Yo era muy joven cuando me mudé a esta ciudad, por culpa de unos negocios fallidos perdimos todo lo que conocía, nuestro apartamento, la camioneta de la familia, me sacaron de mi preparatoria y fui trasladada a este lugar donde no conocía a nadie, termine mis estudios y estaba por iniciar los superiores en un instituto privado, no era muy inteligente así que ir a uno público no era una opción, era una chica muy solitaria, la típica chica que era marginada por los demás, aveces solo encontraba paz en la biblioteca, ya que nadie solía ir allí, era un lugar silencioso y frío, apartado del mundo, el tiempo pasaba tan lento pero se sentía tan acogedor.
Mi familia no era unida, mi padre engañaba a mi madre y la trataba como una idiota, mi madre encontraba su escape en la palabra del señor, yo nunca fui muy religiosa, es más, discutía constantemente con mi fe, pero aún así iba muy seguido a la iglesia a molestar a los grupos y hablar con ellos, la mayoría eran personas mayores así que siempre me daban comida y eso me agrada, era como la mascota de la iglesia, aún así solo lo hacía para escapar de mí, de mi familia y mis planes, mi vida era un caos, mi alma se rompía silenciosamente, mientras que yo fingía estar siempre bien, hasta ese día.
- -Era un domingo, estaba de vacaciones, Mi madre estaba preocupada por muchas cosas, mi padre hacía sus cosas y mi hermana estaba con su novio, la biblioteca estaba cerrada, así que mi madre me arrastró a la iglesia con ella, la verdad no me importaba ir pero ese día no me sentía bien, me sentía fastidiada y triste, esperaba con todas mis ansias que se fuera la luz o algo similar, no quería ir a casa pero tampoco quería ver a todos esos hipócritas dar sus golpes de pecho.
El servicio inicio y todo parecía que esa hora sería interminable como de costumbre, hasta que apareció él detrás del sacerdote con su postura sumisa y limpia, mis ojos lo siguieron desde que entró, ese sujeto tenía algo angelical, mágico y a la vez oscuro, fue como si me hubiera lanzado un hechizo, mi corazón latía como loco, sentía como un calor empezaba a cubrir mi cuerpo haciendose cada vez más intenso, ese debía ser el sacerdote que pasaría una temporada en la parroquia, las viejas chismosas de los grupos no paraban de hablar de eso, de que era un chico algo joven pero muy simpático y caritativo, que era el mejor de su promoción y hasta se rumoreaba que después de salir de aquí su siguiente parada sería el Vaticano, ante todo eso yo solo podía ver a un fantasma, algo así como un sueño .
Durante todo el rito yo obediencia las órdenes del sacerdote mayor por inercia, estába totalmente fuera de mi, hasta que llegó el momento de tomar la comunión, dos filas se hicieron, nos levantamos y caminamos como era de costumbre, yo era la última de la fila, cuando llego mi turno y levante la cabeza para tomar la comunión sentí como si mil espadas atravesaran mi pecho, estaba allí frente a mi, su cabello y sus ojos eran negros como la noche más profunda, su piel pálida como el mármol, su sonrisa era como la de un ángel, era como un ángel caído pero toda esa imagen quedó en el total oscuridad, mientras sentía como un olor embriagador cubría mi ser.
Cuando abrí los ojos estaba en casa, no supe cómo, pero al parecer me había desmayado, ¿Había estado soñando? Me levanté rápido y fui a buscar a mi madre, ella estaba en la cocina preparando el desayuno, al verme corrió y me abrazó, eso me confirmó que no había sido un sueño, nos sentamos todos juntos a la mesa y empezó el sermón, mi madre le decía a mi padre que tenía que llevarme al médico que lo que me pasaba podría ser por qué tenias algo bajo, yo los miraba y sentía como a mí padre le valía martes todo, mi hermana solo miraba su teléfono, eso me hacía sentir bien ya que nadie le daría largas al asunto, terminamos de comer, mi padre y mi madre se fueron a trabajar, mi hermana salió con su novio y yo, bueno yo me quedé leyendo en mi cuarto, así pase media mañana, cuando me aburrí decidí tomar un baño para salir, hacía mucho frío así que fue rápido, salí y corrí directo a mi cama, me envolvi en las sábanas hasta que un olor denso llegó a mi, era la camisa que llevaba en la iglesia, era su olor, era el olor de aquel clérigo.
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No nos dejes caer en la tentación
FanfictionDesde los inicios de la creación existen seres que habitan la oscuridad y dejan a la vista sus oscuros deseos y aveces solo necesitamos algo que los libere. hHstorias cortas con chris Pohl cantante y compositor de bandas como Blutengel como protago...