Uno.

3 0 0
                                    

Hace algún tiempo que las cosas se torcieron en mi vida, pero nunca pensé que tendría que decir adiós a todo lo que conozco hasta ahora y sin embargo, me encuentro sentada encima de una maleta intentando que quepan en ella 20 años de vida.
No quiero irme. Me gusta Vigo y es en esta ciudad donde tengo a mis amigos, donde he crecido y a donde pertenecen todos mis recuerdos.
Mi madre ha querido mudarse desde que caí enferma. Siempre ha dicho que el clima de Vigo amarga a las personas y cree que un clima algo más soleado y más cálido puede ser mejor para mí.
Ella pone la excusa del mal tiempo, pero otra de las razones por las que quiere mudarse a Málaga es por la "magnífica unidad de TCA" que hay allí. Con esas mismas palabras se lo dijo mi terapeuta y supongo que, cuando la vida de una hija está en peligro, una madre es capaz de hacer lo que sea con tal de salvarla.

Nunca he querido hacer daño a la gente que quiero, pero nadie elige tener un desorden alimenticio. Simplemente llega, te absorbe, y cuando quieres salir para que te tiendan la mano ya es demasiado tarde y tu cabeza ya está completamente llena de pensamientos de odio hacia ti misma. Con el tiempo, te conviertes en una princesa de hielo y empiezas a construir una cárcel con tus propios huesos.
No es fácil, pero lo llevo mucho mejor que hace dos años. Estoy aprendiendo, poco a poco, a llevarme mejor con la comida y a intentar controlar los impulsos.
Supongo que en Málaga me espera la etapa más difícil: aprender a quererme.

Entre tanto desorden y con la cabeza pensando en todo lo nuevo que está por venir había olvidado meter en la maleta las fotos con mis amigos que tengo colgadas en el corcho que está encima de mi cama.
Pegando un salto bajo de la maleta para despegarlas una por una y cuando ya las tengo, me detengo a observarlas y no puedo evitar sonreír. "Cuánto voy a echar de menos a esta gente" me digo para mi misma mientras me dirijo a guardarlas en mi maleta.

Cuando llevo unos cuantos minutos y estoy completamente exhausta de intentar unir una cremallera con la otra escucho los pasos acelerados de mi madre en el piso de abajo.

-¡Abril!, ¿te queda mucho?. El camión de la mudanza está a punto de llegar- grita con todas sus fuerzas para asegurarse que la noticia llega con plena claridad a mi habitación.

No puedo evitar resoplar y llevarme las manos a la cabeza, esta situación me está llevando a alcanzar límites que desconocía.

-¡Es difícil querer trasladar toda tu vida y que entre todo en una maleta!- chillo con la misma fuerza con la intención de provocar y que vea que mi cabreo va en aumento.

No culpo a mi madre, es más, le estoy agradecida. Sé que solo quiere lo mejor para mi y que por eso ha renunciado a su trabajo en el hospital para poder mudarnos. Sin embargo, no puedo evitar que la rabia, por tener que marcharme me inunde.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 28, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El batir de mis alasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora