Siempre que salgo sola a caminar; el simple hecho de escuchar el sonido de mis pisadas en la tierra, o ver los colores de las flores en el camino, me hacen sentir mucha paz. Amo cerrar los ojos y suspirar mientras escucho las hojas de los árboles moviéndose por el viento.
Encontré una plaza a unas cuadras de mi casa, cubierta de flores hermosas, árboles, el pasto siempre está bien cuidado, y hay bancos para sentarse a disfrutar del paisaje. Tiene un sector para que los niños jueguen, y otro para los que nos sentamos en el pasto a leer.
Llevé mi libro de la universidad, y continué con la tareas pendientes. A esta altura ya estamos a fines de año, y necesito estar al día con todas las materias para no estar preocupada haciendo trabajos y estudiando todo el verano.
Hablando de verano, necesito encontrar un trabajo para estos próximos meses. No tengo idea cuándo terminaré mi carrera y ya quiero independizarme un poco más. Además, ¡Hay tanta ropa hermosa y libros apasionantes que quiero comprarme!
Me quedé unas horas más completando el libro hasta que me cansé y regresé a mi casa. Hace poco tiempo que nos mudamos, pero ya memoricé todo el camino hasta la plaza. Me hice amiga de una abuela que sale a regar sus plantas cada vez que salgo a caminar. Se llama Gretel, y siempre que me ve me comparte de sus panes caseros. Una delicia. Muchas veces me detengo a hablar con ella sobre temas random. Ya sea sobre las plantas o historias de su vida, y siempre me termina dando consejos de amor. Cuando me habla de los demás vecinos, intento interrumpirla; porque a veces se pone un poco intensa.
Mientras regreso a casa, paso por lo de Gretel a saludarla. Justo está regando sus plantas.
—¿Cómo le va, Gretel?
Gretel: —Larita linda, ¿Cómo estás? Te veo un poco desabrigada ¿Querés que te preste un abrigo?
—No, gracias ya estoy por llegar a casa. ¿Cómo está usted?
Gretel: —Hoy estuve con mis nietos en casa, y estuvimos cantando canciones juntos. ¡Son tan hermosos!
—Oh, que lindos... ¡Ah! Y quería agradecerle por los panes que me regaló el otro día, ¡Estaban muy buenos!
Gretel: —¡Me hiciste acordar! —entra a su casa a buscar algo— Preparé más pan, pero estos son de queso. Seguramente también te gusten. Estaba esperando verte pasar para dártelos pero ya se me había olvidado —me dice alegremente
—¡Wow! Muchas gracias Gretel, creo que le debo alguna comida casera echa por mí
Gretel: —No hace falta, pero cuando hagas algo rico podes compartirme. ¡Y cuando tengas un novio podes presentármelo!
—¡Señora Gretel! Ya le dije que no estoy para ponerme de novia... Por ahora quiero enfocarme en mis estudios y en encontrar un trabajo.
Gretel: —Espero que encuentres pronto tu novio y tu trabajo
—muevo mi cabeza insistiéndole. —Novio aún no...¡Pero gracias! Creo que sería mejor si vuelvo ahora a mi casa antes de que comiencen a llamarme
Gretel: —¡Nos vemos niña! ¡Saludos a tus padres!
Llegué a casa y dejé los panes en la mesa para que todos los prueben, y subí rápidamente a la habitación para hablar con Isa. Cada vez que me desespero por algo, recurro a Isa y la interrumpo para que me ayude. Justo estaba con sus auriculares, pintando. Me siento en mi cama, y me quedo mirándola hasta que se dé cuenta que necesito hablar.
Isa me vé de reojo, y sigue pintando.
Esperé unos minutos más, observándola atentamente hasta que me volvió a mirar, y se sacó los auriculares.
ESTÁS LEYENDO
Quisiera que creas en el amor
Novela JuvenilLara Carosello sueña con encontrar al amor de su vida. Su corazón y la de su mejor amiga, atraviesan por una ola de emociones y experiencias que responderán todas sus preguntas acerca del amor. - Todos los derechos reservados.