Forsan miseros meliora sequentur

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Advertencia: Se recomienda leer con discreción, ya que esta historia tratará temas delicados como la depresión o el suicidio.

Aclaraciones: ¡Hola! Llevo escribiendo esta historia durante mucho tiempo. Me había planteado no empezar a publicarla hasta que no la terminara (para evitar el tan temido hiatus), así que podéis estar tranquilos si decidís empezar a leerla porque no se va a quedar suspendida indefinidamente. De hecho, en mi página de Facebook he colgado un post con las fechas de actualización de cada capítulo, que son 6 en total.

Sin más preámbulos, aquí os dejo el primero de ellos.
Espero que os guste :)

S E I S

TEMPORIBUS PECCATA LATENT ET TEMPORE PARENT

(«Las culpas que se olvidan durante un tiempo, pueden ser recordadas en algún momento para acusar algo que hicimos mal»)

ACERBA SEMPER ET IMMATURA MORS EORUM QUI IMMORTALE ALIQUID PARANT

(«Siempre resulta amarga y prematura la muerte de aquellos que proyectan algo inmortal»)

Capítulo 1.

Forsan miseros meliora sequentur
(«Para aquellos en la miseria, quizás ocurrirán cosas mejores»)

[Una frase en la que se habla de la esperanza]

Draco se sentaba con resignación en el mugriento colchón de su cochambrosa celda. Mantenía las rodillas apretadas contra su pecho mientras las rodeaba con los brazos. Cualquiera hubiera dicho que estaba en medio de una profunda reflexión, pero en realidad no pasaba ningún pensamiento por su mente.

Hacía tiempo que prefería simplemente ver las horas pasar en lugar de enfrentarse a sus demonios, que eran muchos, y a veces gritaban demasiado... pero sus voces a menudo no podían ser acalladas, y la frustración surgida de los innumerables intentos fallidos le había enseñado a no tratar de eliminarlos. Vivían en su cabeza, eran la prueba constante de que los actos de uno tienen, en ocasiones, terribles consecuencias.

Recostado contra la fría pared, y con la mirada fija en la misma esquina de la celda, se recordaba durante horas que estaba pagando su condena. Su condena con él mismo, con la sociedad. La condena derivada de creencias ajenas. Su destino por dejarse arrastrar.

No era inocente, sabía que nunca lo había sido. Incluso aunque él no hubiera arrebatado una sola vida con sus propias manos, sí que había sido testigo silencioso de infinidad de crímenes horribles, y el simple hecho de no haber intervenido en ninguno ya era motivo más que suficiente para que lo encerraran de por vida. Estaba de acuerdo con su sentencia, pero sus sentimientos eran terriblemente contradictorios. ¿Qué era más condena, malvivir rodeado de mugre y rendirse a subsistir comiendo pan rancio a diario, o no tener la más mínima posibilidad de acabar con todo?

Al principio de su ingreso, cuando había empezado a ser totalmente consciente de que esas cuatro paredes serían lo único que vería por el resto de su vida, había dejado que la idea del suicidio rondara por su cabeza durante más tiempo del debido. Porque realmente era difícil aceptar que lo había perdido todo; su casa, su dinero, a sus padres. Ya ni siquiera le importaban cosas tan banales como su estúpida reputación o su estatus dentro de una sociedad que ya no lo quería. Lo único que ahora ansiaba era recuperar su libertad, abandonar aquel lugar de mala muerte y empezar una nueva vida lejos de todo y de todos. ¡Maldición, podía incluso renunciar a su magia si fuera condición necesaria para que modificaran su sentencia! Pero no podía y no quería seguir viviendo si era allí. Y aunque sabía que merecía el sufrimiento, todavía seguía siendo lo suficientemente egoísta como para tratar de buscar la salida fácil a todo aquello. En realidad era bastante frustrante que la idea del suicidio le resultara tan tentadora, sobre todo porque no había manera de poder llevar a cabo un plan de manera exitosa. Los barrotes de su celda tenían integrado un hechizo acolchador con el que, con suerte, solo conseguiría provocarse dolor de cabeza si intentaba darse golpes contra ellos. Lo mismo pasaba con las paredes y el suelo. Miró a su alrededor. Aparte del colchón solo tenía una fina y agujereada sábana... sábana que tal vez hubiera podido resultarle útil de haber habido algo en el techo donde colgarla, pero simplemente no había nada en ningún lugar que pudiera usar para poner fin a su condena.

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