único

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"Últimamente me he sentido algo extraño.."


"Cuando miró al entrenador Min, mi corazón se acelera demasiado.."


"Se convirtió casi en una enfermedad.."


"Tenerlo cerca es mi cura y mi perdición.."


"Mi cuerpo entra en un estado de excitación casi inexplicable.."


"A veces me desconozco por eso.."


"Pero creo que el problema principal es que no puedo dejar de pensar que todo en él es increíble".


El viernes de esa tarde de otoño, la última clase de educación física había finalizado aproximadamente hace una hora y media

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El viernes de esa tarde de otoño, la última clase de educación física había finalizado aproximadamente hace una hora y media.

Le había costado demasiado tener que mentirle a su mejor amigo, Kim Taehyung, para que no se enojara ni tampoco le hiciera preguntas sobre la improvisada excusa que dijo para no irse juntos a sus casas como hacían usualmente; ya que vivían en el mismo vecindario, casi vecinos.

Ahora, la lluvia de la regadera lo cubría completamente, mojando la delgada remera deportiva del Club, que cubría el cuerpo del rubio que luchaba por no ser escuchado, una tarea realmente difícil. Su boxer estaba a la altura de los muslos, sus pequeñas gotas de transpiración se deslizaban por el costado de su rostro, y se perdía con el agua tibia que iba al desagüe. Estaba arrodillado en la cerámica blanca de los vestidores, cerraba los ojos mientras se masturbaba, con sus dedos apretaba su rosado glande para después continuar moviendo su mano sobre la extensión de su pene.
Los gemidos escapaban de sus labios, casi sin poder retenerlos cuando comenzó a acelerar el vaivén mientras se sostenía con su mano izquierda en la pared, susurrando el nombre del dueño de sus orgasmos desde hacía tiempo, imaginando que era él quién lo tocaba mientras le decía frases sucias al oído.

— ¿Quién está ahí?

Esa voz grave resonó en el eco del baño, tensando a Jimin al ser descubierto en medio de su próxima liberación, y obligadamente tuvo que detener sus movimientos sobre su miembro, extinguiendo sus gemidos.

—Vamos, responde —volvió a pronunciar aquella voz, era hombre tan conocido para el estudiante dentro de la ducha. Sus pasos resonaron sobre el piso de cerámica, acoplándose con la melodía de la lluvia de la regadera, hasta detenerse enfrente de la cortina de baño—. No puedes estar aquí a esta hora, sal ahora.

—No puedo... no estoy en condiciones de salir, entrenador.

Yoongi bufó, y frunció su ceño. La situación comenzaba a fastidiarle, al igual que el tenue dolor muscular en su cuerpo, deseaba volver lo antes posible a su departamento, y descansar todo lo que pudiera después de planear diversas jugadas nuevas para el equipo de hockey, Los Leones, que tenía a su cargo. Se aproximaban las regionales y debía re-evaluar el progreso del equipo; a pesar de tener el primer lugar desde hace seis años consecutivos, no debía confiarse, siempre había algo para mejorar.

—Deja de gastar tanta agua y vete ahora. Debo cerrar el vestuario —gruñó mientras deslizó la cortina plastificada.

— ¡ESPERA! ¡No abra la... —sonrojado se tapó el miembro con sus manos, y con los ojos llorosos, desvió su vista avergonzado.

No podía estar más abochornado ahora, ¿quién tenía la mala suerte de ser atrapado por su crush y amante en pleno acto de masturbación? Sólo él.

—Park Jimin, no debería hacer éste tipo de cosas en un baño escolar, deberías poner el ejemplo cómo capitán —carraspeo e intentó pasar saliva para dispersar pensamientos que no iban al caso.

—Entrenador, no se moleste conmigo, por favor. No pude evitarlo.

Jimin se levantó del suelo con una actitud que derrochaba seducción, que ciertamente carecía pero debía lucir seguro de sí mismo, como siempre. No tenía que mostrarse débil frente a su profesor ni ante nadie.

—Sabes que puedo sancionarte por esto, ¿verdad?

—No dijo lo mismo la última vez...

Yoongi tragó saliva, todo había sido su culpa por no haberlo detenido desde el principio, durante el viaje que hicieron a la isla Jejú para la primera competencia que tenían Los Leones a su cargo, se supone que él es el adulto responsable y si alguien se enteraba lo que hacía con su alumno, estaría despedido y tal vez sería enviado a la cárcel también.
Jimin posó sus manos sobre la remera de su profesor favorito, sacándolo de sus pensamientos, acariciándolo y mojando la tela oscura a su paso, para finalmente rodear el cuello de Yoongi.

—Te dije que esa sería la última vez. Ya no deberías estar haciendo esto.

— ¿Qué cosa? —, preguntó con inocencia, a la vez que acercaba más su cuerpo, afirmando su pecho contra el del entrenador, y haciendo puntas de pies.

—Jugar conmigo —susurró Yoongi, perdido en el hermoso adolecente que se refregaba contra él, y acercaba sus gruesos labios color carmín hasta los suyos, tentándole y llevando su autocontrol a la basura.

—Me declaro culpable...

Jimin juntó sus labios, comenzando un lento y mojado beso, donde sus lenguas jugaban entre sí, entre la calidez de su fresco aliento y el agua de la regadera que caía sobre ambos. Yoongi, tomó su cintura para acercarlo aún más a su cuerpo, lo apoyó contra la fría pared, moviendo sus caderas como si lo estuviera embistiendo, ganándose varios gemidos que terminaban sobre sus delgados labios, devorándolo.
Ambos se separaron para comenzar a desvestirse, compartiendo miradas cómplices y deseándose mutuamente en silencio hasta que la corta tención fue interrumpida por el deseo que los envolvía junto al dolor de sus miembros, casi desesperándose por saciar el fuego que crecía dentro de ellos.

Jimin se giró e inclinó sobre la pared, alzando su trasero para Yoongi, que gustoso comenzó a agarrar y separar con firmeza ese lindo lugar que aguardaba por ser jodido con él. Adentró uno de sus dedos, preparando la cavidad anal de su alumno estrella, que jadeaba ansioso.

—Esta será la última vez, bonito.

Jimin sonrió cínico, mientras bajaba una de sus manos hasta su propio pene para seguir tocándose.

—Entrenador Min, deje de engañarse y ríndase... —un gemido, más alto que los anteriores, escapó de sus labios cuando sintió el segundo dedo adentrándose—. Sabe que no puede negarse a mí.

Yoongi planteó su palma izquierda sobre el redondeado trasero, dejando la piel rosada, pero a penas visible.

—Eres un descarado, Park.

—Así le gusto.

Quitó sus dedos casi con brusquedad, y los remplazó por su miembro, arrancando un jadeo de los labios de Jimin.

—Maldita sea... —su mirada había oscurecido, hacía un mes y medio que no tenían sexo, que se sentía tan necesitado.

Y los gemidos del adolescente de cabellos dorados le alentaban a más, a jugar con sus pezones erectos, a pellizcarlos hasta intensificar su color natural, y a besar su nuca, bajando por su espalda mientras lo marcaba con leves mordidas y chupetones por toda su piel dorada, completamente húmeda y tibia entre sus brazos. Jimin deliraba, fascinado por la sensación de satisfacción por volver a tener a Yoongi dentro de él, rozando su próstata de forma descuidada, llevándolo a las profundidades del placer, Se había vuelto adicto, solo ese hombre le hacía justicia en los momentos calientes, alteraba sus hormonas hasta enloquecerlo.
El profesor quitó su pequeña mano de su miembro para reemplazarla con la suya, tan grande y firme, levemente áspera por la época de deportista durante su juventud, se deslizaba al mismo ritmo de sus caderas, con una facilidad inmarcesible a causa del agua, un sustituto de lubricante eficaz.

Eses cosquilleo en su vientre le alertó, sabía que faltaba poco para su liberación, y si bien Jimin deseaba permanecer en esa ensoñación de placer intermitente, no podía retrasar el orgasmo descomunal que cubriría su cuerpo, no cuándo escuchaba el chapoteo veloz de su hyung contra su cuerpo, sus gemidos graves que ya no podía contener junto a sus palabras entrecortada que murmuraban lo mucho que le fascinaba, y sentir el golpeteo casi salvaje de sus bolas contra sus nalgas, para finalmente tener su esperma dentro suyo. Cálido y espeso, llenándole brevemente hasta escapar por el mismo sitio que el miembro, ahora flácido, del entrenador Min.

— Eso fue tan...

—Ilegal —le interrumpió, y Jimin se rió por su comentario.

Era una armonía efímera que muy pocas veces había logrado escuchar el adulto, el muchacho de cabello dorado era coqueto, atrevido, un poco egocéntrico pero a la vez risueño y juguetón cuando estaban a solas, pero la mayoría del tiempo lucía serio durante las prácticas, siempre trataba de sobreponer el bienestar físico y mental del equipo ante todo, hasta de él mismo. Era algo que admiraba en secreto de Jimin, y uno de los motivos por lo que le otorgó el título de capitán, pero nunca lo admitiría en voz alta.
Su lindo estudiante se dio la vuelta, le abrazó por un momento hasta que le correspondió y luego dejó un beso sobre la pálida mejilla.

—Si, tiene razón. Debería ser un crimen atentar así contra mi trasero.

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⏰ Última actualización: Apr 27, 2020 ⏰

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