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América Stark ingreso dando brincos y pasos gráciles pero fuertes hacia el mercadito que había cerca de su universidad, donde recibía sus clases privadas grupales junto a estudiantes mixtos, algunos beneficiados por su padre y otros que habían sido recomendados, pero en realidad, solo dos de ellos tenían una familia bien acomodada, no tanto como la suya, pero la tenían.

Agarro paquetes de papas variados, algunos chocolates que sabia les gustaban a sus compañeros. Se movió como si de una danza se tratara, teniendo cuidado de no tropezar y derribar una estantería como había hecho hace dos años con su pie, al no medir fuerza y no tener cuidado.

Soltó una risita al recordar el rostro rojo de su padre, preguntando que había sucedido por videollamada, pues su chip le había enviado una señal de que había usado su fuerza y golpeado algo. Ella simplemente le explicó que fue un accidente y tenía que dejar de ser tan sobreprotector.

Y el rostro del amable dueño del mercadito, quien acepto sus disculpas y aprendió a quererla con el tiempo. No quiso cobrarle los daños pero cuando Tony Stark se presentó y miro con una mueca de enfado a su hija que había roto la estantería junto a la mercancía de nada más y nada menos que de enlatados y algunos frascos de vidrio, forzó a que aceptará el pago.

Después de todo les sobraba el dinero.

Dejo lo que llevaba en la canasta en el lugar de pago y entonces noto por el rabillo del ojo como un hombre con gorra sostenía con dureza sus cosas y observaba con demasiada atención el exterior, ensimismado en sus pensamientos. Su chaqueta de cuero negro se aferraba con fuerza a su cuerpo, y a pesar de que hacia calor, usaba guantes. Parpadeo curiosa, tomo unas gomitas y las arrojo a su canasta y cando quiso hacer algún comentario burlón para romper el hielo, su rostro se giro hacia ella, brindándole una buena mirada de sus ojos azules, flanqueados por largos mechones marrones y lisos.

Pero no eran como los suyos, no... estos parecían esconder muchas cosas, eran duros, fríos y calculadores, pero ella pudo ver una chispa de calidez y pureza en ellos. Sonrió entonces.

— Woah. Tienes unos ojos muy bonitos—dijo sin más, para luego girarse a saludar al dueño del local, quien a su vez quito su rostro tranquilo por uno de felicidad— ¡Billy! ¿Que tal a todo en el negocio, tu familia? Lucas es espectacular, tiene una mente maravillosa, no me aburro con sus charlas.

Billy, un hombre delgado y con rostro redondo, de unos sesenta años de edad asintió ante sus palabras con atención.

—Todo bien, ¡me alegra verte, Meri! Hace una semana no te veía, me sentí aliviado al saber que Lucas coincidió en clases contigo y prometió enviar saludos. Ese chico...

Bucky estaba sorprendido ante las palabras de la joven que charlaba a su lado con demasiada confianza con el dependiente de aquel sitio, sus cejas se arrugaron aun mas y aunque su rostro no lo demostraba, le había desencajado un poco escuchar que le decía aquello. Si ella tan solo supiera... todo lo que sus ojos habían visto y habían hecho, no les diría hermosos. Le miraría con horror, gritaría, como muchas de sus victimas.

Le diría que estaría mejor muerto. Y él también lo creía. No sabía ni por qué se esforzaba en seguir viviendo.

— ¿Le facturo ya, señor?— La voz del señor mayor le hizo inhalar con demasiada lentitud, asintió y desplazo su canasta hacia él.

Habia arrojado en ella cosas que consideraba esenciales y vitales, siempre tenia que reprimirse de tomar algo que quisiera probar o comer de nuevo, pues el dinero que... había robado estaba escaseando y justo como había hecho desde que escapo, no compraba nada inútil. No se daba gustos en nada. Comía lo necesario y usaba lo necesario para ser una persona normal a ojos de los civiles y pasar desapercibido. 

INNOCENT LOVE ❀ BUCKY BARNESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora