Parecía injusto no poder disfrutar esas horas con su familia, pero el pueblo y los deberes llamaban. Maxon, resignado y agotado, se encontraba en una reunión con los asesores financieros quienes hablaban de cómo mejorar la economía de Illéa sin arriesgar demasiado.
-¡Maxon!
America entraba por la puerta de la habitación, sin esperar confirmación ninguna de los guardias. Su paso era firme y rápido, su cara (aparte de estar cubierta por un ligero sudor) tenía un tono colorado y sus ojos parecían estar inyectados en sangre.
Inmediatamente Maxon se acercó a ella y dejó a los asesores hablando solos.
-¿Qué sucede?
-Son… -ella tomó una gran bocanada de aire e intentó calmarse.- los niños. No están. –el corazón de Maxon comenzó a palpitar rápidamente.
-¿Estás segura? –America asintió con la cabeza.- ¿Buscaron en todos los lugares? –repitió el gesto.- ¿Y en los refugios?
-¡También, Maxon! No habría interrumpido de esa manera si no fuese una emergencia.
-De acuerdo. Vamos.
Dos horas después ya habían recorrido los lugares más escondidos del palacio y aun así nadie tenía idea de en dónde podrían estar Ahren, Eadlyn y Kile, el hijo de Marlee. Ésta caminaba de un lado al otro y repetía las mismas preguntas una y otra vez.
-Danielle, ¿estás segura, pero totalmente segurísima, de que no viste cuando se fueron? –le preguntaba a la maestra de los chicos.
-Sí, señora. Ya se lo dije a la reina America. Solo les di diez minutos de recreo y cuando los llamé para continuar con la clase, no estaban por ningún lado.
-¡Dios santo, pueden estar en cualquier sitio! Este lugar es inmenso. –dijo Marlee al borde del llanto.
Maxon, intentando mantener la calma como siempre, le dio un abrazo a su amiga e intentó buscar las palabras adecuadas.
-Marlee, calma. Tienen once y doce años. No son unos bebés, saben manejarse por su cuenta.
-Lo sé, Maxon. Pero incluso siendo así de grandes, podrían haberlos secuestrado o algo.
-No, eso lo dudo. No podrían haberlos secuestrado desde el interior del Palacio.
Marlee se alejó de él.
-¿Y si estaban afuera? –Maxon hizo ademán de hablar, pero en su lugar prefirió callar. En esos momentos ya no sabía qué suponer.
America entró a la sala junto con Silvia, quien traía noticias.
-Creen haberlos visto.
Sin pensárselo dos veces, Maxon habló.
-Guíanos.
* * *
Llegaron a la hectárea de campo más alejada del palacio y los vieron. Eadlyn llevaba un vestido blanco que le llegaba hasta sus pies, Kile (parado frente a ella) estaba usando un esmoquin negro, y Ahren, parado frente a ellos dos, vestía una larga túnica negra.
-¿Qué están haciendo? –preguntó Maxon, completamente confundido.
America llegó a su lado, observó la escena y repentinamente sonrió.
-Están casándose, tontito. –contestó Marlee, igual de sonriente que America.
Ellas avanzaron y Maxon se quedó allí parado, intentando comprender todo.
-Chicos, ¿qué están haciendo aquí? –preguntó America, mientras que Marlee abrazaba a Kile y no lo soltaba.
-Basta, mamá. –le decía él.
-Estoy casando a Edly y a Kile. –respondió Ahren a la pregunta de su madre.
-¡Creímos que les había pasado algo horrible!
-Calma mamá, somos personas grandes. –le dijo Eadlyn.
-No. Son niños de once años apenas.
-Y los futuros gobernantes de Illéa. –agregó Maxon cuando estuvo cerca.
-¡Con aún más razón no pueden simplemente andar por cualquier lado sin avisar!
-Pero es que no podíamos avisarles. –dijo Eadlyn.
-¿Creyeron que no dejaríamos que jugaran a casarse? –preguntó America.
-No los dejaríamos. –dijo Maxon mirando a su esposa.- ¿O sí? –ella lo fulminó con la mirada y volvió a poner atención a los chicos.
-No estábamos jugando a nada, mamá. Nos vamos a casar. –contestó Eadlyn. Apretó con fuerza el ramo de flores y le dio la mano a Kile, quien intentaba librarse de su madre la cual aún no lo soltaba del todo.
-¿Cómo que se van a casar? –Preguntó Marlee.- Si apenas tienen doce años. Además, ¿quién los casaría?
-Ahren. Como posible futuro rey tiene poder de llevar a cabo la ceremonia. –Contestó Kile, muy seguro de lo que decía.
America, Maxon y Marlee intentaron contener la risa. Ésta última se agacho frente a su hijo y lo tomó suavemente de sus hombros.
-Kile, cariño, Ahren no puede hacer eso. –le respondió su madre.
-Pero… -Eadlyn miró furiosa a su hermano.- ¿En serio no puedes? –Él solo se encogió de hombros y fue junto a su madre, quien le dio un gran abrazo y casi se puso a llorar.- ¡Ay! ¿Ya ves por qué me sacas de quicio a veces? –le dijo Eadlyn a su hermano menor.
Ella tiró el ramo de flores y se marchó cuesta abajo, Maxon sin decir más la siguió.
-Kile, ¿por qué iban a hacer eso?
-Porque nos amamos, tia Mer. Y queríamos casarnos.
-Pero saben que son muy chicos para eso.
-Tenemos la edad suficiente.
-Ay Kile, luego tendremos una charla bastante profunda tú y yo. –le dijo Marlee, sonriendo y respirando hondo.
-Y yo tendré que hablar con Edly, de seguro está furiosa. –America le dio un beso en la frente a Ahren y se paró.- ¿Vamos, chicos? Hay muchas cosas por hacer.
-¿Cómo planificar una futura boda? –preguntó Marlee.
America y su mejor amiga se retiraron de allí junto con sus hijos, riendo ante la ocurrencia de los mismos e imaginando un futuro no tan lejano.