Toque

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Siempre me preguntaba por su oficio, por sus aficiones  y sobre todo
por su edad .

Mi alma enloquecia en preguntas,
sin tranquila calma,
calmada de ternura de ósculo.

Poseyendome de su lujuria,
lujuria desconocida hasta entonces; retorciéndome como una quema de papel,
en una hoguera de bajas pasiones
y cuyas llamas lamian mi piel
como agua evaporada por su furor ardiente.

Lamiendo sus deseos con los míos,
me sentía morir al mismo tiempo. 

Como en una envoltura de hojas secas, 
colmada de su toque para luego resucitar en sus brazos,
desgarrado en medio del silencio profundo.

Mirando sus ojos misteriosos que no descubrian esa mirada en ella.

Entre Tus LetrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora