Detrás de puertas cerradas

8: alto el fuego

Sesshomaru gimió cuando fue sacado de su sueño debido a un ligero movimiento contra él. Su mente se preguntó qué pensaba su mujer que estaba haciendo porque tenía que ser la causa del movimiento. Probablemente era una madrugadora. Se dio cuenta de que ella no estaba tratando de adaptarse para sentirse más cómoda. Parecía que ella se estaba levantando, así que él abrió los ojos para verla.

"Kikyo, ¿qué estás haciendo?" el pregunto. ¿No entendía que el fin de semana era para dormir?

"Lo siento, Sessho. No quise despertarte", se disculpó Kikyo. Ella entendió que él disfrutaba de su sueño y se veía tan tranquilo allí acostado.

"Eso no explica lo que estás haciendo", señaló.

"Iba a levantarme e irme a casa", respondió ella. Tenía que irse a casa eventualmente.

Él gimió, bajo y profundo en su pecho. "¿Y cómo ibas a hacer eso?"

"Iba a caminar".

Hubo otro gemido más largo de él. ¿Quién creía ella que era? No había forma de que dejara que su ángel hiciera algo solo cuando pudiera ayudarlo. "No vas a caminar a casa. Te llevaré. Sin embargo, ¿por qué te levantas tan temprano?" Recordó que ella dijo que su esposo no iba a estar hasta la tarde y que era la madrugada en este momento. Ella no necesitaba irse todavía, así que no necesitaban estar despiertos.

"Iba a limpiar el apartamento", respondió ella.

Kikyo planeó llegar temprano a casa para borrar o al menos opacar la evidencia que Sesshomaru había estado en el departamento. Si bien Naraku podría no oler lo que habían hecho, sentiría a Sesshomaru allí. No estaba segura de cómo reaccionaría Naraku al saber que un demonio estaba en el departamento y prefería no averiguarlo.

Se habría ocupado de esas cosas antes, pero terminó pasando la noche en la casa de Sesshomaru. Había sido toda una noche y dudaba que alguna vez lo olvidara. No le importaría tener más noches así y él estaba de acuerdo con ese pensamiento. Sin embargo, no estaba segura de cómo sería eso posible. No era frecuente que Naraku la dejara por unos días para vivir su vida.

"Está bien. Te llevaré a casa", dijo Sesshomaru, pasando la mano por su pierna. Sin embargo, no quería dejar este lugar.

Kikyo asintió, pero tampoco tenía muchas ganas de salir de la cama. Su cuerpo palpitaba cuando sus dedos se deslizaron por su pantorrilla hasta su muslo. ¿Cómo le había afectado tanto? Ella no lo sabía, no le importaba, y simplemente quería más.

Se quedaron allí por varios largos momentos. Le gustaba escuchar los latidos de su corazón contra su oído, sentir que respiraba contra ella. Esto fue paz. Un regalo raro y precioso. Lo que daría para poder despertarse así todos los días, pero la vida le había enseñado a no ser codiciosa. Ella se deleitó en el momento, lo bebió todo y luego se apartó de Sesshomaru. Soltó un resoplido, pero siguió su ejemplo.

La pareja salió de la cama. Se vistieron en silencio, despacio y de mala gana. Kikyo fue al baño a ponerse su ropa y para cuando salió, Sesshomaru solo estaba vestida a medias. La caminata hacia el auto implicó más silencio y tomó varios minutos, pero permanecieron lo suficientemente cerca como para tocarlos, Kikyo se inclinó hacia Sesshomaru, quien tenía su mano en la parte baja de su espalda. Incluso en el automóvil, descansaban sus manos en la consola central lo suficiente como para que su piel se tocara sin realmente tomarse de las manos.

"Gracias", dijo Kikyo mientras se detenían en su edificio.

Sesshomaru alzó su mirada, lo que lo dijo todo. Él acompañó a Kikyo a su departamento. Puso un poco de distancia entre ellos hasta que entraron. No tenía planes de quedarse, sabiendo que ella necesitaba tanto tiempo como pudiera para prepararse para su esposo.