Capítulo 1

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En un pueblo lejano, de un mundo lejano, en una galaxia lejana vivían unos seres llamados clutchs. Estos eran mitad humanos mitad animales. Su estatura era igual que la de los humanos pero no todo era similar a nosotros. Tenían costumbres raras para nosotros, idiomas extraños y ropas extravagantes. Nadie los conocía hasta hace unos años. Yo os voy a contar la historia de una chica que se encuentra con ellos y su vida cambia por completo.

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- ¡Ya voy mamá!

- ¡No tardes!

Hola, mi nombre es Samay y tengo 19 años. Mido 170 cm, soy pelirroja y mis pecas inundan toda mi cara. Mis ojos son verdes esmeralda y soy de peso ligero. Vivo en España, Sevilla; en un pueblo llamado San Nicolás del puerto. Vivo con mi madre y mi hermano mayor llamado Enzo. Él es mi gran apoyo junto a mi mejor amiga llamada Judith. Hoy nos mudamos de país a EEUU (Estados Unidos) por motivos de trabajo de mi madre. Por suerte, mi mejor amiga se viene con nosotros: no quiere seguir estando sola para toda su vida. Ahora mismo estoy terminando de hacer las maletas para irnos al aeropuerto.

- ¡Sam, lenta, vamos!

- ¡Que voy! ¡Un momento!

Cuando terminé bajé maleta por maleta para no caerme y mi hermano me ayudó a meterlas en el coche. Nos montamos y nos fuimos. Mi madre, que se encontraba conduciendo, me preguntó:

- Bueno, ¿Y vas a tener novio allí?

- ¡Mamá!- dije sonrojándome.

Mi hermano se rio junto con mi mejor amiga y mi madre, yo solo me limité a sonreir. Llegamos al aeropuerto y entramos. Todo estaba lleno de gente. Decidimos esperar al vuelo comiendo unas palomitas o patatas fritas, pero como no teníamos mi madre se fue a comprarlas quedándonos solo mi hermano, mi amiga y yo.

Entre nosotros tres solo se encontraba el silencio y algunas miradas entre Enzo y Judith. "Hacen buena pareja", pensé. Me reí a causa de mi pensamiento y capté la atención de mis dos acompañantes allí presentes. Al mirarme extrañados, les pregunté el porqué miraban así. Ellos solo rieron y se volvieron a mirar. 

Mi madre volvió con palomitas pero, antes de que pudiera decir o hacer nada, sonó el audio de nuestra parada. Reaccionamos con un: "Oh..." al oír el aviso. Fuimos a la parada del aeropuerto y allí cogimos el vuelo hacia EEUU. Estábamos en segunda clase; la verdad, no me podía quejar de nada. 

Yo me senté con mi madre, mi hermano y Judith se sentaron juntos. Le pregunté a mi madre en qué parte íbamos a vivir a lo que ella respondió:

- Cariño, no te preocupes- dijo sonriendo -. Viviremos en Nueva York en una casa muy cómoda y grande.

Le sonreí forzadamente y ella lo notó.

- Sam, ¿Estás bien, cielo? 

- Claro, mamá- respondí un poco seria -. ¿Por qué no estarlo?

Ella me dijo que acercara la cara a ella y así lo hice. Me susurró en el oído:

- Sé porqué estás triste. Sigue en tu mente ese tal José, ¿Verdad?

Me sorprendí y me entristecí a la vez: no me esperaba que lo supiera.

José fue un novio que tuve hace cinco meses. Yo me había enamorado loca y perdidamente de él, pero José no correspondía el sentimiento. Estuvo saliendo conmigo para complacerse a él mismo, ya me entendéis. Duramos un año hasta que descubrí el pastel: estaba siendo infiel. Me dolió dejarle pero no iba a estar con una persona que no me valora. Me ha pasado esto muchas veces ya, y aún así, sigo enamorándome, o así era antes... Ahora he cerrado mi corazón a todas las personas, no quiero que me vuelvan a utilizar. Siempre he sido muy ingenua pero ya no, se acabó eso de enamorarse.

Mi madre me miró fijamente y lo único que me limité a hacer fue dejar que mis lágrimas salieran a la luz. Ella me dio un abrazo y un beso en la mejilla. Nos sonreímos y me limpié las lágrimas para luego decir:

- Vamos a observar a los otros dos- sonreí pícara -. A ver qué están haciendo...

Mi madre se rio y estuvimos observando a mi hermano Enzo y a mi mejor amiga Judith. Ellos nos descubrieron y al final acabamos hablando con ellos.

Estuvimos todo el viaje conversando, aunque mi madre acabó rendida y se durmió durante 2 horas.

Llegamos al aeropuerto y, al bajar del avión, vi a un chico bastante atractivo que me llamó la atención. El chico me miró también e inmediatamente giré la cabeza por el simple hecho de que me hubiera pillado mirándole. Tenía el pelo oscuro y sus ojos eran color esmeralda al igual que los míos. Tenía más o menos mi edad y era un poco más alto que yo (desde la perspectiva en que lo miré). Salí del trance gracias a Judith y sus gritos de ilusión. 

- ¿Qué pasa, Judith?- pregunté un tanto confundida.

- ¡Mira esto, corre!- me respondió asombrada





Próximo capítulo: Jueves 25/3/21

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