Capítulo 4

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—¿Cómo es esto posible? ¡¿Por qué hay tiburones en el lago?! —Jonathan estaba muy asustado y desesperado.

—Ya se los había advertido —dijo Jaeden molesto—. Son tiburones toro, una de las pocas especies que pueden vivir tanto en agua salada como en agua dulce.

—¿Por qué no lo habías dicho antes?

—¿Ahora es culpa mía?

Jonathan se levantó molesto dispuesto a golpear a Jaeden. Él también se levantó furioso.

—¡Basta! —me puse en medio de los dos—. Pelear no nos sacará de esta situación.

—No, pero podré quitarme la ira de encima —dijo Jonathan intentando echarme a un lado.

—¡Jonathan! —le gritó su hermana—. Esto no es culpa de Jaeden, la culpa es nuestra por no haberlo escuchado desde el principio —las lágrimas le empezaron a bajar por las mejillas—. Lo siento tanto.

Scarlet se tapó la cara con ambas manos. Llorando. Jonathan se sentó junto a ella y la abrazó.

—Perdón hermana.

—¿Qué podemos hacer? —le pregunté a mi novio.

—Primero que nada debemos mantener la calma.

En ese momento algo le dio un fuerte golpe al bote que hizo que Jaeden y yo perdiéramos el equilibrio.

—Siéntate —me dijo mientras otro tiburón volvía a golpear el bote. Luego otro y otro.

—¿Qué están haciendo? —preguntó Scarlet asustada.

Yo levanté la cabeza y sentí pánico.

—No puede ser. Nos están alejando de la costa.

Jaeden intentó ponerse de pie, pero los golpes de los tiburones lo hacían tambalearse, así que se quedó de rodillas y tomó el palo del remo.

—¿Qué intentas hacer? —le pregunté, pero no me respondió.

El próximo tiburón se acercaba a gran velocidad. Cuando estuvo apenas a unos pies de distancia Jaeden sostuvo con fuerza el remo y con la punta de este golpeó lo más fuerte que pudo al tiburón en el hocico. El tiburón se retorció un poco por el dolor y se alejó del bote mientras que otro tiburón se acercaba también a gran velocidad. Esta vez Jaeden lo golpeó cerca del ojo. Del otro lado del bote pude ver cómo un tiburón saltaba hacia nosotros.

—¡Cuidado! —logré advertir, pero no lo suficientemente a tiempo. El tiburón ya había entrado al bote y había caído encima de Jaeden y de mis piernas. Por suerte Jaeden había reaccionado rápido y antes de que el tiburón pudiera arrancarle la cabeza él puso el remo en la boca del animal y con todas sus fuerzas intentaba alejarlo de él. Pero el tiburón era más fuerte.

—¡Ayúdenme!

Yo intenté inútilmente empujar al tiburón. El bote se estaba hundiendo por el peso de este.

—Ningún tiburón entra en mi bote —escuché decir a Jonathan. Tenía el otro remo en las manos y le empezó a golpear el costado al tiburón una y otra vez. Este comenzó a hacer movimientos bruscos. Escuché a Scarlet gritar. El tiburón la estaba golpeando con su aleta.

—¡Lárgate de aquí! —le gritó Jonathan.

El tiburón terminó rindiéndose y se lanzó de nuevo al lago. Jaeden soltó el remo y dio un suspiro de alivio. Me acerqué a él y lo abracé muy fuerte. Luego miré a Scarlet. Tenía la piel roja en donde el tiburón la había golpeado.

—Tenemos que sacar el agua del bote  —dijo Jaeden.

Todos comenzamos a sacar el agua con las manos. Mientras lo hacíamos nos dimos cuenta de que habían dos peces. Jonathan se quedó observándolos.

—¿Qué sucede? —le pregunté.

—Ya sé cómo salir de aquí.

—Ya sé cómo salir de aquí

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Rodeados de TiburonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora