11. Lo que siempre soñaste

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—¿Wade? —pronuncié, llamando su atención—¿qué es lo que menos te gustaba de tus compromisos con tu familia?

—Que me obligasen a tomar el mando en la empresa—contestó sin dudar—. Luego...

—¿Qué cosa? —volví a preguntar, intrigado.

Wade hizo una especie de mueca.

—Tener hijos. Nunca me han gustado y siempre he sido ajeno al sentimiento de desear ser padre. Además...

Esperé que completase su frase.

—Ah, olvídalo—respondió al fin, haciendo un gesto de poco interés.

—¡Vamos, dímelo! —azucé, acercándome a la mesa donde él se encontraba leyendo—. Ni que se lo vaya a decir a alguien.

Dudó, pero logré que se rindiera ante mi curiosa mirada.

—No lo sé, es como si, bueno—empezó a decir dudoso, lo que logró que me riese y me sentara en sus piernas.

—Vamos, no debe ser la gran cosa—Le decía con calma, pero Wade miró el suelo, avergonzado.

—Digamos que me dan una especie de miedo...—contestó al fin.

Mi boca tembló, intentando aguantar una fuerte carcajada. ¿Hablando en serio? ¿de verdad no le gustaban los niños a tal grado? Estaba que me iba a morir de la risa. Nunca había llegase a pensar que un Alfa de tal grado como era Wade le tuviese miedo a algo tan simple e indefenso.

—Si te ríes te prometo que nunca más te contaré cosas sobre mí—dijo, frunciendo sus labios.

No podía seguir soportándolo. Estaba seguro de que estaba haciendo una expresión más que extraña al tener que aguantarme mi risa explosiva.

Tenía que ser fuerte. Me tragué mis ganas de reír y asentí.

—No voy a reírme—contesté, por lo que Wade suspiró aliviado.

—Menos mal...

Pero no aguanté más tiempo.

Wade estuvo un día completo sin hablarme, pero no me arrepentía para nada.

Ah... Esa fue la primera vez que pensé que mi condición no era tan mala de todas formas. Ya de por sí nuestra compatibilidad era muy buena, pero ahora si sumamos su desprecio/miedo hacia los niños y que yo era estéril, nos sumaba más que unos puntos.

Estéril

La verdad es que ya empezaba a amarme por lo que era... hasta ahora.

Wade

¿Por qué siento el olor de la sangre tan fuerte? ¿por qué siento tanto dolor? Me siento tan... diferente, como si fuera más ligero.

Como si mi vida dependiese de un hilo.

No puedo oír a Wade, pero lo siento tan... agitado, ¿estará bien? Mi pecho se hunde en preocupación, negación y mucho, pero mucho miedo. Ojalá pudiese saber qué lo tiene tan mal. Quiero ayudarlo.

Necesito... ver a Wade.

—Erin.

Desperté en una cama en medio de una enorme habitación de color blanco. Mi cuerpo se sentía pesado, sin energías.

—¿Qué...?

Intenté moverme, pero una pequeña punzada en mi vientre me obligó a recostarme.

Almas perdidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora