El inicio

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En la ventana de Madeline se escuchaban ruidos de piedras azotando la ventana de su balcón, ella corrió hacia la ventana y descubrió que era Matthew, al verle le sonrió y bajó corriendo las escaleras. Su mamá estaba en la cocina haciendo lo que fuese que hicieran las mamás en la cocina y trató de escabullirse sin ser vista.

-Madeline... ¿a dónde vas? -le preguntó su madre atenta a lo que hacía de espaldas en la encimera.

-Solo voy a jugar al patio. -le dijo mientras la niña ya tenía una mano en la puerta.

-Ve con Ethan.

-Pero mamá-reprochó la niña-Ethan es aburrido y además está con sus amigos.

-Si te dejo ir sola, ¿obedeceras las reglas?

-Si mamá, las tengo claras -la niña sabía más de reglas que de su familia ya que en pueblo era importante saber de reglas y sobre todo nunca desobedecerlas.

-No tardes.-Madeline corrió fuera de la casa en dirección a donde había visto a Matthew, para encontrarse con el detrás de un gran árbol frutal que daba hacia su habitación.

-¡Madeline! -gritó mientras la alcanzaba para saludarla -¡Hoy te toca atrapar! -Matthew se echó a correr con Madeline detrás de él. Los dos jugaron y corrieron por todos lados hasta que se adentraron al bosque y se dirigieron hasta un claro en donde se detuvieron.

-Después de descansar deberíamos de volver inmediatamente al pueblo, prometí que no me alejaría demasiado. - dijo la niña.

-Si pero antes quería darte algo -Matthew sacó del bolsillo del pantalón una hermosa pulsera plateada con dijes de letras que formaban su nombre: Madeline. La niña le tendió la mano para que se la colocara y él lo hizo.

El tío de Matthew trabajaba como herrero en el pueblo y tenía un pequeño negocio cerca del centro en donde trabajaba con los metales. Aquel verano Matthew le había ayudado y como compensación su tío le hizo la pulsera.

-¡Es preciosa! Gracias Matthew -se abalanzó a sus brazos para darle las gracias. -Yo te tengo, esto - la niña sacó de su bolsa del vestido una pulsera hecha con cuero y un patrón de colores con hilos.

-Te prometo que pase lo que pasé nunca me la quitaré. -Matthew le sonrió a Madeline - Deberíamos de regresar al pueblo antes de que todos nos busquen. - la ayudó a levantarse y regresaron juntos de nuevo hasta el pueblo.

-Mañana nos veremos de nuevo, en donde siempre ¿Verdad? -Le preguntó Matthew a Madeline.

-Si, como siempre.

Horas después cuando ya cada quien se encontraba en su hogar, Madeline estaba en la sala jugando con sus muñecas y cantando, cuando un señor tocó la puerta de su casa. Era un hombre de edad no tan avanzada y que llevaba una vestimenta muy extraña; largas túnicas azul marino lo envolvían, usaba un bastón de plata demasiado lustrosa y en la empuñadura tenía un lobo aullando que tenía 2 rubíes brillantes por ojos. Todos en el pueblo le conocían como: Padre José.

Él padre José era reconocido por ser un gran brujo que podía controlar todo tipo de magia y el "cura" o el encargado de que no existiera persona que manejara magia negra para maleficios, el enseñaba pero no era posible utilizarla más que en situaciones críticas. Era perteneciente a la familia Solomón, una familia de las más adineradas en él pueblo. Había sido maestro de la abuela de Madeline y era el único que se había atrevido a entrar al bosque prohibido, enfrentar a todo tipo de criaturas y salir con vida, o al menos eso contaban en el pueblo, puesto que a pesar de todas esas leyendas Madeline pensaba que la dichosa "magia" de la familia Solomón era solo una estafa, la magia no pasaba de sus libros infantiles que su madre le leía por la noche.

Detrás de todas sus túnicas, salió un niño rubio y de ojos azules como él cielo, Madeline le conocía porque había veces que iba con su papá a la residencia de los Solomón y le había visto de lejos, también de iban juntos en el colegio pero pocas veces habían cruzado palabra, era nieto del Padre José y su nombre era Peter Solomón.

-Hola pequeña-la miró fijamente-no deberías de abrir la puerta a cualquier persona-puso su bastón frente a él-vengo a ver a tu madre ¿Está en casa? -Madeline asintió con la cabeza, y se dirigió hasta la cocina.

-¡Mamá! -la niña gritó para llamar su atención -El padre José está aquí, te está buscando.

La señora caminó hasta la entrada y saludó al padre, hasta que este se atrevió a hablar.

-Pase por favor, no se quede en la puerta para que no se moje - afuera llovía a cántaros pero el asunto no podía esperar. -dígame ¿en qué lo puedo ayudar?

-Peter, ¿por qué no subes con Madeline a jugar?-el niño asintió y tomó a Madeline de la mano para subirla por las escaleras, a mitad de estas, la niña se detuvo.

-Quiero escuchar.-dijo Madeline.

-No, me dieron la orden de que no escucharas y eso voy a hacer.

-¿Es malo?

-Ni siquiera yo lo sé.

-Me voy a quedar aquí a escuchar-la niña se sentó en las escaleras.

-Que tercas son las niñas-dijo Peter mientras se sentaba a su lado.

-Los niños no son distintos, por si no lo sabías.

-Lo siento, no era mi intención decir eso-Peter se sentó junto a ella-¿Qué jugabas cuando llegamos?

-Cantaba una canción que me enseñó mi abuela ¿Quieres oírla?-Peter asintió.

-Yo tengo una casita que es así y así, que sale humo por la chimenea así, así que cuando quiero entrar, yo golpeó así-se escucharon unos cuantos golpes dentro de las paredes-y cuando quiero entrar, me limpio los pies así y así-pasos en el ático hicieron que Peter comenzara a asustarse.

-¿Qué fue eso?

-Mi mamá dice que la casa es tan vieja que cuando llueve rechina por todos lados. Si vas a estar de miedoso, cállate y déjame escuchar.

-Encontramos al menor en el páramo, él pequeño está muy lastimado, tiene marcas de mordidas y rasguños, al parecer lo atacó un animal y la doctora del pueblo dice que es un milagro que siga vivo-la madre de Madeline se cubrió la boca con la mano -pero no fue lo único que encontramos y le pido que se tome las cosas con calma y que por el momento no se angustie.

-¿Qué ha pasado padre? -la mamá de Madeline sonaba preocupada.

-Madeline, creo que hay algo en el ático-los pasos seguían escuchandose. La niña se limitó a hacer "shhhh".

-Es la razón por la que no quería que Madeline estuviera aquí-Madeline miró a Peter preocupada -en él mismo lugar donde encontramos al pequeño lastimado, encontramos a su esposo está inconsciente y los dos están en la clínica. Ya estamos trabajando en ello para averiguar qué fue lo que los atacó, pero mientras tanto el pueblo tendrá toque de queda, no queremos más heridos.

-Madeline, enserio escucho algo en el ático.-Peter se levantó y se giró hacia el pasillo.

-No hay nada Peter.-la niña se levantó y vio en dirección al pasillo, hasta que escucharon un fuerte regaño.

-¡Peter, baja inmediatamente!-el Padre José estaba al pie de la escalera -no puedo creer que los dos estuvieran espiando a hurtadillas, despídete y vámonos.

Madeline y Peter de voltearon a ver, el niño se levantó y se dirigió hasta la puerta junto con el padre.

-Recuerde que hay toque de queda, la pequeña no puede salir hasta que tengamos todas las zonas aseguradas, por el momento se está buscando por todo el pueblo.

Las Crónicas Del BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora