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El dolor desaparece con el tiempo. Pero no deseo ser curado por el tiempo, porque cuando huyes del dolor, con el anhelo de olvidar, lo único que logras es quedarte atascado. Te vuelves incapaz de seguir adelante. 

-Ciel Phantomhive

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4. Final

Puedo decir con total certeza que somos almas gemelas, por lo tanto, a pesar de las dificultades nos volveremos a encontrar.

─ Marinette fue un ángel para mí, una superheroina, la cual me salvo cuando pensé que moriría de la monotonía ─ continúe con mi discurso, ya casi era hora de acabar con todo, y el anuncio central aun no lo había hecho ─. Ella me enseñó a no ser egoísta. Era una chica valiente que logro cambiar mi perspectiva del mundo, así como la de las personas que me rodean y son allegadas a mí.

Sentí a mi padre sonreír a mis espaldas y a Natalie alcanzarme un pañuelo para limpiar los rastros de lágrimas que adornaban mi rostro. Tú, en medio de la gente me mirabas con esos ojos brillantes, llenos de orgullo, quizás.

─ Por eso hemos decidido crear la fundación Marinette, bajo la mano del emporio Agreste. El dinero de la última línea de moda diseñada por mí, será destinado a combatir el acoso escolar en las escuelas, brindándole apoyo a todos los niños de Francia que se vean víctimas de este tipo de violencia.

Sabía que esto era algo que querías, un mundo mejor en donde sin importar si eras una celebridad afamada por todos, si no tenías padres o quizás eras un mentiroso acobardado. Todos fueran tratados por como son en realidad viendo la belleza que cada uno tiene. Era algo que decía una de tus cartas.

Los aplausos llegaron y después de dar unas aclaraciones más y tras responder unas preguntas, los micrófonos se apagaron y la realidad llego a mí. Todo el salón quedo vacío y tú te habías ido, de nuevo. Sonreí en busca de mi teléfono y llamé a la florería para que tuviera mi arreglo listo para cuando pasara por él. Iría a visitarte, ya que tú te habías ido primero.

Encendí mi auto y la radio tocaba una canción que me recordaba a ti, la calefacción no elevaba mi temperatura corporal y manejé lo más rápido posible para llegar a tu encuentro. El aire olía a rosas, y el camino se hizo más corto de lo esperado.

Al llegar a mi destino, acomode mi bufanda alrededor de mi cuello y tome el ramo de rosas a mi lado. Camine con cuidado y cuando vi tu lapida me arrodille dejando las flores sobre este. Había pasado un año ya desde que diste tu último aliento, un año desde que tu presencia no iluminaba más mis días.

Lo siento Marinette, espero, que, si los dioses así lo desean, volver a vernos de nuevo, y decirte, estas y todas las cosas que no pude decirte.

De nuevo las lágrimas y los arrepentimientos de mi yo pasado me hicieron llorar. ¿Por qué era tan doloroso? ¿Por qué siempre que tu recuerdo me invadía sentía el corazón romperse un poquito más? ¿Por qué, todo era tan injusto en el mundo?

Una brisa caliente paso a mi lado y el olor de la primavera invadió mis fosas nasales y tu silueta, arrodillada frente mío apareció de nuevo. Sonreí. Verte así, fantasmalmente hermosa era algo que había adquirido desde tu muerte. El psicólogo decía que era debido al duelo que estaba llevando a cabo, pero que con el tiempo estas visiones tuyas se irían perdiendo y terminarías siendo una linda memoria más.

No quería eso.

Quería verte siempre y tener tu recuerdo fresco como el de nosotros bailando en aquella pista de patinaje.

Fresco como la nieve de diciembre

Fresco como eran mis sentimientos hacia ti.

Te quiero, Marinette

De regreso a casa, la música en la radio seguía recordándome a ti, el aire en el carro aun traía tu aroma a rosas y primavera y la nieve empezaba a caer. Nieve blanca como de la navidad en la que fuimos eternos.

Abrí la ventanilla del automóvil a pesar del frio que hacia afuera y me sentí libre. Cerré los ojos un momento y de nuevo, miles de colores empezaron a aparecer en medio de la oscuridad en la que me encontraba sumido, rojo, verde, rosado, azul, blanco, dorado... miles de colores bailando en mi mente.

Cuando los abrí de nuevo, el sonido de las cuchillas raspando contra el hielo me hizo percatar que ya no estaba en la carretera sino en la pista de hielo, en el día que nos conocimos. No era Chace Jouvet, era Adrien Agreste y al final de todo, estaba esa forma amorfa de colores que tomaba la forma de tu cuerpo, con tu sonrisa y tus coletas juguetonas.

Al final del oscuro camino estabas tú Marinette.

Mi pequeño milagro en diciembre

Miracles in December ─ AdrinetteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora