Extrañando lo que antes odiabas

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Un mes, se ha ido volando, he pestañeado y ha desaparecido, el tiempo ha pasado por mis manos más rápido que el dinero en un día de compras. No sé ni si es lunes, jueves o sábado, ya eso dejo de ser importante.
La cabeza me da una punzada y le pongo pausa al juego, me levanto de la silla y descubro que uno de mis pies esta adormecido al punto de darme calambres así que comienzo a moverlo para que deje de darme esta sensación molesta, me estiro, el pies me falla y aterrizó en un montón de ropa y cosas que no sabría distinguir entre tanto reguero, voy al baño, me lavo la cara y recuerdo que mama me dijo que la llamara al menos una vez al día.
Vuelvo a mi cuarto, busco con la vista de un lado a otro el teléfono para llamar a mama y lo encuentro en la mesita de noche debajo de unos libros y un ajustador, uf, ya ni recuerdo lo que se siente tener esa presión en el pecho, que te tortura, tiro el ajustador al piso y veo el libro de Los miserables reposando con motas de polvo, lo siento Víctor Hugo, pero para miserable ahora mismo con mi vida me basta.
Cojo el teléfono en la mano y lo enciendo, veo la hora y me quedo algo anonodada: 3:47 am, me entristezco al pensar en lo egoísta que sería si llamara a mama ahora, le pegaría un susto de muerte, así que decido cancelar la misión y acostarme un rato... Hasta que el estómago suena mostrando su inconformidad por no haberle dado el combustible necesario, pero la verdad es que el ramen ya me ha asqueado, así que camino hasta la cocina y veo las pocas cosas que quedan en el refrigerador, unos huevos, un poco de harina y... Agua, tomo un sorbo de agua y sigo buscando algo para sobrevivir, registro cada despensa... Mis ojos se pasean por los recipientes: sal, azúcar, comino, una recipiente con algo anaranjado que no tengo idea que es, jengibre, arroz, frijoles, y fideos y más fideos.
Me da una arcada de sólo pensar en ellos y recuerdo como había convencido a mama de que yo podría vivir sola a base de ramen, ahora me arrepiento.
Veo en la ficha del refrigerador una nota que dice: Día de Hortalizas, y recuerdo como odiaba ese día, nos íbamos al campo y trabajábamos en la finca de mi abuelo el día entero, mi abuela preparaba su famoso flan, vería a todas mis primas las "churripáquiti"* y mis primos jugarían fútbol, todos estarían felices menos yo, que nunca he logrado encajar en mi familia la verdad, ya hace un mes de eso, nunca había dejado de ir, y nada cambiaría si iba o no, siempre me comparaban con mis perfectas primas y me lanzaban comentarios malintencionados, esta era la primera vez que no iba, pero claro, el karma me jugó una mala pasada por decirle mentiras a mis padres.
Flash Back:
Hace un mes, días antes de que mis padres se fueran.
—A ver, ya tenemos las toallas, las sábanas, las mudas de ropa necesarias y el aseo, ¿Qué nos falta? —exclamo emocionada mama mirando hacia papa que leía con tranquilidad el periódico. Entro a la habitación de mis padres y sin prestarme mucha atención sigue doblando y acomodando ropa en la maleta—, ¿Ya terminaste de acomodarlo todo?, revisa que no se te quede el cepillo de dientes, que la última vez...
—Mama, yo no quiero ir —uy, eso sonó mal, creo que me van a llevar a rastras.
—¿Qué?
—No es que no quiera —digo balbuceando— , querer si quiero—pues claro... que no—, es que el lunes tengo que entregar un informe de Biología por el que llevo trabajando mucho tiempo y no he terminado de escribirlo.
—Puedes hacerlo allá, tu prima Amelía puede ayudarte a terminarlo, ya esta en cuarto de medicina y le va muy bien, sabes que ella siempre ha sido muy inteligente y te podrá ayudar—sí ayudarme, como cuando me persiguió con una rana por todo el campo porque descubrió mi fobia y se divirtió molestándome.
—El problema es que para concentrarme necesito estar sola, y este trabajo es muy importante —no es del todo mentira.
—Pero creo que tu prima te podría ayudar.
—¿En serio crees que la ayudaría? —interviene mi papá por primera vez—, hace un mes le dijo a tu hija que ella no podría aspirar a la universidad porque sus notas son de 8.7 y además sabes bien que Lili odia las reuniones familiares, dejala que este fin de semana se quede sola, dale su espacio.
—Está bien, pero mantienes el teléfono encendido— cosa que olvidé.
Fin del Flash Back
Ahora estaría allá, con mis queridas primas, que aunque me harían la vida un yogurt, al menos no estaría sola.
—Quiero a mis primas, quiero a mi familia —espera pero que digo, esas urracas, me alegro de haberme quedado aquí, bendigo al karma... Ahora me estarían despellejando con sus comentarios y envenenando con sus malas lenguas, estaría fregando y limpiándolo todo en plan: cenicienta, Aleluya, que feliz estoy, la barriga me da un apretón reclamando su combustible y recuerdo que en la primera semana me comí un bote de pepinillos por la ansiedad, si mi papa me hubiese visto le habría dado un patatús, odio los pepinillos, pero el hambre, te puede volver hasta caníbal.
Saco dos huevos del refrigerador y un poco de harina, no tengo idea de lo que hago pero sea lo que sea me caerá en el estómago mejor que el vacío que hay ahora, bato los dos huevos, comienzo ha hecharles harina, luego algo de sal y un poco de el polvo naranja del recipiente desconocido, termino con la mezcla, ¡Qué apetitosa de ve!, pongo el sartén con aceite al fuego y miro la meseta, es una asquerosidad, todos los platos están tirados sin fregar, los cacharros les hacen compañía y en mi mano descansa el último tenedor limpio, vuelvo la mirada al sartén y comienzo a hechar la mezcla de: Fritura adivinadora, no se fríe, parece que el el aceite no estaba caliente lo suficiente, subo el calor y al ver que se demora camino hasta el televisor y lo enciendo.
—Estos días de cuarentena son ideales para pasarlos con la familia y hacer terapias grupales para conocerse mejor y recuperar los lazos perdidos y afianzarlos —apago el televisor.
—Gracias karma por recordarme que estoy sola, ¡que te jodan!
Siento un olor extraño y corro hacia la cocina.
—Mierda —la mezcla que había hechado se quemo por debajo, le di la vuelta y apagué el fogón.
Busqué un plato, y la coloque ahí, por un lado estaba achicharrada y por el otro no estaba bien cocida, bien Lili, al mal tiempo buena cara, sonreí y después del primer bocado me dieron ganas de llorar.
—Picante... El polvo anaranjado del maldito frazco sin etiqueta era picante.
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*churripáquiti: la verdad esta palabra no existe, jajajaja, pero significa a groso modo lo siguiente: persona que se cree mejor que otros, que anda a la "moda" y se siente superior sólo por el hecho de tener privilegios que le otorgó su familia y no se ha ganado. Son como las personas que se creen cool, pero en realidad no lo son y sólo presumen ante los que tienen menos.

Sobrellevando la cuarentenaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora