Narra Mew
Comenzamos a alistar las maletas, guardé solo poca ropa para cambiarme al otro día y algunas cosas que necesitaríamos, como; una linterna, una pequeña navaja por si algo malo pasaba en aquella abandonada casa.
Me colgué la maleta y giré hacía Gulf, quién estaba de espaldas frente a la mesita de noche.
— ¿Ya estás listo?
— Eh sí. — Giró sonriendo con desgano.
Le vi la daga sostenida de ambas manos, la miraba con recelo, me acerque para sacarlo de su trance y me vio sonriendo con tristeza, se veía extraño, se comportaba extraño, pero lo entiendo.
— ¿Estás bien? — Pregunté para estar seguro.
Vi sus ojos humedecer, entonces lo abracé.
— ¡Lo siento! — Se disculpó de repente, mientras con sus manos apretaba mi espalda. — Perdón.
— No amor, no te disculpes.
Me apartó con ambas manos y me miró suplicante, se veía completamente mal, tal vez solo era el estrés.
— Sí, lo siento por meterte en esto. — Dijo finalmente la razón de sus ruegos por mi perdón.
Lo tomé de las mejillas y deje un casto beso sobre sus labios suaves, al separarme lo miré enternecido.
— Lo hago porque te amo y sería incapaz de dejarte solo en esto. — Acaricié su mejilla con mis dedos. — Ya no llores más amor, vámonos que tu abuelo nos espera.
Asintió absorbiendo su nariz, guardó la daga en mi maleta y salió de la habitación.
Caminamos hasta la puerta y antes nos aseguramos de que todo estuviera bien cerrado y nada quedara encendido o conectado. Cuando salimos tomé a Gulf de la mano, entrelazando nuestros dedos, su mano al contrario de la mía, estaba fría.
💀
Al llegar a la dirección, nos paramos frente a una puerta casi malgastada, timbre en el pequeño botón en la pared y minutos después la puerta se abrió, dejando ver al abuelo de Gulf con una pequeña maleta colgada de la espalda.
— Buenas noches muchachos. — Nos saludo sonriente y salió cerrando la puerta.
No dijimos nada y solo le sonreímos.