4.

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Habían pasado casi dos semanas desde aquel día, todo seguia como normalmente lo hacía, Park y Yoongi se llevaban bien y el mayor se sentía callendo por el bailarín cada vez más profundo.
Park no era solo lindo por fuera, también lo era por dentro, sus sentimientos eran lindos, puros e inocentes, el día cinco, había limpiado las teclas del piano para que las manos de Yoongi no se ensuciaran, el día seis, había llevado fresas para que ambos comieran y el día ocho, le había dicho que era guapo mientras le sonreía y le hacía la seña para que volviera a comenzar.

"—Guapo hyung—"le habló y una vez Yoongi lo miró este movió sus dedos índices simulando rotación, así Yoongi empezó de nuevo.

El noveno día, lo besó. No Park a Yoongi si no Yoongi a Park, enmedio de la sala, luego de haber tocado hasta la madrugada.

—¿Hyung? ¿Que hace aquí han tarde?—preguntó el menor, sorprendido de verlo ahí, tocando el piano, a las dos de la mañana.

—¿Park? Tu, no deberías estar aquí ¿Porque veniste?— preguntó, viendo cómo en su hombro colgaba un bolso negro, algo esponjoso y el vestía lo mismo que traía puesto en la práctica de ese día.

—Vivo cerca, vine a practicar, no podía dormir.— al parecer habían pasado por la misma situación.

— Comprendo ¿Quieres que me vaya?— el ambiente, era distinto, no era lindo, era denso, podía ver al menor entre la oscuridad y lucia, distinto, distinto y asombroso.

—No hyung, no se vaya.—contestó con voz baja.

El olor a goma de mascar que tanto le gustaba se volvió concentrado, Yoongi pudo sentirlo en cada poro de su cuerpo y dejó de tocar para ponerse de pie y cambiar a la dirección de Park, justo en medio de la sala.

Lo miró de cerca, traía un maquillaje ligero que lo hacía ver increíble y el menor separó los labios respirando profundo.

—Huele a cigarrillo.— dijo mientras se acercaba más, tratando de decifrar si era responsabilidad de su hyung.

—En ocasiones fumo, ya es casi mi olor.— contestó llevándose la orilla de su saco a la nariz.

—No es verdad, usted huele a naranja.— sus narices rozaban y la espalda de Park estaba junto al espejo.

—Puedes olerme.— Min contestó sin alejarse.

—Como todos los omegas.—la pequeña mano del menor, ascendió al cuello del pianista y la posó ahí, rodeándolo.

—No eres como todos los omegas.—y lo besó, lento y largo. Saboreó el sabor dulce de sus labios y cuando sus lenguas se encontraron, no hubo marcha atrás.
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Era el día doce, Yoongi había llegado primero y había preparado una toalla pequeña y una botella de agua para el menor,  unos minutos después, el menor entro usando unos pantalones de deporte negros y una camisa blanca de mangas cortas, le sonrió y extendió en su pequeña mano un chocolate.

—Había un chico vendiendolos en la calle mientras caminaba hacía aquí, así que compré uno para usted. — dijo, y con el corazón enternecido, Min lo tomó y agradeció.

—¿Caminas demasiado hasta acá?— dijo mientras sacaba la envoltura del chocolate y lo llevaba a su boca, masticando suavemente.

—No, en realidad no lo hago ¿Empezamos ya?— se quitó los zapatos.

—Te dejé un agua y una toalla por allá.—apuntó con la barbilla la esquina contraria de la sala, mientras leía las partituras. —Puedo pasar por ti si quieres, para traerte aquí, solo dime dónde vives.—estaba concentrado leyendo y aspirando el aroma a goma de mascar

Not so innocent. [YM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora