De compras por la ciudad

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Ya había pasado días después de que Ander tuvo una herida, nunca habló de eso, aunque bueno, no tuvo a muchos que darle explicaciones ya que no tenía muchos amigos. Solo tenía a Mariadne y a Pablo, colegas que conoce hace muy poco por lo tanto no podía confiar mucho en ellos.

En llamada:
Ander, ¡hola!, me quedé preocupada por tu herida, ¿Cómo está? O bueno, ¿Cómo estás tú?— pregunta Mariadne preocupada.
—estoy bien, Gracias por preguntar— <Mariadne es muy amable> pensó Ander. —te cuento que me encuentro algo perdido en la ciudad. Necesito un empleo, el dinero se acaba en un instante.
—oh, vale. Podemos ir esta tarde al centro de la ciudad, tengo la tarde libre.
—¿Harías eso por mí?
—¡claro, vecino!
—vale gracias, en unas dos horas paso por ti.

Termina la llamada.

Ander cuelga y retoma lo que estaba haciendo: acomodado su nuevo hogar. Prácticamente estaba empezado de cero y era algo emocionante para él salir de su zona de confort, por fin podría vivir la vida que él quería. Podría retomar sus estudios, tener amigos y de vez en cuando salir con chicas, como una vida normal de un adolescente; lo que él quería.
Suspiró al ver todo lo que le faltaba limpiar y acomodar. El lugar era muy grande y desde hace mucho que nadie habita ahí. Comenzó con tirar todas las cosas innecesarias o las que ya no sirven; como cajas, cuadros rotos, plástico, basura y todo eso. Después de un rato barrió y el lugar ya estaba más amplio y habitable, fue muy buen avance aunque aún faltaba amueblar la casa ya que solo contaba con una cama individual. Después de quedarse viendo la casa por un buen rato, se dio cuenta que fue un error haber rentado una casa tan enorme y con ventanas gigantes, era todo lo opuesto a lo que buscaba: llamar la atención. Pero bueno, es Ander, aunque él no quiera llama la atención.
Después de tanto acomodar quedó agotado y le empezó a dar muchísima hambre, pero no tenía ni refrigerador. Así que optó por llamarle a Mariadne para ir al centro a comer y después de ahí buscar el empleo.

Toma su celular y busca el nombre de su amable vecina entre sus contactos.
—Mariadne, ¿Vamos a comer? Me estoy muriendo de hambre y en la nueva casa no hay ni refrigerador.
—Mi madre te ha invitado a comer, ya que quiere conocer al nuevo vecino, te esperamos.
—oh, vale. Gracias, en serio.

Termina la llamada y va a casa de su nueva vecina. Después de caminar unos cuantos metros llega y toca la puerta.
—Hola Ander, adelante. Soy la mamá de Mariadne— se presenta Viviana, una señora que se miraba muy joven para su edad, amable y coqueta.
La casa era acogedora, ni grande, ni pequeña pero muy lujosa. Viviana lo hace pasar y él se sienta en la sala, después Mariadne sale de su habitación y los tres se sientan en la mesa a comer.

—y bien Ander ¿Qué haces en una ciudad tan grande viviendo solo?— pregunta Viviana con cierto interés.
—este año cumplí 18 y le dije a mis padres que quería terminar mi último año en otra ciudad, tardé en convencerlos aunque la condición es que sería cien por ciento independiente— contestó como si estuviera ensayando todo el día enfrente del espejo.
—¿De dónde eres?— preguntó nuevamente.
—Madrid, mi padre es mexicano y mi mamá española, gran choque cultural— los tres rieron.

Después de algunas preguntas que le hacía Viviana a Ander (algunas cotidianas otras incómodas) terminaron de comer sus deliciosas hamburguesas y Mariadne dijo que era momento de ir al centro ya que ya había bajado el sol.

—fue un gusto conocerla, vecina. Espero verla pronto— se despide Ander con una sonrisa coqueta y un estrecho de mano.
—igualmente.—contestó ella.

Mariadne y Ander fueron caminado al centro y en el camino se iban conociendo un poco más.
—Ander, disculpa a mi madre, es que ella parece que su hobby favorito es coquetear con mis amigos— dice mientras se concentra pateando una piedra en su camino.
—Ander ríe y sus ojos se achinan— pero tu madre es de puta madre— contesta para que no se sienta apenada. —me cae bien.

En ese momento Ander voltea a ver la piedra que Mariadne estaba pateando y se topa con unos edificios gigantes.
—ah, son tiendas grandes— sonaba entre agotado y emocionado.
—por eso amo venir al mall, hay todo lo que te puedas imaginar, podemos iniciar con tu casa o con tu aspecto, como quieras.— dijo con una chispa vivaz diciendo todo rápidamente y con energía.
—mmmhm, no lo sé, nunca he vivido solo. Supongo que mi casa.— contestó dudoso.
—Ander, también tu aspecto es importante, sino ¿cómo irás a la escuela?
—mmm, la escuela, cierto—contestaba cada vez más dudoso.
—¿Qué sucede Ander? ¿Extrañas tu hogar?
—uy no, jamás extrañaría mi hogar—contestó rápidamente. —extraño a mi familia, mis amigos... todo es diferente aquí muy diferente.
—Vale, te tienes que adaptar, a todos nos pasa. Mi hermana está estudiando fuera y éste año se gradúa y por fin vendrá a casa. Fueron tiempos difíciles pero ya casi culmina la carrera.
—supongo que sí...— se quedó pensativo.
—ah vale Ander—le tomó de las manos— vamos adentro, hemos caminado muchísimo.

Ander recapacitó que no era un buen momento para su bajón así que entraron a las tiendas. Compraron muebles, decoración, ropa y hasta Mariadne gozó de ciertos lujos.
—tío esto está de puta madre, tu billetera es infinita—Mariadne rió.
—vale pues es mi primer día aquí, aún me queda para buen rato, no me quiero confiar por eso quiero el empleo.
—eso será mañana ocupas descansar— su sonrisa fue amable y compresiva.

En el camino de regreso sujetos de distintas tiendas le llevaban los muebles y las cosas a su hogar mientras ellos tomaron un taxi hacia su departamento.
—esto es un desastre Ander, supuse que estabas Limpiando.—dijo Mariadne al entrar por primera vez al depa de Ander con algunas bolsas en la mano.
—¿Estás jugando? Pasé horas acomodando y tirando cosas, créeme que estaba peor.
—No sé porqué compraste este depa Ander, por algo nadie lo ha comprado durante años— sonó algo misteriosa.
—¿De qué hablas tía?
—no lo sé, no te quiero asustar pero aquí pasan cosas muy raras.

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⏰ Última actualización: May 03, 2020 ⏰

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