"Es utópico. " -Dijo la sociedad-.

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Era de aquellos que, su función fue alguna vez dar amor. A pesar de ser consciente de la cruda sociedad, solo me dignaba en vivir como un dulce y tierno ser que lograba otorgar paz, comprensión, amabilidad y por sobre todo, apoyo.

Luctuosa vida para aquellos que se hallaban entre la pared y la ilusión de la eterna felicidad si me encontraba a su lado. Debí dar fin a ello.
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A veces, me encontraba en una pequeña esquina dentro de una cabaña en el bosque perdulario, ambientada con solo el melifluo sonido de una melodía un tanto melancólica y la brillante mangata que se reflejaría en el gran espejo del putrefacto salón.
Simplemente, limpiando inmensas gotas que resbalaban por mis mejillas enrojecidas y una corrompida voz.

Intentar el comprender al ser humano, resultaría una tarea de gran dificultad.
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Levantarse para dirigirse a ese espejo sería su única solución temporal para permanecer aún en ese mundo, estos habían hecho un pacto hacía un tiempo atrás cuando el ser de luz se creó.

"Ven cuando te llame, ven para que pueda sentir tu suave tacto al tocarme y así poder librarte de todo aquel fluido oscuro del que ellos te trasmiten para asi eximirse. Dejándote una gran carga en tu pequeño ser."

Recordaba aquel trato e introduciría su mano dentro del espejo.

"Y cuando ya no nos necesitemos, entonces te irás hacia el otro lado"
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Pronto me encontraría en el otro lado. Luego de terminar con mi misión en este mundo.

《•|Lluvia De Primavera|•》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora