Ella buscaba la luz, una luz que la sacará de aquel infierno.
Recojer sus pedazos era lo único que le quedaba.
El desesperado quería demostrarle al mundo que él era humano, que el lograría todo lo que jodidamente el se propusiera.
Pero la vida no es...
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Odiaba su cara Redonda.
Odiaba sus putas y malditas sonrisas que podían iluminar hasta el lugar más recóndito de su ser.
Odiaba esos ojos grandes y juguetones repletos de un chocolate sedoso y lleno de vida y optimismo.
Y mucho más le secaba de sus casillas era esa maldita mirada que le dió cuando estaban luchando.
Era como su le estubiera diciendo "Voy a hacerlo maldito y tú ni nadie me va a detener"
Esa fuerza, Esa tenacidad, No había ningún rastro de duda o miedo.
Y
Ella era todo lo que él odiaba.
Odiaba sentirse atraído por esa maldita mirada.
Odiaba ese sentimiento que hacia tanta presión en su pecho como si fuera a romperle las costillas.
Odiaba sentirse vacío y perdido como un jodido cachorro si ella no estaba cerca.
Odiaba sentir que podía ser el Amo del puto mundo solo con verla sonreír.
Ella podía joderle la vida como nadie se atrevía a hacerlo, ella era todo, todo lo que jamás pensó tener, ni siquiera pensó que alguien podría ser así de malditamente atractiva al enojarse.
Ella era la única puta que se había merecido su respeto porque ella no era una de esas malditas con faldita que se reía de todo y se podría quebrar de un solo golpe.
Al contrario ella era malditamente inquebrantable...
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