Como cada día juego en la computadora, recuerdo que cuando empezó el encierro intenté seguir mi estilo de vida normal: estudiar, leer, hacer una dieta sana, incluso intenté hacer ejercicios y yoga(cosa que no me duro ni una semana); pero ¿Por qué será que el ser humano siempre intenta hacer cosas que sabe que no podrá cumplir?, mi agenda estaba llena de planes y tareas que quería realizar en mi tiempo libre: aprender a cocinar, aprender inglés y francés, mantener la limpieza y la organización, y, después del quinto día de rutina me dije: ¿Para qué?, he dejado la ropa tirada en un rincón y mama no ha salido a regañarme, no tengo a quien rendirle cuentas de mi vida ahora mismo, así que: ¡Al diablo la dieta sana, las jornadas de ejercicios y las tareas imposibles, puedo hacer lo que quiera!, y cuando interioricé esa idea en la cabeza decidí cumplir mi sueño, uno de esos absurdos que dejamos guardados y pensamos que nunca se harán realidad: Ser hikikomori*, ohh si, me merecía un descanso, y siempre quise saber que se sentía no hacer nada y alienarte del mundo, pasar el día viendo mangas, anime, dibujar, jugar online, lo que sea que se me ocurriera, a día de hoy hace rato los pelos de mis piernas no ven pasar la cuchilla y mi cabello esta enchoclado*, y es genial, tal vez soy la única que queda en el mundo ahora mismo... o eso creía hasta que me llamaron mis amigas... devolviéndome a la realidad. Ellas y mi familia se encargarían de destruir mi sueño...
Estaba enfrascada en la pantalla y mi corazón casi se detiene al sentir el tono de mi teléfono sonar, juraría que lo había apagado, por unos segundos despegué la mirada de la pantalla (estaba jugando Halo) y un bicho raro de esos azules y grandes salió de la nada con otros dos más y me mató a tiros, terminé como colador, literal, joder con el alíen.
Me levanto enfadada de la silla y camino hasta donde suena el teléfono con insistencia.
-Mierda-lo tomo en mis manos y veo que es una videollamada grupal, cuelgo, tal vez así se olviden de mí y me vuelvo a sentar en la computadora dispuesta a continuar el juego cuando la laptop es la que comienza a mostrarme en la pantalla la videollamada, ¡me cogieron!, adiós salidas posibles.
-Vamos Lili piensa -esta manía de hablar sola de esta se me queda.
Laura, Mirley y Fani aparecen en la pantalla, veo sus caras perfectas y maquilladas y vuelvo al mundo real, cierro la laptop y la sociedad me toca la puerta, esto no será para siempre, pronto volveré a la escuela y tendré que ser persona, no un desastre ecólogico, entro a nuestro grupo de whatsapp: Las TB(tremendamente buenas) y dejo un mensaje abandonado.
«Chicas más tarde hablamos, me voy a bañar, besos»
Pienso en qué hacer, sé que dentro de media hora volverán a insistir, no se rinden con facilidad, me miro en el espejo, llevaba tremendo tiempo sin hacerlo, mi pelo, uff, que haría con el, está hasta el tope de nudos, mis sobacos están peludos(si, que asco) y mis ojeras no se quitan con nada, ni el mejor corrector ayudaría, ni borrándome la cara podría eliminarlas...
Miro alrededor y el reguero se desborda, ideo un plan en mi cabeza.
-Lo tengo -busco en el armario una blusa de manga larga que amo y me queda entallada, casi me da un infarto al comprobar que no cierra; no lo entiendo pero si hace unos días me la probé, ¿o fue hace unas semanas?, ya no importa, busco mi segunda opción, esta vez me pongo una faja alta que me dejo sin respiración, mi enemigo el ajustador y una blusa igual a la otra pero de una talla más, listo.
Voy hacia el refrigerador y recuerdo una técnica que vi contra las ojeras, meto una cuchara en el congelador, espero unos minutos y la coloco debajo de mis ojos aliviando las manchas negras que se extienden hasta mis pómulos, me quedan 15 minutos, subo hasta el cuarto, tiro todo lo que esta encima de la cama hacia en piso y la tiendo con una sábana que tenía en el armario, despejo la mesa de noche y desempolvo el libro de los miserables de Víctor Hugo, limpio la mesa de la computadora y acomodo varios libros de la escuela a su alrededor y me siento sobre la cama mirando hacia el desastre que yace en el suelo, gracias a dios solo es una videollamada, si fuese una visita al hogar podía ir cavando una tumba porque el que vea el cuchitril que tengo armado puede caer en coma o sufrir un infarto, una de dos, y no es que sea así todo el tiempo, mis amigas no conocerían mi habitación, soy de las que organiza las cosas por colores y todo, pero he llegado a una etapa de abandono que es casi, casi insuperable, y ¡qué bien se siente la libertad!, aunque se ve como una revolución de armario es placentera como la manzana prohibida, serán los efectos colaterales de la cuarentena supongo.
Miro la pantalla del teléfono y el reflejo de mi cabello me deja sin habla, miro mis manos y encuentro una liga con la que lucho a muerte para lograr poner orden en mi cabeza. El teléfono comienza a sonar, me paso la mano por el pelo y busco mi mejor ángulo.
-¡Hola chicas!
*****
*Hikikomori: los llamados ninis: ni trabajan ni estudian, es conocido como el síndrome de la puerta cerrada. Su significado en japonés traducido al español significa apartarse, estar recluido. Se define como una forma voluntaria de aislamiento social o auto-reclusión debido a factores tanto personales como sociales. La vida de los individuos que padecen esta "enfermedad psicológica" se desarrolla en su habitación normalmente en un mundo virtual, rodeados de videoconsolas(nuestro personaje principal es pobre, no se las puede permitir) e internet.
*Enchoclado: Esta palabra tampoco existe, jajajaja, bienvenidos a Anilandia, pero a groso modo significa: enchiclado, empegostado, pastoso, pegajoso... algo así.
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Sobrellevando la cuarentena
HumorLili por azahares del destino se ha quedado sola en casa durante la cuarentena, entre el pánico, el hambre y el encierro decide cumplí uno de sus sueños. Acompañenme en este viaje desenfrenado lleno de emociones, locura y creatividad. Esta historia...