Capitulo 2

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Solía mirar al pasado y preguntarse como era que el tiempo avanzaba con tanta prisa. Una prueba de ello estaba justo a su derecha, con la melena rojiza esparcida por la almohada y la espalda cubierta de pecas. Definitivamente era una obra de arte increíble y, tal como la primera vez que la vio, su corazón se detuvo. La paz que sentía con la chica de ojos azulados cerca no tenía comparación.

Sin embargo pensar en retrospectiva no era bueno. Al ir más atrás en sus recuerdos, las memorias cruzaron por la puerta con delicadeza. No era oportuno despertar a la mujer dormida cuando su misión era invadir la mente de la que aún se mantenía despierta. Allí, en el libro de los momentos pasados, justo en el primer capítulo, estaba la historia se como había conocido a Eugene.

Al inicio era un poco orgulloso y altanero, cosa que llegó a desagradarle; pero luego él se acercó y dejó ver su humanidad, cosa que la cautivó. Su amistad creció y naturalmente se volvieron novios, las cosas iban de maravilla: ella iría a la escuela de arte y Eugene trabajaría en el negocio de sus primos. Mientras los recuerdos pasaban de página llegaron los momentos más felices, la calma antes de la tempestad, cuando él le pidió que vivieran juntos y como las cosas iban bien los primeros dos años. Al menos hasta que él se fue alejando y cierta pelirroja se fue acercando.

Como el recuerdo estaba un poco aburrido adelantó algunas páginas y cuando encontró la que tanto buscaba sus ojos adquirieron sierto brillo y su sonrisa tenía un toque cínico. El día de la traición las lágrimas no salieron. Ella, con un poco de ayuda, se encargó de eliminar el dolor lento y poco a poco fue cicatrizando la herida para que no volviera a sangrar. Permitiendo el paso de las memorias a su mente, recordó como él había llegado borracho y alardeando de que había estado con "alguien que si era una mujer", no como ella, que era poca cosa. El alcohol en sus sistema no le permitía ver el daño que estaba haciendo a una frágil e indefensa flor, que sería encontrada por una jardinera pecosa que la ayudaría a mantenerse viva y con los colores al máximo.

El reecuerdo continuó pasando las páginas y sonrió sincero al ver el día en el que la pelirroja, doblando su rodilla pidió su mano en matrimonio. Tres años habían pasado para que la chica tuviera el valor de pedirle que unieran sus vidas, uno de los días más felices de todos, la boda fue sin duda alguna maravillosa. Su madre decía que parecía una princesa y que decir de su esposa, la cual ese día se veía más perfecta de lo que ya era. Muchas veces se cuestionó si debían estar juntas, si la chica de verdad merecía tener una carga como ella, la inseguridad fue un problema en su relación; pero con paciencia, amor, confianza y respeto pasaron la prueba. Mirar al pasado siempre le causaba un sentimiento de nostalgia que hacía valorar cada momento de su presente.

El recuerdo cerró el libro y tomando un poco de su café se despidió. El silencio reinó por un tiempo hasta que cierto llanto la alertó así que salió de la cama con delicadeza. Sin embargo no pudo ir muy lejo, unos brazos la envolvieron y la obligaron a regresar a la cama. Con un beso en la frente y un suave <<Duerme>>, la que antes habia estado dormida se incorporó para salir de la habitación. Después de todo, alguien tenía que calmar los llantos de la pequeña Victoria, sin duda la familia Dumbroch había crecido y ella esperaba que lo siguiera haciendo.

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