Prólogo.

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Un solitario gato callejero dormía en el techo de una vieja casa, hasta que un ruido lo despertó. Un grito sonó por toda la calle, era una chica que venía corriendo de lo que parecía la escuela, ya que tenía su uniforme y todo, pero corto y azabache al igual que los ojos, algo baja y sonríente con dos oyuelos a los lados. la observaba con ateción, de todos modos ella había arruinado su sueño, maulló molesto a la chica que se había detenido por probablemente correr mucho.

"¡Oh! Perdón gatito" Dijo la chica sonríendo a pesar del cansancio; "Uhm, te traeré comida si es que me perdónas bonito" Maulló feliz a la azabache, la chica comenzó a correr hasta lo que debía ser su casa.

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Lia era una chica bastante solitaria y con algún que otro problema, no tenía amigos más que los que se inventaba o los que recreaba de los libros, no recibía atención de sus padres ya que estaban al otro lado de la ciudad, no le afectaba según ella, pero eso la ponía triste. Siempre sonreía aun que le dieran ganas de desaparecer, era algo tímida pero sabía defenderse, no a golpes, con palabras filosas como una daga, pero a veces le gustaba pelear.

No tenía buena alimentación por problemas económicos, le solía hablar a gatos y bailar con ellos ya que eran los únicos que la observaban y se daban cuenta de su existencia, solo deseaba tener un mínimo amigo. La ignoraban pero no era un problema, sonreía y para algunos ella era agradable, los que sabían de su existencia, claro. No sabía que el gato que alimentó por un tiempo le daría lo que deseaba por años, no habría nada malo, ¿Verdad?

𝐑𝐞𝐝 𝐌𝐨𝐨𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora