Sexto Capítulo♥

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¿Qué estaba pasando? Otra vez mi mente en blanco, mis neuronas no funcionaban, mi cerebro no mandaba órdenes a mi cuerpo.

No sabía que sentir; si felicidad porque al parecer ya había acabado todo, miedo por lo que pasó, o frustración por no saber por qué había pasado.

Creo que lo que en ese instante sentí era una mezcla de los tres.

Agarré mi móvil y borré todos los mensajes que había recibido de aquella persona. Luego marqué a Lidia, necesitaba a Lidia.

Escuché el tono 3 veces, luego me mandó al buzón de voz:

“Lidia, quizás estés ocupada (con Matías, supongo), pero te necesito ahora, justo AHORA. Termina rápida de hacer lo que estás haciendo por favor. Ya sabes lo que dicen: solo afloja la pelvis. Te quiero y te necesito. Llámame en cuanto puedas, un beso”

No me enojé que Lidia por eso, en el fondo sabía que no estaría para mí. Sé que ella es mi mejor amiga pero nosotras –Lidia y yo- nunca hemos seguido las “reglas de las mejores amigas”.

Eso de que te apoyo en todo, sin ti no vivo, si tú saltas yo salto… y todas esas cursilerías.

 Ella está ahí para mí, pero las dos tenemos vida propia y a veces es necesario que cada una tenga su espacio, no por ser mejores amigas significa que me tiene que gustar lo que a ella le gusta. Es más, si algo nos incomoda nos lo decimos, sin rodeos, de frente.

Todas las personas tenemos límites, y sé que ella es mi límite perfecto y yo el suyo. 

Si vuelo por los aires ella sabe cuándo ya es demasiado alto y necesito bajar, y si ella nada en las profundidades yo sé cuándo ya es suficiente y necesita salir a la superficie. 


Somos polos opuestos, el sol y la luna, la tierra y el mar, enero y diciembre, el blanco y el negro, el más y el menos, el principio y el fin, la A y la Z. Y juro, juro, que no podría estar más feliz de que sea así.

Le envié un mensaje a mi madre:

“No creo que pueda dormir temprano hoy ¿ya acabó la reunión? ¿Han solucionado el problema? Lo siento si te interrumpo. Te extraño, regresa pronto.”

Luego bajé a la cocina, me preparé un sándwich y me serví un vaso de leche. Dejé todo en la mesa del comedor y me dirigí al baño de invitados, ahí está el botiquín de primeros auxilios. Agarré unos calmantes y los metí en el bolsillo de mi pantalón.

Recogí la comida y subí de nuevo a mi habitación.

Me comí el sándwich y me tomé los calmantes con la leche.

Encendí la televisión y me puse a ver MTV, de repente sonó el móvil, era Lidia, un mensaje de Lidia.

“Brisa, lo siento, creo que hoy me he excedido (y eso que no es viernes) discúlpame iré a tu casa en 15 minutos (supongo que tu mamá no está así que me quedaré a dormir allá, bueno solo si quieres. Entenderé si estás enojada o algo así. Tengo tanto que contarte (ya has de imaginar sobre qué) te quiero.”

Luego me puse a pensar: ¿Qué le diría a Lidia? Oye si Lidia, ¿sabes? están leyendo mi mente... no, eso no, es imposible –aunque aún no me lo crea yo misma- Entonces le podría decir, ¡Lidia! Mi vida corre peligro… no, eso no es verdad, no me han hecho nada y no he recibido amenazas. La carta podría enseñarle la carta… ¿Y la carta?

No estaba donde la había dejado. Busqué, busqué y busqué. ¿Dónde demonios estaba esa carta? Era como si hubiera desaparecido, desvanecido en el espacio.

Alguien tuvo que haber entrado en mi habitación. ¿Quién? Obviamente la misma persona que la había dejado ahí desde un principio, pero ¿Por qué? O ¿Para qué? Aquella persona podría muy bien haberla dejado aquí conmigo. Ya la había visto no necesitaba nada más. No es que se la fuese a mostrar a la policía.

La carta no decía nada amenazador, y mucho menos la fotografía.

Así que solo decidí decirle a Lidia que necesitaba hablar con aquella chica y aquel chico, así me ayudaría a buscarlos. Ya vería yo que historia le iba a inventar para que me creyera, pero de que necesitaba hablar con ellos, necesitaba hacerlo.

Lidia llegó justo a los 15 minutos, tal y como lo había dicho.

-       Es que tiene un reloj en la cabeza ¿o qué?

-       Culpabilidad, Brisa. Culpabilidad.

-       Ay ya supéralo, estoy bien.

-       Si, estás bien… bien rara ¿te has visto ya en un espejo?

-       ¡Lidia!

-       Pero es que tengo razón, estás pálida ¿algo te ha hecho alergia? Dime no más así sabré si te saldrán ronchas en la cara esta noche.

-        Jódete Lidia.

-       Ay vamos Brisa ¿qué te pasa? no aguantas ni una broma.

-       Bueno, supongo que la pasaste bien con Matías ¿no? Porque andas con un ánimo… parece que te hayas ganado la lotería.

-       Y creo que eso es poco.

-       Déjame adivinar ¿ya son novios?

-       Ding ding ding ding! ¡Has acertado!

-       Es que eres muy obvia.

-       Lo que digas ¿Cuál era la emergencia?

-       Nada solo te extrañaba ¿acaso las mejores amigas no tienen derecho a extrañarse?

-       Sí, pero eso no decía en tu mensaje. Que era esa de “te necesito AHORA justo AHORA”

-       Es difícil de explicar Lidia, quizá si quiero que te quedes esta noche y mañana en la mañana te lo explico todo.

-       Pues lo vuelvo a repetir, hoy estás muy rara. Y algo dentro de mí, dentro de mi sentido de mejor amiga, me dice que todo, absolutamente todo esto tiene que ver con aquel chico de la otra vez. Has estado obsesionada con eso todo el día y no creas que no me he dado cuenta porque si lo he hecho.

Lidia tenía un cierto poder sobrenatural, me conocía tan bien. siempre sabía o que me pasaba

-   Quizás- le respondí.

Brisa♥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora