Ella buscaba la luz, una luz que la sacará de aquel infierno.
Recojer sus pedazos era lo único que le quedaba.
El desesperado quería demostrarle al mundo que él era humano, que el lograría todo lo que jodidamente el se propusiera.
Pero la vida no es...
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Su cabeza daba vueltas, podía sentir como su cuerpo temblaba fuertemente en aquel suelo de asfalto y cenizas.
Si, cenizas.
Cenizas de todo lo que habia.
Sus ojos solían, sentía como las lágrimas ardían en su cara y lo vio a el.
No te levantes
Su cabello de un dorado opaco casi cenizo, noto como sus grandes manos olor a caramelo temblaban haciendo que el levantarse fuera un fracaso pero vio esa sonrisa, esa mirada, ese fuego que lo iba a consumir todo.
Ese espíritu de no rendirse.
No te acerques
Por primera vez en todo aquello, entre el infierno, entre los gritos, entre la agonía.
Sintió esperanza.
Esperanza de que ellos pudieran salvarse.
-Vamos a joder traceros - Su garganta dolió como el demonio pero aún así le dedicó una mirada de confianza al chico.
Te quemaras
Pudo observar como el ojirubi río disimuladamente al escuchar el atrevimiento de la chica.
Tus alas se harán cenizas.
Te consumirlas
Te caerás
Arderas
¿Estás dispuesta a perderlo todo?
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Kirishima había sentido una gran curiosidad al ver cómo su mejor amigo plantaba aquella cara.
Una preocupación amarga.
Una necesidad.
Si, y es que Eijirō Kirishima era el único que se había dedicado a quitar cada capa y descifrarla con arduo trabajo.