Un Cuento Sobre Viento.

En la mañana...

Shi QingXuan se miraba tranquilo en la corriente estera de bambú; sus delicados gestos se miraban relajados y su lacio cabello castaño se esparcía por la almohada como una serie de serpientes; algunos mechones traviesos se ubicaban en su rostro, Ming Yi los aparto rosando con cuidado la suave piel del rostro del ex-Señor del Viento. Habían pasado ya pocos años desde la derroca de Jun Wu, desde la nueva organización de la corte celestial, desde la muerte del Señor del Agua, desde que Shi QingXuan perdió todo su poder espiritual a manos del Reverendo de las Palabras Vacías; uno pocos años en los cuales el menor de los famosos hermanos decidió vivir su vida como un mortal alejado de los asuntos celestiales.

Unos cuantos años en lo que su querido amigo lo había acompañado de manera casi incondicional.

Era una calurosa mañana de verano, en mañanas como esas Shi QingXuan solía dormir hasta tarde, justificando aquella perezosa actitud con la queja de que el calor le generaba más sueño de lo normal, eran las mañanas como esa en las cuales Ming Yi se debatía si dejarlo dormir un poco más o despertarlo bajándolo de una patada de la estera. Esa mañana se había decidido por la primero opción, observaba con atención los rasgos del su amigo; le sorprendía como conservaba la delicadeza de un joven amo aun cuando se dedicaba a ayudar a labrar la tierra y cultivar la cosecha bajo el sol ardiente junto con los demás campesinos de aquella pequeña comunidad a la cual ambos se habían integrado ya hace algún tiempo, como sus ojos no mostraban ojeras o símbolos de cansancio pese a desvelarse en constantes ocasiones administrando el dinero que conseguían con sus diversos trabajos temporales, o en otras practicando con un viejo telar intentando crear alguna prenda que fuese capaz de usarse, o que no pareciera un trapo deformado. El Señor de la tierra tomo con delicadeza un de las manos que descansaba sobre la estera y noto los pequeños cortes y asperezas que se habían formado con el trabajo duro; realmente se estaba esforzando por tratar de llevar un vida digna como mortal. Pero no era el suficiente esfuerzo, por lo cual tiro de aquella mano llevando al ex-oficial celestial al suelo en un golpe sordo; este se levantó con una serie de quejidos molestos.

— ¡Aiya! Ming-xiong ¿Por qué fuiste tan brusco? — Se levantó del suelo con una expresión molesta, sus prendas interiores se habían desatado resbalando por sus hombros dejando su torso casi al descubierto, el ex-señor del viento había ganado una buena condición física debido al trabajo, los músculos de su pecho y abdomen no se miraban demacrados por el poco alimento que ambos solían consumir, en cambio se miraban bien desarrollados. Esa imagen desapareció de la vista de Ming Yi en cuanto Shi QingXuan se reacomodo la ropa y comenzó a buscar sus prendas exteriores.

—Es tarde, debes de ir al campo a ayudar a los ancianos.

— ¿No me acompañaras hoy?

—Recibí unas cuantas plegarias, iré a encargarme de ellas, volveré cuando termine. — miro a la figura del otro hombre desaparecer tras un biombo de papel para luego salir con un traje de campesino, nada que se comparaba con la elegantes y finas prendas que solía llevar; lo miro intentar atarse el cabello en una coleta para el trabajo, pero el verlo fallar en varias ocasiones le arto y se dirigió a hacerlo él.

—Cierto, cierto. Debes de encargarte de eso. Bien, entonces me iré, después de trabajar aquí iré a la ciudad para ver si necesitan ayuda en algo; tal vez pueda ganar lo suficiente para una buena cena esta noche. Oh, gracias por tu ayuda. — la idea de una buena cena le genero un deje de satisfacción que no admitiría; terminando su trabajo se apartó mirando a su amigo, una imagen tan diferente a la que había acompañado durante años pero la misma sonrisa que expresaba una gran amabilidad sin límites; un extraño sentimiento le hizo apartar la mirada y salir de esa pequeña casa camino a cumplir con sus obligaciones como Señor de la Tierra. Dibujo la matriz de transportación; al volver a abrir la puerta un área donde se estaba iniciando la edificación de un templo lo recibió; suspiro preparado para cumplir sus responsabilidades.