Capítulo 2. Dulce inocencia.

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Reí frente a sus ojos, él solo logró sonreír de costado, dejando que sus deliciosos labios se curvaran tan solo un poco. Se veía increíble, casi perfecto a decir verdad. Su cuerpo se acercó enfrentándome, encontrándose a menos de medio metro de mi pequeña figura. Un escalofrío prominente recorrió mi cuerpo, de pies a cabeza y viceversa. Sus ojos eran azules, enigmáticamente encantadores.­ Tú no sabes lo que es estar realmente enfermo, Luke.­ Negué con lentitud, intentando no herir sus pensamientos, ni tampoco desafiar sus extraños puntos de vista.

-¿Qué te hace creer aquello, dulzura?­ Preguntó, una sonrisa sarcástica curvó sus labios y destacó el rosa claro de los mismos. Sus brazos se cruzaron sobre su pecho y una gran bocanada de aire llenó sus pulmones, largando un suspiro luego.­ Veintitrés años me han bastado para conocer la verdadera locura de un ser humano, llevándolo a cometer atrocidades y extraños comportamientos retorcidos.­ Su profunda voz volvió a sonar en el lugar, como un eco, un delicioso sonido en mis oídos. Sentí mi piel erizarse, causando en mí extraños presentimientos. Dejé de lado las premoniciones y advertencias, creyendo que nada más eran tonterías de mí y los sentimientos de adrenalina que sentía mi figura al encontrarse sola con un individuo como Luke.

­Bien, tal vez sepas de lo que se trata, además de ser muy seguro de ti mismo y de todas las palabras que dices. Pero, de verdad, aquellos comportamientos son extraños y retorcidos, y no creo que ninguno de los dos sea capaz de saber lo que un individuo siente cuando verdaderamente se encuentra enfermo y desquiciado.­ Froté mis manos, calentando mis pálidas palmas y buscando algún tema que no se tratase de mis estudios o de aquellos comportamientos humanos. Le dediqué una mirada, para luego tragar con cierta dificultad.­ Cuéntame de ti, Luke. Sería bueno que nos conozcamos.­ Sonreí, señalándole un blanco sofá cerca de nosotros, invitándolo a sentarse y escucharlo con atención.

Se acomodó sobre la suave superficie de una forma libre y despreocupada, dejando sus brazos descansar sobre el sofá y estirando sus largas piernas, mostrando su oscuro y apretado jean, el cual encajaba a la perfección con su estilo.­ Como ya sabes, he nacido en Las Vegas, soy un fanático de los motores y la velocidad. Mi padre me llevaba a las carreras que se hacían cerca de casa, justo en una pista que quedaba a menos de un kilómetro, en las periferias de la ciudad. Nosotros vivíamos en una vieja casona, con una gran extensión de terreno y una vasta cantidad de caballos.­ Sus ojos buscaron los míos, recordaba aquellos momentos con una sonrisa en sus labios, haciéndolo ver un hombre encantador y seductor. Realmente me maravillaba su belleza, al igual que su extraña y relajada voz.­ Luego, nos mudamos en el centro de la ciudad, viviendo realmente mal. Las Vegas es un sitio intranquilo, uno no puede relajarse como quisiera, olvidar y pasar una buena tarde.­ Suspiró, dejando su cuerpo relajarse sobre la superficie, estirándose frente a mí con la mayor confianza de todas.­ Las Vegas se ha caracterizado por la locura, los desafíos, los desórdenes y obsesiones, además de la adicción de cada noche y el poder que uno llega a ejercer sobre otro cuando de verdad te encuentras pasado de copas.­

Una pausa se generó, buscando las palabras con las cuales seguir narrando sus pensamientos, además de aquellas experiencias vividas.­ Washington es... maravilloso, de verdad que es un lugar tranquilo a comparación de mi ciudad natal.­ Sonrió, dirigiéndome una fuerte mirada azul, la cual brillaba bajo las luces de la pequeña sala de estar.

­Jamás he ido a Las Vegas, yo creo que es un lugar maravilloso. Lo veo como una ciudad divertida y buena para pasar ratos inolvidables con amigos. Pero... creo que de allí nace el desequilibrio mental y espiritual de ciertos individuos. De allí sale la obsesión y adicción, y creo que no es bueno pasar más de una hora en aquellos casinos; no lo veo para nada sano.­ Levanté mis hombros, dándole a entender mi punto de vista de una forma despreocupada e inocente, creyendo que él pensaría exactamente igual a mí.

Psychopath || Luke HemmingsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora