Octavo Capítulo ❤

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Sonó el timbre del almuerzo y rápidamente agarré el brazo de Lidia. Lo que menos quería ahora era perderla de vista.

Nos dirigimos al baño, Lidia retocó su maquillaje, yo no uso maquillaje así que me quedé ahí, mirándome en el espejo.

No era fea, eso lo sabía, pero no era impactante... como Lidia.

Tú la veías y decía: ¡WOU!, pero ¿a mí? Ja, a mí me veías y... nada. Mi aspecto era aburrido.

Mi cabello: Negro, muy negro y totalmente lacio, ni una pequeña onda, nada.

Mis ojos: Azules y grandes, enormes a decir verdad; pero no eran nada impresionantes. Eran totalmente azules, de un mismo color; ni un degradado, ¿alguna saturación quizá? ¿Una mezcla con otro color? Nada.

En el instituto el 75% de chicas tienen ojos azules, con tonalidades verdes, algunos mezclados con café o gris. El 24% eran ojos color verde, avellana, cafés, negros y aquel 1% restante eran como los de Lidia: rojizos, como un atardecer, llenos de fuegos en su interior, hermosos, únicos.

La verdad es que en un lugar donde todo el mundo tiene ojos increíbles, unos patéticos y simples ojos azules no son nada nuevo, algo común.

Y ni se hable de mi cuerpo...

Salimos del baño y nos dirigimos a la cafetería.

Lidia me jaló del brazo y me llevó hacia la fila de la comida.

- ¡Allá! A lado de la mesa del centro -me dijo en un susurro.

- ¿Izquierda o derecha?

- Brisa, solo mira alrededor de esa mesa. No está justamente hacia la izquierda es más a la atrás-izquierda. Tú solo mira ¡pero disimuladamente!

Creo que debería haber cargado mis lentes de sol. No soy exactamente buena mirando disimuladamente. Así que hice lo primero que se me ocurrió.

Dejé la bandeja detrás de la barra del mostrador y me giré tratando de aparentar que estaba descansando. Llevé todo mi peso hacia atrás y me sostuve del filo del mostrador.

Mantuve la mirada "perdida" aunque secretamente buscando aquella mesa.

Jamás la encontré, en mi defensa debo decir que tenía muy pocos datos. Sabía que eran tres chicas, sentadas en una mesa a la del centro, para ser exactos a la atrás-izquierda.

Seguía buscando con la mirada cuando sentí que alguien me llamaba. Supuse que era Lidia, así que solo le dije:

- Espera, ya va. Aún no las encuentro.

Seguían llamándome, pero no presté atención. La verdad, estaba muy empeñada en encontrar a esas chicas. Quería saber cómo eran, sé que igual las iba a ver, pero... no sé cómo explicártelo. Es algo así como mi forma de ser, para mí todo es un desafío y me parecía bien tonto no poder encontrar una estúpida mesa con tres chicas ubicada a la atrás-izquierda de la mesa central de la cafetería.

Luego pasó todo, llegó el silencio.

Todos en la fila se habían callado, estaba tan distraída buscando aquella mesa que no me di cuenta que la persona que me llamaba no era Lidia, era la cocinera. Al parecer estaba retrasando la fila.

Podría estar exagerando, pero juraría que la cocinera me estaba gritando y que su voz se escuchaba por todo el instituto.

- ¡pero muchacha! ¿qué te pasa? ¿a quién tanto miras?

¡La cocinera gritaba tan fuerte! Se me hace imposible creer que no la haya podido escuchar ¿en serio estaba tan distraída?

Mis mejillas ardían, me había sonrojado de la vergüenza.

- Tranquila -le dije para calmarla- solo quiero una manzana y un jugo de naranja.

- Niña, responde ¿a quién tanto mirabas?

Sentí como algunas miradas se posaban sobre mí. Se notaba a kilómetros que la cocinera no estaba dispuesta a dejar de gritar y -por lo visto- a dejar de hacerme preguntas.

Añadiendo a esto: tampoco quería atenderme.

No estaba dispuesta a quedarme ahí y seguir haciendo el ridículo. Así que eché un rápido vistazo en la cafetería buscando a Lidia; la encontré sentada con tres chicas más en la mesa que estaba a la atrás-izquierda de la mesa del centro de la cafetería.

¡Qué ironía! ¿No?

No iba a esperar hasta que la cocinera se dignara en dejar de hacerme preguntas y atenderme, así que agarré lo primero que vi en el mostrador: una gaseosa y unas papas fritas (creo que eran para otra persona, pero ya que); y me dirigí hacia aquella mesa.

Las tres chicas eran bastante parecidas, bien podrían ser gemelas. Pero fue la más alta la que me sorprendió.

Si en un momento me había sonrojado, ahora estaba pálida.

Sus ojos, aquellos ojos, aquellas perlas negras.

Eran las mismas de aquel chico y de aquella chica.

Eran mi pesadilla.

Brisa♥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora