15. Mi veneno

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Oí el llanto de Nirelle.

¿Qué es esto? ¿por qué me siento tan pesado? Mi cabeza palpita por el dolor, mierda, ¿de nuevo había caído inconsciente? ¿en serio? Joder, ¿qué es ese extraño olor?

El llanto de Nirelle crecía.

—Callen a ese bebé, mierda—alguien se quejó—. Diablos, me va a explotar la cabeza.

—¿No podemos simplemente matarla? —preguntó otro con tranquilidad.

Mi instinto saltó, sentí como una corriente recorría mi cuerpo en un intento de recobrar completamente mi consciencia hasta que pude abrir mis ojos. Mi vista estaba más que borrosa, lo único que podía analizar era un suelo de cemento puro.

¿Dónde estoy?

—Matarla no está dentro de los planes—contestó otro hombre—. Aún.

Mi cabeza pesaba, pero conseguí enfocar la vista.

¿Dónde mierda estaba? ¿dónde estaba mi cachorro?

—Parece que despertó.

Una mano se aferró a mis cabellos, jalando mi cabeza para atrás sin ninguna clase de cuidado. La luz del techo me cegó por un momento, hasta que nuevamente recobré el sentido de la vista y observé mi alrededor.

—Bienvenido, joven Erin.

No reconocía ningún rostro de las personas que me rodeaban, eso era seguro. Todo estaba tan silencioso de cierta forma llegó a congelarme la sangre, pero lo peor fue cuando intenté moverme, descubriendo que me encontraba amarrado a una silla.

—¿Qué...?

—No digas alguna palabra, ¿quieres? Cualquier cosa que hagas como modo de resistencia podría perjudicar a tu cachorro—empezó a decir un hombre mientras se acercaba a mí. No creo que tenga más de treinta años.

Se quedó frente a mí.

—Solo coopera y saldrás de aquí en lo que canta un gallo.

—¿Quiénes son? —pregunté con suavidad sin quitarle la vista.

—Solo unos simples empleados y servidores de la familia Hawk—respondió, sonriendo levemente—. Oye, tranquilo. Sé un buen Omega y haz caso, ¿bien? Solo te necesitamos para un pequeño trabajo y serás libre, te lo prometo.

No respondí, simplemente mantuve mi vista en ese rostro sonriente. ¿Así que eso era? ¿me habían secuestrado los Hawk junto a Nirelle? Era un sucio movimiento para ser verdad.

El llanto de Nirelle volvió a hacerse presente.

—Mierda—chistó el hombre, rodando sus ojos con molestia—. Aunque no te prometo que vayas a salir con esa molestia.

Una vez dicho eso, soltaron mi cabeza con agresividad, robándome un quejido que intenté reprimir. La cabeza me seguía pensado, punzándome de cierta forma, pero no me importaba. En realidad, si lo pensaba a de cierta forma, cuando recobré la consciencia no sentí alguna clase de miedo a pesar de mi estado, pero ante la repentina amenazada de que no iba a salir de este lugar con Nirelle entre mis brazos, me inquietó. No, me aterró. Un fuerte miedo empezó a corroer mis huesos ante la idea de perderla, olvidándome completamente de mi malestar.

Giré mi cabeza hacia el hombre, el cual se encontraba frente a mi cachorro, observándola con evidente desagrado.

—No te atrevas a tocarla—amenacé sin dudar—, ¿me estás escuchando? ¡No la toques!

Sus ojos volvieron a mí.

—¿Qué fue lo que te dije, Omega? —contestó sin una pisca de emoción, para después hacer un gesto con su cabeza.

Almas perdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora