Final

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—No te atrevas Darien Chiba.
—¡Silencio! —ordenó por primera vez, estoy frustrado, sacado de mis casillas, es ahora o nunca. Me tendrá que escuchar y si dice que no tendrá que darme un buen argumento.—esta vez no, Kenji Tsukino

Sacó torpemente la cajita de mi bolsillo, los ojos de expectación de mi suegro.

<Hasta que al fin te pusiste los pantalones, lastima que tu suegro lo puede tomar como una falta de respeto>, ¡Ya me tienes harto! ¡Porque no te desapareces y me dejas en paz.

¡Rayos!, acabo de decir lo que acabo de decir en voz alta. Miro a Serena que esta mas que sorprendida y a Kenji que esta hecho furia tras mi comentario en voz alta que esta vez no era para él.

<Te odio voz estúpida>
<No es mi culpa que no sepas controlar tus emociones>

Aghhh, ¿Con que cara le pido la mano de mi princesa después de esto?

—Sr. Kenji, lo siento—agachó mi cabeza en señal de arrepentimiento. Puede caerme de la patada, pero es el padre de mi Serena, sin él, ella no existiria—, me estoy volviendo loco con la situación, yo no quise decir...
—Pero lo dijiste—responde secamente—, ¿Así esperas que algún día te acepte?. No deseo un yerno que me falte el respeto. Yo me largo.—él se da media vuelta y toma de la mano a Serena quien me mira con tristeza.
—Sr. Kenji, espere.—suplico una vez más—. Por favor, escucheme, le ruego que por una vez en su vida me escuche.

<Andale, sigue así, humíllate>

Kenji se detiene y creo tener la esperanza de que me pueda escuchar.

—No lo arruines Chiba—me responde antes de volverse a ir.

Me quedo desolado sin saber, ¿que hacer?. La enfermera me trae dos historias clínicas, sabe que no estoy de turno, pero la emergencia está a punto de explotar y me pide ayuda, accedo, intentando despejarme un poco.

No se si considerar esto como mi noveno fracaso, creo que si lo es, lo peor es que me autosabotee.

Luego de 5 largas horas, con muchos heridos, una anciana que vino con  pre infarto y un joven con un aneurisma a punto de estallar. Al fin puedo darme un descanso.

Llegó a la sala de star, me quito la bata colocándola en un perchero y caigo pesadamente sobre el sofá. Empiezo a llenar la papeleta de horas extras para poder cobrarmelas mas adelante.

Suspiro exhausto, tomó un poco de café y reviso mi celular. ¡Maldición!, tengo 20 llamadas perdidas de Serena... ¿Que hago? ¡¿Que hago?!

<Pues ve a su casa, surca la valla, avanza, sube al balcón y robatela>

¡QUE.... NO!

—Doctor, perdón—dijo la enfermera muy pálida—, no quise molestar.
—Mayumi, perdoname a mi.

Reviso la historia que me ha traído, realizó un reajuste en la medicación y cuando decido llamar a Serena veo un mensaje en el buzón.

«Darien, mi papá quiere hablar contigo. Por favor, primero respira hondo y trata de tranquilizarte y ven antes de las 9. Me advirtió que debías ser puntual.»

Veo el reloj y marca las 8:30, salgo disparado del hospital hacia su casa. Manejo a 100 Km/h, corriendo el riesgo que un policía me llegue a detener. Llegó a mi destino un minuto antes del límite de tiempo.

<Hombre respira>

<Claro como tu no tuviste que volar>

<Te olvidas que el infarto me iba a dar a mi contigo como loco al volante>

Pedirlo o no pedirlo... esa es la cuestión Donde viven las historias. Descúbrelo ahora