最初に / 𝐎𝐍𝐋𝐘 𝐏𝐀𝐑𝐓.

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Lia tenía miedo de lo que estaba sucediendo. No entendía exactamente en qué momento había decidido meterse en aquello, pero sí sabía que el miedo reinaba en ella. ¿Debería creer las palabras de la mayor?

— Sé que es difícil entender esto, Lia. Pero si no fuera verdad, este hilo rojo que solo vemos nosotras no estaría en nuestros dedos meñiques. — La voz de Haeri resonaba en su cabeza. Lia solo podía llevar sus dedos a sus sienes, haciendo círculos en ellas. ¿De verdad su alma gemela era aquella chica? ¿Aquella que hace unos meses le estaba diciendo que era su ángel guardián? ¿Acaso esa mierda era posible?

— ¿Cómo quieres que te crea? Llevas siguiéndome día y noche, ¡incluso estamos en el mismo grupo de baile! ¿Y ahora me estás diciendo que eres mi alma gemela? — Lia miraba a la de pelo rosa con cierta incredulidad. Eso tenía que ser una broma. — Además, eres un ángel guardián. ¿Desde cuándo los ángeles guardianes pueden ser almas gemelas de un humano? 

— Te recuerdo que me echaron del Edén, y que ahora si vuelvo a mi casa sería el jodido Infierno, Lia. Los ángeles guardianes expulsados del paraíso pueden tener de alma gemela a cualquier persona. — Haeri gruñó. A veces odiaba que la menor fuera tan cabezota, pero sabía que aquello lucía como una broma. — ¿Qué tengo que hacer para que me creas? 

Lia se alejó para empezar a dar vueltas alrededor de su pequeña habitación. Decidió quitarse las gafas y dejarlas encima de la mesita de noche, posando su dedo índice y su pulgar en el puente de su nariz. Podía aceptar que la más baja podía ser su ángel guardián, pero no que tuviera que hacer su vida con ella. La de pelo marrón levantó su vista y la miró, echándole un vistazo de arriba a abajo. 

Admitía que últimamente le estaba prestando más atención a la chica. Su pelo rosa hacía que sus facciones fueran más resaltadas, y su ropa ahora que había sido expulsada del Edén no tenía nada que ver con la de antes. La chica vestía con ropa ajustada y de color oscuro, provocando que sus curvas se notaran mucho más, más de una vez a Lia se le iban los ojos a las caderas de la mayor cuando tomaban café o estudiaban juntas. Más de una vez se había sonrojado ante los cumplidos de Haeri, incluso por los apodos que le ponía, cosa que no le pasaba al conocerla.

— Quiero que me demuestres que eres mi alma gemela. — Susurró la más alta. No sabía lo que estaba haciendo ni lo que estaba diciendo, solo sabía que tenía un gran deseo por la más mayor, incluso podría decirse que iba más allá de lo carnal.

Haeri estaba gratamente sorprendida. La chica nunca había sido tan directa con ella, pues siempre que soltaba un pequeño ligoteo, la menor se reía o simplemente cambiaba de tema. ¿Era aquella una señal para hacer lo que ambas estaban deseando? Igual se estaba haciendo la cabeza, pero sabía que debía actuar, porque la de pelo castaño no lo haría por ella sola. Era demasiado tímida como para tomar la iniciativa, y eso Haeri lo sabía.

Dio pequeños pasos hasta llegar a la chica, aunque no le costó demasiado porque la habitación era pequeña. Sus manos tomaron con suavidad las caderas ajenas, acercándola sin ser demasiado brusca a su cuerpo.

— ¿Cómo quieres que te lo demuestre? — Para aquel entonces el tono de la mayor era bajo, no veía necesidad de hablar más alto siendo que tenía tan cerca a la menor. Viendo que esta última no respondía, solo pudo llevar su mano izquierda a la nuca de la castaña y juntar sus labios en un suave beso, donde sus labios casi no se movían, solo disfrutando de la suavidad que tenían ambos pares. 

Cuando sentían que debían despegarse, Lia tuvo un ligero empuje de confianza y rodeó los hombros de la mayor para que siguieran besándose. Se negaba a que la chica se alejara ahora que por fin habían hecho algo que tanto deseaban desde hace tiempo. 

枕 /  𝐏𝐈𝐋𝐋𝐎𝐖.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora