Capítulo 3

9 3 1
                                    

Isaac

-Buena suerte.- palmeó mi hombro suavemente.-No olvides lo que te dije.- lo observe mientras se alejaba.

Suspire hondamente. Sabía perfectamente lo que iba a pasar al cruzar la puerta.

Entré a mi casa siendo lo más silencioso que pude, pero rápidamente me di cuenta que no fue lo suficiente. Mi madre se encontraba esperándome sentada en el sillón azul de la sala.

-¿Te parecen horas de llegar?- preguntó disgustada.

-Lo siento, mamá. Estaba con Luca y no me di cuenta de la hora...

-¿Y tu teléfono? Para algo lo tienes. ¡Te he llamado miles de veces y no has contestado ninguna!

-No escuché las llamadas, ya te he pedido perdón, ¿Qué más quieres que haga?.- la situación ya comenzaba a frustrarme.

-¿A ti te parece que tu perdón me alcanza? ¡Pensé miles de cosas que podrían haberte pasado, Isaac! ¿Y si te atropellaban? ¿O te secuestraban? ¡Podría haberte pasado cualquier cosa!

-¡Ya te pedí disculpas! Ya soy un niño, mamá ¡Tengo 17 años! ¿Cuándo vas a entender que ya no soy un bebé?- Mi madre al escuchar mis palabras rompe en un llanto desconsolado. Mi padre, quien se encontraba en la sala de estar, viene corriendo para enterarse de la situación.

-Marilyn, cielo ¿Qué ha pasado?- la rodea con sus brazos y me lanza una mirada desafiante.

-¡Yo no le hice nada! ¡Es ella quien cree que tiene el derecho de controlar mi vida!- grité justificándome.

-¡No hables así de tu madre! Antes no eras así... ¡Te has convertido en un rebelde! Y no tengo dudas que ese amiguito tuyo tuvo influencia en ello.

-Que yo sea así no tiene nada que ver con mis amistades. Tiene que ver con ustedes-

-¡No me contestes, Isaac!- me apunta con el dedo índice.- Ve a tu cuarto antes de que haga algo que me arrepienta.

-No, gracias. Te hare el favor y no me tendrás que ver.- rapidamente, di media vuelta y abrí la puerta.

-¡Isaac, no te atrevas!- Es lo último que escucho antes de cruzar la puerta.

Las ganas de llorar se apoderaron de mí, pero trato de ignorarlas. Comienzo a correr por el camino en donde vi a Luca alejarse.

Lo busqué con la mirada, pero sin tener éxito decidí tomar mi celular.

-¿Isaac?- lo escuché decir acercándose.

-Luca.- nombre con un gran alivio.- Te iba a llamar.- señale mi teléfono.

-Aquí me tienes.- sonrió. - Estaba yendo a mi casa, pero pare a comprar un chocolate...- me miró con detenimiento.- ¿Qué sucedió?

-Realmente... No quiero hablar de eso ahora.-Supuse que ibas a decir eso. ¿Vienes a mi casa? Podemos preparar algo para cenar, si quieres.

-Si, por favor.– Asintió.

Todo el camino transcurrió en silencio, lo cual agradecia.

Cuando llegamos, dejamos nuestras cosas en su lugar y nos dirigimos a la cocina.

Allí se encontraba su madre. Ella era como mi segunda madre, siempre que venia a su casa me recibía con los brazos abiertos y me trataba como un hijo más, a eso también se le incluyen retos y consejos.

-¡Isaac! ¿Cómo estás? ¡Hace mucho no te vemos!- expresó ella alegremente mientras me estrechaba en sus brazos. – Me alegro tanto de que hayas venido.

-No se imagina lo feliz que estoy de estar aquí. Extrañaba tanto su casa.- dije de la misma forma, lo cual, la hizo sonreír.

-Cuéntame, ¿Cómo están tus padres? ¿Tú hermana?- preguntó interesada. Miré disimuladamente a Luca, quien me observaba analizando mi rostro ante esa pregunta.

-Están muy bien, ellos...-

-Mamá, ¿Ibas a preparar la cena?- Interrumpió Luca.

-Sí, iba a hacer pizza. Como mañana no tienen clases pensaba que podíamos ver una película, ¿Les parece? -A mí me parece perfecto. – contesté.

-Bien, entonces irás y te sentaras con papá a ver la televisión o lo que quieras, mientras nosotros preparamos todo.- añadió él abriendo la alacena y sacando los distintos ingredientes que íbamos a utilizar.

-Bueno, me parece perfecto. Cualquier cosa saben dónde pueden encontrarme.

-Sí, sí. ¡Sal de mi cocina!

-Isaac, estás a cargo.- me susurró para salir de la cocina.

Me acerqué a él para comenzar a preparar la masa. Media todo milimétricamente, mientras qué él echaba todo rápidamente.

-¿Acabas de poner el aceite antes de la harina?- pregunté.

-Una vez, un sabio filósofo dijo "el orden de los factores no altera el producto. Por eso, si queres poner el aceite antes del harina, hazlo. La vida es una sola"- reí ante sus palabras y facilidad para justificar sus actos.

-Vamos Isaac, ¿Podemos dejar la estructura para otro momento? Esta noche debemos divertirnos, veremos una película, chill, y luego iremos a mi cuarto a hacer algo más. Está bien?- Sonrió, mientras lentamente amasaba con las manos aquel conjunto de ingredientes.

Al terminar, decidí ayudar en la casa lavando todo lo que habíamos utilizado, hasta que Luca se acercó lentamente para luego tirarme encima un gran vaso de agua.

-¡Luca, está helada!- grité desaforadamente.

- Lo siento! Pensé que estaba tibia, perdóname. – se disculpó

– Espérame, te traigo una toalla. – de repente, chocó contra mí haciendo que nuestros cuerpos quedaran prácticamente juntos. Podíamos escuchar la respiración del otro, aceleradas, nerviosas. Observé sus ojos, sus mejillas levemente sonrosadas, su pequeña nariz, hasta llegar a sus labios.

Cualquier persona diría que no son perfectos, pero para mi lo son. Me acerqué lentamentamente analizando su rostro, mis manos sobre su cintura, una situación inimaginable.

-¡Luca, tengo hambre! ¿Cuándo está lista la comida?- su padre se acercaba a la cocina, disimuladamente comenzamos a acomodar las cosas sobre la mesa.

-¡Isaac! No sabía que estabas! ¿Por qué estás mojado?- preguntó confundido. Reí.

-Larga historia. Pero la buena noticia es que pueden venir a deleitar esta obra de arte que hemos hecho.- contesté.

-Por fin! Muero de hambre. ¡Cariño, la cena está lista!- gritó por la puerta. Por esta cruzó, luego de unos segundos, su esposa. Mientras cenábamos, mi amigo no emitió ninguna clase de sonido. Sólo se limitaba a asentir o negar algunas preguntas que le hacían sus padres.

La noche pasó tranquila, sus padres habían ido a dormir, mientras que nosotros seguíamos allí, sin hablar.

-Perdón...- susurré suavemente. No sabia como reaccionar ante esta situación, nunca habíamos pasado por algo parecido y me arrepentia por lo sucedido

End of the dayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora