Capítulo 2

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Isaac

El otoño había teñido los caminos del parque de colores rojizos y desnudado aquellos árboles que en algún momento estaban adornados con hojas y pequeños frutos colorados.

-Esta es mi estación favorita. Este parque se ve más hermoso en esta época.- dije mirando todo a mi alrededor.

-También la mía. – Luca caminaba detrás de mí, al igual que Felicity, pero no había dicho ni una palabra desde que habíamos llegado a este lugar.

Caminamos hasta un árbol viejo. Allí es donde pasábamos nuestros días, era nuestro lugar.

-¿Aquí vienen siempre?- preguntó ella estupefacta.

-Intentamos, pero sí. Más cuando no queremos ir a la escuela o a nuestras casas.- explique.

-Es muy hermoso. Yo también tenía un lugar con mi mejor amiga, sólo que no era tan hermoso como esto.-Nos recostamos sobre las hojas secas que crujían con solo apenas tocarlas.

-¿Sabes algo? - pregunté retóricamente al verla. -Eres la primera persona que traemos a nuestro lugar. Debiste haberle caído muy bien a Luca.

-Definitivamente. Creo que me caes muy bien, así que está bien que te sientes con Isaac, pero no lo hagas siempre.- Felicity río.

-No te preocupes, no lo haré- tomó su teléfono y lo prendió haciendo que su cara se iluminara. -Ya es muy tarde, debo irme. Pero gracias por este hermoso día, pensé que esta mudanza iba a ser un gran fiasco. - dijo para luego tomar su mochila y ponerse de pie.

-¿Quieres que te acompañemos?

-No no, está bien. Mi madre está en el mercado de aquí cerca. Gracias- rápidamente, sin dejarnos decir más, corrió hacia la salida del parque. Allí quedábamos sólo nosotros.

-Te gusta Felicity.- expresé divertido.

-Si, creo que tiene algo que la hace especial, entiendes? Algo que pensé que solo tenias tú.- asenti en forma de respuesta. Entendia perfectamente lo que decia, ese sentimiento de confianza, como si nos conocieramos hace mucho tiempo.

Nos quedamos en silencio durante algunos minutos, hasta que rompió el silencio.

-Quieres ir a tu casa?- preguntó -porque yo no.

-En este momento es lo que menos quiero- Asintió sin decir ninguna palabra, conocía perfectamente la situación por la que estaba pasando. Es lo que más me gusta de nuestra relación, que nos entendemos con tan solo unas simples palabras. De esta manera pasó el tiempo, en silencio. Pero no era de esos silencios incómodos en los que necesitas decir algo para cortar la tensión, fue todo lo contrario, como era habitual en nuestra amistad.

-Están comenzando a aparecer las estrellas- rompió el silencio mi acompañante.

Dirigí mi vista al cielo y noté que aquel manto azul marino comenzaba a llenarse de pequeñas bolitas de fuego que hacían la noche más romántica de lo que debería.

Recostándose en el suelo y observando a estas, comenzó a contar hacia el cielo. Lo mire y observe con detenimiento su cara de concentración. Su entrecejo fruncido, las mejillas a penas sonrosadas por la brisa, su cabello pegado a la frente.

- ¿Ves esas estrellas de allí? - habló, sacándome de mis pensamientos y apuntando hacia ellas. – se llama Casiopea. Se dice que Casiopea era la esposa del Rey Cefeo. Era muy bonita y que siempre decía que ella y sus hijas eran las más hermosas de todo el reino. Poseidón soltó un monstruo en las tierras de Cefeo y los reyes decidieron sacrificar a su hija Andrómeda, pero antes de que el monstruo se comiera a la princesa, Perseo la salvó. ¿Ves que tiene forma de una w? - asentí. – Algunas leyendas cuentan que la reina fue encadenada en el cielo y les recuerda a las personas que no sean tan presumidos como lo fue ella.

-Entonces, ¿Intentaron sacrificar a su hija? - pregunté indignado. – Está bien, un monstruo estaba atacando, pero ¿A su propia hija? No puedo creer...- proteste.

-Eran otras épocas, Isaac.- suspiró- Lo malo es que desde aquí no vemos las constelaciones del hemisferio sur, y en mi opinión son las más hermosas que hay.

-¿Pensaste estudiar astronomía alguna vez?- pregunté.

-No, la verdad que no. Me gusta la actuacion, el arte. Solo me gusta su complejidad, en este caso de las constelaciones. Pero también me gusta la complejidad del sistema humano, de nuestro planeta y de todo lo que nos rodea.-

Deje de mirarlo y me concentré en encontrar alguna forma en aquellas estrellas, las cuales, para mi eran sólo pequeñas manchas de pintura blanca en un lienzo coloreado de azul.

-Una de mis constelaciones favoritas se encuentra ahí. Hay una que se llama Orión, pero que a su vez, la parte de abajo se la llama la constelación de la mano y... préstame tu mano. – Extendí mi brazo hacia él, haciendo que agarre mi mano. Miles de sensaciones. Comenzó a trazar un pequeño camino en mi mano haciendo presión donde deberían estar aquellas supuestas estrellas. Un pequeño cosquilleo recorrió mi cuerpo y no lograba entender el por qué. – Tiene esa forma.- soltó mi mano, y rápidamente la falta de contacto se hizo presente. – Según los Lakotas, quienes eran pueblos originarios de América, los dioses querían castigar a uno de los reyes por su egoísmo y para esto le quitaron el brazo. La reina le dijo al pueblo que quien lo encontrara iba a tener una recompensa, finalmente el hijo de una estrella lo logró y finalmente se casó con la hija de ellos– río.

Nuevamente, voltee a verlo.

- ¿No te gustaría quedarte aquí, viendo las estrellas, toda la vida? ¿Sin nadie que te diga que hacer o como ser? - pregunté sin más. Era lo que yo deseaba.

-A veces sí, pero luego recuerdo que en mi casa me esperan, y salgo corriendo hacia ella. - reímos.

-Si, tienes razón. - luego de eso un pequeño silencio se apoderó de nuestra conversación. Miles de pensamientos recorrían mi cabeza hasta que dije: "Igual, no me importaría eso si tú te quedarás conmigo."Las comisuras de sus labios se elevaron para formar una leve sonrisa.

-A mi tampoco me importaría.- dijo por fín. Nos quedamos en silencio, observándonos mutuamente.-definitivamente no me importaría.

Luego de unos minutos mi teléfono comenzó a sonar, lo tomé y reconocí la foto de mi madre en la pantalla. El sonido cesó. 10 llamadas perdidas.

-Luca, debemos irnos.-me levanté bruscamente y tomé mi mochila del suelo. -Mi madre me ha llamado unas 12 veces y no le he contestado ninguna.

-Uf, esa no es buena señal.- lo miré.

-Gracias por esa información, sabes? No me había dado cuenta.- río fuertemente mientras levantaba su cuerpo del piso.

- Sabes que hay una cama en mi cuarto por si se complican las cosas más de lo normal. Sólo voy a agregar eso-

Mis padres sobrepasan el rango de normalidad, por ende, los vuelve extraños. Ambos nacieron en familias ultra religiosas, donde cualquier cosa que no esté relacionado con Dios está mal, yo creo en lo mismo, sólo que diferente.

Mi madre es sobreprotectora, mientras que a mi padre no le interesa lo que hacemos o dejemos de hacer, mientras tengamos buenas notas y vayamos a la Iglesia está todo bien.

Por todo lo anterior es que aún no se los cuento. No saben quién soy realmente, y no creo decírselo en un futuro cercano.

End of the dayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora