CAPÍTULO 3 | Te he echado de menos

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Issy se lo ha tomado mucho mejor de lo que esperábamos. Parece haber entendido, o al menos eso quiero creer, que nuestros padres se han ido y no van a volver; no lo harán por mucho que lo deseemos, ni por muy bien que nos portemos como ella quiere creer. Jamás pensé que alguien tan pequeño pudiese entender algo así, pero mi hermana siempre ha sido excepcional. Aunque pensamos que sería difícil, Issy entendió a la perfección que a partir de ahora estará bajo mi cuidado y que seré algo así como su madre, aunque está claro que nunca ocuparé el lugar que ella dejó; tampoco quiero hacerlo. Issy nos demostró anoche, a todos, que nada es tan malo como para no poder seguir adelante; bendita inocencia, pero cuanto daría por volver a tenerla.

Ha pasado una semana desde que firmé los papeles de adopción y dos días desde que Issy se incorporó de nuevo al colegio y ya me han citado para hablar con la tutora por un problema que han tenido con mi hermana durante la clase de religión y por la que ha decidido echarla de la clase. Sí, a una niña de seis años. Al parecer, mientras el profesor les hablaba sobre las diferencias entre el cielo y la tierra, Issy ha dicho toda convencida y orgullosa de sí misma y de sus principios que el cielo no existe y que cuando una persona muere no vuelves a saber de ella. El resto de la clase ha empezado a llorar, algunos porque tienen entendido que si rezan mucho conseguirán ver de nuevo a sus seres queridos y otros porque no saben nada acerca de la muerte, y a Issy la han llevado al despacho de la directora para pensar en su castigo.

Sé que va a haber lío, ya que si mi hermana ha reaccionado así es porque en mi familia siempre hemos sido muy claros con ella y no nos andamos con rodeos al hablarle de la muerte de nuestros padres cuando todo ocurrió. Nuestros padres nunca le ocultaron las verdades y no vamos a ser sus hermanos quienes empiecen a hacerlo. No nos gusta engañarla y mucho menos queremos que tenga la esperanza de volver a verlos algún día, pero eso en un colegio llevado por monjas parece que está fuera de lugar.

Una semana antes.

—¿Lo entiendes, Issy? —George la miró fijamente, rezando para que aceptase los cambios que sufrirían nuestras vidas a partir de ese momento—. Arizona se hará cargo de ti, como lo hacían papá y mamá, y Carol y yo estaremos para ayudarla. A partir de ahora, cuando alguien necesite a tus papás, ¿a quién debes nombrar?

—A la tata —Issy me sonrió, aunque estaba claro que le iba a costar asimilar todos los cambios se mostraba muy receptiva y con ganas de ayudarnos.

—Muy bien, princesa —George besó su frente, provocando que la sonrisa se ampliase en el rosto de nuestra hermana; le encantan ese tipo de atenciones.

—¿Me prometéis que no me vais a abandonar? ¿No os vais a morir? —los ojos de Issy se llenaron de lágrimas, iba a ser difícil volver a la normalidad.

—Siempre estaremos contigo —le dije, con la esperanza de que siempre fuese así. No me gustaba hacer promesas que no estuviesen en mi mano, pero en ese momento no pude evitarlo.

—Entonces, ¿papá y mamá no van a volver? —Issy me miró fijamente a los ojos, mientras los suyos derramaban las lágrimas que se habían estado acumulando—. Ellos me dijeron que siempre estarían conmigo...

—No, princesa, pero siempre estarán con nosotros —le dije posando mi mano sobre su corazón—, aquí.

—Eso es lo que siempre decía mamá —Issy sonrió con nostalgia y me abrazó, dándonos las buenas noches y desapareciendo poco después con la cabeza gacha. Le iba a costar acostumbrarse, pero es fuerte y sé que lo hará sin problemas.


—¿Estás bien? —no sé cómo ha pasado, pero he acabado sentada en el suelo y sé que me saldrá un buen moratón en unos días a causa de la caída. Estaba tan sumida en mis pensamientos que no me he dado cuenta del hombre que salía de una de las aulas, por lo que me he estrellado contra su cuerpo—. No esperaba encontrar a nadie aquí a estas horas, no miraba por donde iba. Lo siento mucho.

—No te disculpes, estaba distraída —me agarro a su mano cuando me la ofrece y, cuando nuestros ojos se encuentran al levantarme, no podemos evitar sonreír. El corazón se me acelera antes de que pueda pensar en que debo tranquilizarme y mis manos empiezan a temblar—. Vaya, veo que conseguiste más de lo que siempre pensaste que serías capaz de conseguir.

—Mi pequeña saltamontes, pensé que no volvería a verte.

Jackson me mira y sus ojos brillan de emoción. Hacía años que no nos veíamos, desde que nuestras carreras nos separaron, bueno, realmente desde que yo nos separé, y sienta bien volver a tener cerca a alguien que significó tanto para mí. Quien fue mi mejor amigo desde los tres años hasta los dieciocho me abraza con fuerza y me permito derrumbarme por primera vez desde que mis padres murieron. Lo necesito, necesito sacar todo lo que llevo guardándome desde que ellos nos dejaron. Me he mantenido fuerte, luchando para que mis hermanos no me viesen sufrir, pero ahora ha llegado el momento de soltar el lastre que he estado cargando. Con Jackson puedo desahogarme sin sentirme mal por hacerlo, siempre ha sido así.

—No quise llamarte, sabía lo que pasaría si lo hacía y acabo de confirmar mis sospechas —Jackson me acaricia la espalda con suavidad y me sostiene entre sus brazos hasta que el llanto remite y empiezo a tranquilizarme—. Siempre has sido muy tuya y quería respetar tu espacio.

—Hiciste bien —sonrío mientras me seco las lágrimas con las palmas de las manos y respiro hondo; necesito serenarme antes de reunirme con la directora y la tutora de Issy.

—Me he enterado de lo que ha hecho Issy, ha sido increíble. Se nota de quien ha sacado el carácter —Jackson sonríe con nostalgia, supongo que recordando a mi madre de quien tanto Issy como yo heredamos una personalidad fuerte, aunque como todos nos dejamos ganar en alguna ocasión.

—Entiendo lo que ha hecho, yo misma le he explicado que el cielo no existe, pero tiene que entender que no puede ir diciéndoselo a todo el mundo y menos teniendo en cuenta las ideologías que se imparten aquí —suspiro resignada, me gustaría que los profesores entendiesen las dos caras de la moneda, que fuesen capaces de respetar y acompañar a todos sus alumnos—. Aunque tampoco puedo pedirle que respete si no la respetan a ella.

—Vamos, te acompaño —Jackson deja apoyada su mano en el bajo de mi espalda y me conduce hasta el despacho de la directora—. Por lo que he visto cuando le he dado clase, con Issy nunca se sabe cuándo se necesitarán refuerzos.



Una hora más tarde, camino junto a Jackson de camino a casa. Issy descansa sobre su espalda, se ha quedado dormida después de pasarse más de media hora llorando mientras decía que no iba a pedir perdón por decir la verdad. ¿Resultado? La han expulsado del colegio y he de buscar otro si quiero que tenga una buena educación. Estoy orgullosa de ella, no puedo negarlo. Con lo pequeña que es tiene claros sus principios y se respeta a sí mismo, pero ahora he de buscar un centro educativo que la acoja a mitad de curso y he de hacerlo lo más pronto posible, ya que de no ser así los servicios sociales podrían intentar quitarme su custodia.

—No te preocupes por nada, moveré algunos hilos y pronto estará escolarizada de nuevo —quiero decirle que no necesito ayuda, pero ahora mismo me estaría mintiendo a mí misma; he de dejar de ser tan orgullosa y aceptar que, a veces, va bien tener a alguien cerca que te dé su apoyo—. Vaya, Arizona no discute cuando le echan una mano.

—Arizona ha cambiado mucho en estos últimos años, no le ha quedado más remedio.

—Creo que tenemos que ponernos al día —Jackson me pasa a Issy cuando nos encontramos frente a la puerta de mi casa y me sonríe mientras se aleja, dedicándome una mirada cargada de amor y añoranza—. Te he echado de menos.


Resilience | 2020 [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora