• TordTom Shits •

Diez.

Sintió una molesta comezón en su nariz, en un acto de reflejo sus labios se separaron, tomó un poco de aire y levantó su brazo a la altura de su mentón.

Cubrió la mitad inferior de su rostro y finalmente estornudó. No podía evitar temblar por el frío que se colaba entre la tela gruesa de su ropa, logrando filtrarse en su piel.

Odiaba estar enfermo.

—Aquí tienes— El noruego entró al cuarto en el que se encontraba el de cuencas, extendiéndole una taza con el diseño simple de una nube con pequeños corazoncitos a su alrededor.

A Tom le encantaba aquel objeto.

Estiró un poco la manta con la que era cubierto, tomando entre sus manos el tibio recipiente para acercarlo a sus labios y soplar el humo que ésta dejaba escapar. Finalmente tomó un pequeño sorbo del té que Tord le había hecho.

Oh, una sensación agradable para su garganta.

—Gracias— No podía evitar que su voz se escuchara temblorosa y con gallos de por medio, apenas pudiendo escucharse pronunciar la primera sílaba, para que terminara susurrando el resto de la palabra.

Sonrió débilmente mientras su pareja se sentaba a su lado, plantando un cariñoso besito sobre su frente.

—¿Qué tal te sientes?— Aunque la pregunta fuera algo estúpida –ya que estaba justo frente a él–, sintió la pequeña necesidad de hacerla.

El castaño separó la taza de sus labios —De la mierda— Respondió con algo de dificultad, dejando el recipiente que tenía en manos sobre la pequeña mesita de madera que estaba en frente.

Talló sus párpados con cansancio, gateando  hasta llegar a las piernas de Larsson. Se sentó sobre éstas y abrazó el torso del noruego, acurrucándose en su pecho.

—¿Puedo quedarme aquí?— Tord sonrió con ternura, abrazando de vuelta el cuerpo tembloroso del británico para besar su frente.

—Claro que sí, dulzura— Llevó una mano hasta el cabello del de cuencas, repartiendo pequeñas caricias en el lugar.

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Cosas que se me ocurren cuando estoy desayunando:D