Euphoria (Richard x Seigi) (The Case Files of Jeweler Richard)

In Heat Parte 1

Advertencias: Omegaverse, calores, relación beta/omega.

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Seigi estaba preparando el té cuando sucedió.

Un estremecimiento por su columna vertebral, un ligero mareo, su visión se nubló por un momento. Apenas tuvo tiempo de aferrarse a la pared para evitar su caída. En lugar de preocuparse por sí mismo, lo primero que hizo fue asegurarse del estado de las tazas. Por suerte continuaban sobre la bandeja, intactas, el té tampoco se había derramado, aunque sería buena idea apagar la estufa. Fue una fortuna que hubiera alcanzado a retirarse a tiempo antes de colapsar. Después de todo, esas eran las tazas que él y Richard usaban. Sin mencionar que no le agradaba la idea de tener que lidiar con un posible incendio.

Como su único cliente del día había cancelado, todo indicaba que estarían solos por el resto del día. Seigi había querido aprovechar la oportunidad para darle a probar a Richard su nueva receta de pudín, pero ahora parecía que no sería posible. Cuando se retiró a la cocina realmente no imaginó que terminaría en esa posición.

No hacía falta que pensara demasiado para que comprendiera qué le estaba pasando a su cuerpo.

Al ser un omega, era normal que presentara calores de vez en cuando, pero habían pasado casi años desde la última vez que experimentó uno. Tras la separación de sus padres, tras cambiarse de casa, tras la muerte de su abuela, tras haber aumentado sus turnos de trabajo, tras sus exámenes finales... Hubo muchos momentos en los que el estrés que experimentó provocó que sus calores desaparecieran incluso sin la necesidades de supresores de calor. Su doctor dijo que en algún momento volverían y que no tratara de preocuparse demasiado, aunque en realidad había dudado que volvería a experimentarlos. Para él era una preocupación menor considerando todas las cosas de las que tenía que encargarse.

Pero desde que había comenzado a trabajar con Richard en Étranger, naturalmente sus niveles de estrés deberían haber disminuido. Pero en esos meses que llevaba trabajando ahí nunca antes había ocurrido, y por supuesto que no esperaba que ocurriera justo cuando estuviera frente a Richard.

—¿Seigi? ¿Estás bien?

La armoniosa voz fue el aviso previo antes de que los ojos azules se aproximaran a su dirección en la cocina. Una expresión preocupada apareció en el rostro de Richard mientras apagaba la estufa y se acercaba hacia Seigi. Colocó una de sus frías manos sobre la frente del omega, pero incluso un beta como él ya habría notado el aroma que se mezclaba con el aire. Una fragancia dulce que incitaría a cualquier alfa.

Seigi no había ocultado a Richard su genero secundario, pero realmente no recordaba haberlo mencionado antes. Si el rubio estaba sorprendido o no era imposible de saber. Richard lo ayudó a incorporarse, y aunque le hubiera gustado insistir en que no era necesario, Seigi era bastante consciente de apenas podía mantenerse consciente. Se sentía sofocado. Todo su cuerpo parecía estar ardiendo, una sensación asfixiante. Si hubiera sabido que algo así iba a suceder ese día habría preparado sus supresores o cualquier cosa que pudiera servir para detener lo que estaba por suceder.

—Seigi, mantente conmigo, te llevaré a un lugar seguro.

Apenas fue consciente de lo que Richard le decía mientras una nebulosa se apoderaba de su mente. En algún momento habían salido de Étranger y ahora estaba en el auto Jaguar verde, no recordaba haberle dicho su dirección al otro, pero aun así no encontró las palabras para hacerlo.

Era demasiado.

No quería dar una apariencia tan miserable a Richard, así que Seigi estaba esforzándose demasiado en no perder la consciencia, mantener la lógica y el raciocinio sobre la excitación que comenzaba a crecer en su interior. ¿Siempre había sido así? Aunque lo intentaba, no podía recordar el modo en que pasó sus calores anteriores. Ni siquiera estaba seguro de dónde había guardado sus supresores. Tendría que pedirle ayuda a Richard para buscarlos, aunque ahora dudaba que hicieran algún efecto. Su calor estaba comenzando, el malestar que sentía ahora no se comparaba con lo que estaba por venir. ¿Por qué había sido tan repentino?