↬O9; ¿Qué eres?

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     Su vida siempre fue peculiar en un sinfín de diversos aspectos.

     Desde la tierna infancia había tenido problemas para encajar y con el tiempo esta obvia diferencia solo se vió afianzada, provocando que se encerrara mucho en si mismo, volviéndose demasiado tímido como para caerle bien a los demás. Muchos podrían pensar que se trataba de algo normal, unos simplemente no nacían con la capacidad de ser seres sociales como muchos otros si tenían la fortuna de serlo, pero ese no era el motivo de Jeon.

    JeonGguk y su pequeña familia eran un caso excepcional, no podían arriesgarse a llamar la atención porque su secreto más grande se vería expuesto. Era una cuestión simple, los humanos no podían saber de ellos, jamás.

      Podría tener veintidós y estar cursando una carrera universitaria como cualquier otro joven, tener buenos amigos que lo querían tanto como él a ellos aunque fueran pocas las ocasiones en que se lo dejarán saber.

     No obstante, existían cosas en su rutina que simplemente no podía cambiar, aún si lo deseara desde lo más profundo de su corazón. Como el tener que salir al patio por las noches, durante la hora exacta en que todo el vecindario se encontraba dentro de sus respectivas casas, durmiendo plácidamente luego de un largo día.

      Solía pasarse extensos ratos sentado en el césped, bajo las estrellas y la suave brisa que hacía volar los mechones más largos de su cabello, en lo que formaba figuras de lo más abstractas con aquellas luces brillantes que fluían de las palmas de sus manos sin quererlo, intentando controlar aquel don que se le fue otorgado por genética y que él nunca hubiera pedido si alguien le hubiese preguntado si lo quería.

    Cuando niño, constantemente le reclamaba a su madre sobre esto. ¿Qué eran ellos y qué los diferenciaba de los demás? ¿por qué parecía tener cada vez más dudas que respuestas sobre su persona? ¿siquiera podría tener una vida normal alguna vez sin tener que preocuparse por ese gran secreto que a menudo perturbaba sus días?

     Cuando aquella noche se encontró con la mirada sorprendida del hermoso chico que había visto llegar a la casa continúa por la mañana, entró en un trance del que le fue difícil salir.

    Absorto en la mirada ajena, sus labios se abrieron para decir algo, lo que fuera para justificar lo que aquel había visto, pero nada salió de su boca para cuando el otro había entrado a su habitación y perdido de su vista.

     Encontró consuelo en su mejor amigo y el valor para contarle de aquello a su hermana, porque ella tenía derecho a saber sobre su descuido. Fue un hecho inevitable que se enojase, pero nada que no se solucionó con unas disculpas y la promesa de ser más cuidadoso la próxima vez.

     Creyó que las cosas se habían solucionado, pero llevaba varias noches sintiendo aquella mirada insistente que no lo dejaba tranquilo.

     Hace tan solo una hora había llegado a la conclusión de que debía hacerle frente al problema y cortarlo de raíz. Conocía a JiMin lo suficiente como para saber que cuando algo se le metía en la cabeza, no iba a descansar hasta dar con una respuesta.

     Él lo recordaba, pero para JiMin había sido tan fácil olvidarlo cuando se marchó a Seúl.

     Observó el reloj de su computadora para cerciorarse de que esa fuera su hora habitual para salir al patio y encontrarse con la calma que le brindaba la noche.

    Se quitó los audifonos que había estado usando previamente durante las partidas de LoL con Yugyeom y se estiró para aliviar el dolor en sus músculos entumecidos por pasarse mucho tiempo en una misma posición.

      Se levantó de la silla y se asomó por la ventana abierta, sonriendo cuando notó el movimiento en el balcón ajeno aún con la obscuridad que lo llenaba todo.

    Decidido realizó su recorrido por la casa a pasos lentos, procurando hacer el menor ruido posible para no perturbar el sueño de las mujeres en la casa. Tan pronto puso un pie fuera, la insistente sensación de ser observado por alguien estaba de nuevo ahí.

     Trajó consigo una figura de acción que había roto su madre a propósito una vez, tenía la intención de tirarla junto con otras cosas que solo causaban caos dentro del orden que era su habitación. Aunque ahora le daría una mejor utilidad.

     Por el día, había observado minuciosamente la casa ajena, no era mucha la distancia que existía entre aquel balcón y su propia casa, por lo que si su buena puntería no le fallaba, daría justo en el blanco. Con ello en mente, estiró su brazo y lanzó con fuerza; tuvo que cubrir sus labios tras su mano rápidamente cuando la risa lo atacó tras alcanzar a oír el quejido de dolor que había soltado su acosador cuando la figura impacto en su frente.

—¿¡Estas loco!? —el rostro rojo de Park se dejó ver desde el balcón, reclamándole en murmullos altos que perfectamente podía escuchar.

—El loco eres tú, ¡deja de observarme como si fueras a secuestrarme! —aún se encontraba aguantando la risa por la cara de consternación en su mayor.

    JiMin acabó con todo rastro de su diversión cuando se apresuró en responder.

—Quiero saber como hiciste eso de la otra noche... —el chico era más directo ahora de lo que JeonGguk se hubiese esperado y pensó que eso era algo que cambió en él durante esos años lejos de su ciudad natal.

—No es de tu incumbencia, deja de espiarme —fue brusco pero realmente no tenía planeado hablar mucho con él.

     Con una última mirada, se giró sobre sus talones y regresó dentro. El siguiente par de minutos se encontró intentando menguar su agitada respiración por lo mucho que le ponía nervioso tener que responder aquella pregunta.








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