Capítulo 1

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El reino del sur, era un lugar sumamente caluroso, estaba lleno de islas interconectadas por puentes y aunque había mucho mar, la pesca no era buena, la mayoría de las veces te podrías encontrar con dragones marinos o bestias no estudiadas, era peligroso adentrarse en estas aguas, pero también era peligroso ir a islas apartadas del reino principal, puesto que se decía que en estas había nidos de dragones, los cuales al sentir el peligro podían atacar despiadadamente a modo de defensa.

En los aposentos del castillo real, ubicado en la isla central del reino se escuchaban gritos y lamentos de una omega, estaba dando a luz a aquel que sería su primogénito, el alfa líder, estaba sumamente molesto en su oficina, sabía por algún motivo que el pequeño que nacería sería omega y la idea no le agradaba en lo absoluto, él quería un alfa, un muchacho valiente que pudiera ocupar su puesto y llevara a su reino a lo más alto, tanto en combate como en inteligencia. Alguien victorioso y que pudiera llevar su nombre con gran honor. Pero lo único que sabía es que nacería un omega y eso lo enfurecía.

-¡Te dije que lo abortaras! -grito el alfa –Yo no quiero a ese bebé, yo no te pedí que te embarazaras ahora, y menos que me dieras un sucio omega.

-Estoico por favor, no seas así, es tu primogénito –suplico la omega -E-estoy segura de que será un omega hermoso y fuerte.

-¡Solo será un asqueroso e inútil omega! –la miro amenazantemente, la omega bajó la cabeza- ¡Si solo hubiera sido un alfa no tendríamos tanto problema! -suspiro

-Por favor... Déjame criarlo, más adelante te daré otro hijo y rezaré a Odín para que sea alfa –Estoico suspiro

-Bien, pero si en un futuro es necesario, lo comprometeré con un alfa de algún otro reino, por lo menos que sirva para ganar dinero y una buena alianza –salió de aquella habitación, dejando a su primogénito y a su omega solos.

-No te preocupes amor, papi en un futuro te amará –dijo la omega con dulce voz al pequeño bebé que estaba entre sus brazos –Serás hermoso y fuerte, no dependerás de ningún alfa –sonrío y beso la frente de su hijo, no tenía ni dos días de nacido y ya estaba escuchando los gritos de las peleas de sus padres– Mi bebé, mi guapo y tierno Hiccup –beso su cabecita con premura.

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El reino del norte tenía 9 meses de invierno, y a pesar de no tener grandes recursos más que el frío hielo, hizo lo posible por tener tecnología que lograra ayudar en su día a día a sopórtalos, gracias a eso ahora eran uno de los reinos más avanzados en esta, aunque dependían mucho de los recursos de los otros reinos. Además podían comercializar con todo el hielo que tenían, el cual también era bastante solicitado junto con sus tecnologías en los demás reinos. Los animales de este reino eran muy raros, la mayoría poseía un bello pelaje blanco muy cotizado, de igual forma sus ciudadanos en su mayoría poseían colores claros en sus cabellos, el rey de este reino junto con su familia poseía el cabello más blanco que pudiera existir en todo el mundo, un blanco como la nieve, incluso a veces se llegaba a pensar que era un blanco cristal, que relucía como ninguno.

En ese momento el susodicho rey se encontraba pasando tiempo de calidad con su pequeño hijo, bueno, si se le puede llamar tiempo de calidad a ello.

-¡10 lagartijas más, vamos Jack, tienes que ganar músculo! –dijo un señor muy alto, con apariencia muy semejante a Santa Claus.

-Papá... ya no puedo más... -dijo el pequeño de 4 años agobiado por el ejercicio.

-para ser un alfa, estás muy escuálido, hijo, tienes que esforzarte por obtener a un buen omega de otro de los reinos, así que... ¡dame 10 lagartijas más!

El linaje perdido de los descendientes ancestralesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora