Llegue al cuarto después de ir por un café al bar y me esperaba Candela con una cara de preocupada y un libro rosado el sus manos.
- Tenemos la respuesta que tanto buscamos. - Me dijo y me entregó el diario.Leí. Contube mis lágrimas pero no pude más. Lloré. Entró Camila al cuarto, ella también lloraba.
Había encontrado las respuestas a todo. Al porque de mi vida y al porqué de la tristeza de mi papá.
Miraba las fotos de mi papá colgadas en la pared, miraba las páginas de ese diario "Pablo llora, se siente culpable y no quiere dejar a Marizza. Pero debe hacerlo". En mi cabeza seguía sonando la canción del Gran Rex, las miradas, los ojos celestes de mi papá brillando como nunca y toda mi vida en España giraba en mi cabeza.- Tengo que hablar con él. - Dije.
- ¿Segura? Capaz le hace mal. - Me dijo Candela.
- Si. Estoy segura. Tengo que hacerlo.Camila desde su cama no había largado ninguna palabra. Solo miraba fotos de la caja de Candela.
- Gracias. - Dijo en un momento.
- ¿Qué? - Pregunte yo.
- Gracias. Si en algún momento de su vida mi mamá fue feliz, fue gracias a tu papá. - Me dijo.
- Pero esta triste por mi culpa. - Dije yo.
Los pensamientos seguían dando vueltas en mi cabeza. Nunca había sabido que mi papá no había estado durante el embarazo ni en el parto. Solo pensaba que el había sido feliz y que yo había arruinado su felicidad.
Yo tenia la culpa de que esté tan mal. Yo tenia que hacer que vuelva a ser feliz, ya no había excusas.Al otro día no pude hacer otra cosa que pensar en eso. Termine las clases y le pedí a mi papá para ir a almorzar con él.
No sabía que iba a decir, solo tomé las fotos que habíamos visto en lo de Candela y me fui al bar a encontrarme con mi papá.
Mi cara era distinta, se notaba, mis ojos estaban tristes. No sabía por donde empezar, que decir.
Cuando pude tocar el tema recién ahí me sentí liberada.
- Pa. Te tengo que decir algo. - Solté
- ¿Qué pasa Ema? - Me pregunto
- Estar este tiempo en Argentina me hizo muy bien.
- ¿Qué? ¿Querés volver a España? - Me pregunto.
- No no. Escuchame. - Dije
- Bueno, decime.
- No te veía bien a vos. Se que no amas a mamá. Siempre lo supe.
Respire y seguí.
- Me hice amigas nuevas, Candela y Camila. Ellas sentían lo mismo que yo.
Él no sabía que decir, no entendía nada.
- Tu cara cambia cuando te nombro a Marizza. Ella te hizo muy feliz. - Dije yo. - ¿Por qué no recuperas esa felicidad?
- Ema, pasaron muchas cosas. - Me dijo él.
- Ya sé. Y sé todo lo que pasó. - El me miró sorprendido. - Soy grande y entiendo.
- ¿Que sabes Ema?
- Se que la amaste. Mucho, como nunca amaste a nadie más. Se que eran distintos.
Hice una pausa y dije lo que temía decir.
- También se que fui yo el motivo de su separación. Y de sus tristezas.
La mirada de mi papá cambió.
- Vos no fuiste el motivo de ninguna tristeza, que eso te quede claro. Vos fuiste lo más lindo que a mi me pasó en la vida. - Me dijo y yo largué una pequeña sonrisa.
- Papá. Eso ya pasó. Yo ya soy grande, ya no soy la excusa para que no se amen.
- Vos no sos ninguna excusa. Sos lo mejor que me pasó. A Marizza la ame mucho, es verdad. Pero si tendría que volver a dejar a Marizza por vos lo volvería a hacer, vos sos mi hija.
- Papá yo soy feliz si te veo feliz a vos. - Le dije.
- Yo ya no puedo ser feliz. - Me respondió.
- Los dos están mal. Los dos nunca volvieron a amar. - Dije y saque de mi bolso algunas fotos que había traído.
Mi papá las miró. Sonrió y lloró. Nunca vi llorar a mi papá. Me volvía a preguntar si lo que hacía estaba bien, pero no encontraba respuestas.
Lo abracé fuerte y le di las fotos para que el se las llevara.
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Erreway, Asignatura Pendiente
Teen FictionLos años pasaron y la historia de Erreway se retoma en el 2020. ¿Que pasó de sus vidas? Sus hijas, las nuevas generaciones, son quienes vienen a descubrir el pasado de sus padres y a completar esa Asignatura Pendiente que ellos dejaron. Twitter: @pa...