con alguien como yo, un hombre que guardaba oscuros secretos dentro de él, pero te adueñaste de mi corazón y por eso mismo prometí protegerte de todo.
Cada caricia sigue presente en mi piel, cada beso que me dabas las dulces palabras que susurrabas en mi oído siguen persiguiéndome día tras día, añorando tu aroma y el calor que tu cuerpo me brindaba.
La primera vez que estuvimos juntos, aún recuerdo tus mejillas sonrojadas, como tu piel se erizaba cada que mis manos te tocaban, levemente acariciabas mi cuerpo haciéndolo reaccionar y querer más de ti.
La ropa se esfumó y la pasión creció más, te recosté en la cama acariciando tu bello rostro dejando miles de besos por el, dijiste que no esperara más, que te hiciera mía, tus deseos eran órdenes para mi.
Con cuidado posicione mi miembro en tu entrada sintiendo la humedad, después de besar tus labios empuje adentrándome en ti sintiendo como apretabas mis brazos y no solo a ellos.
Junte nuestras frentes, podía observar con claridad cada maravilloso gesto que hacías, podía escuchar los leves gemidos que emitía tu boca llevándome al borde de la lujuria.
Quería hacerte mía de una y mil maneras, quería estar junto a ti el resto de mi vida, tener una familia, tenerte a ti,
Pedías que acelerara las embestidas, lo hice creando un mayor placer en ambos, gracias a las caricias y los múltiples besos que nos dábamos pudimos llegar a un orgasmo jamás sentido.
Pasaron los días, los meses, nos enteramos que pronto llegaría un nuevo ser al mundo, yo no podía estar más feliz y tú te veías más radiante que nunca, uno de mis sueños se haría realidad.
Aquellos oscuros secretos fueron revelados, estabas en peligro, trate de negociar pero era tarde, ellos querían acabar conmigo y no tenían mejor manera que dañándote a ti, lo que más amaba.
Llegó el día en que nuestra hija nacería, todo fue rápido y sobre todo emotivo, cuando estuviste fuera del quirófano ambos admíranos con un gran amor a nuestra pequeña, varias lagrimas escaparon de mis ojos y tú las limpiaste.
Prepare todo para irnos, irnos lejos y comenzar una nueva vida donde nadie nos hiciera daño, pero como lo mencioné antes el destino no nos quería juntos.
Llegamos a casa, tú y yo bajamos y un fuerte tiroteo comenzó recibiendo tu la mayor cantidad de balas, frente a mis ojos estaba la mujer que más amaba agonizando, me imploraste que huyera, que cuidara de nuestra hija y que te dejara ahí.
Yo no podía hacer eso, no podía dejarte, el tiroteo seguía y escuché como la bebe comenzó a llorar, tus ojos se cerraron y diste un último suspiro, fue ahí que me di cuenta que ya no te tendría a ti pero tenia a otra persona por quien velar.
Acaricié tu rostro y rápidamente subí al auto perdiendo las balas de aquellos hombres sin una pizca de piedad, mire a nuestra hija por el retrovisor, ahora solo estábamos ella y yo.
Fue difícil comenzar una nueva vida, sin embargo mis amigos jamás me dieron la espalda y me ayudaron a criar a nuestra linda niña, no pude protegerte a ti, pero te juro que a nuestra hija jamás la van a lastimar.
