Hoy desperté con mucha nostalgia, mi celular marcaba las 07:45, me sentía como si la noche anterior hubiese llegado a casa a las 23:45, exactamente igual a la época en que estábamos juntos, o algo así. En efecto, había soñado contigo la noche anterior, era una especie de flasback, en la que por primera vez me presentaste a tu mamá. Pero no era una ocasión especial, simplemente me ofrecí para ayudar con la mudanza, recuerdo que no sabía con exactitud qué hacía ahí, sin embargo, algo en mí, decidió estar en ese preciso momento y lugar.
Sencillamente cada minuto que pasaba contigo se me hacía una vida entera, y me gustaba sentir que el tiempo pasaba tan lento, y que gracias a esto podía aprender más de ti y de el entorno en el que te encontrabas, cada cosa que veía era un aprendizaje nuevo y buscaba memorizarlo, como si lo estuviera escribiendo todo en un cuaderno de notas. Tal vez no estabas consciente de lo que pasaba por mi mente, o de alguna forma sentías exactamente lo mismo que estaba sintiendo yo.
Algo que desde un principio llamó mi atención, es la forma en que te aferrabas a las cosas, toda la energía y pasión que corría por tu cuerpo al hacer algo que te propones y cómo toda esa energía se transformaba en odio y frustración cuando algo no salía como lo planeabas. A medida en que me iba adentrando a tu vida, me di cuenta que esto era el factor común en cada parte de tu vida, pues pasaba horas observando la manera en cómo trabajabas, y la dedicación que le ponías a cada uno de tus trabajos, era algo hipnotizante, que me imposibilitaba poder levantarme del mueble en donde me encontraba, de alguna forma, no podía dejar de mirarte.
Hoy también desperté con mucha tristeza, pues en medio de la nostalgia, también llegaron aquellos momentos que anticipadamente marcaron el comienzo de un final, momentos en que descubres que la realidad no es real y que todo lo que parecía perfecto, no lo era del todo, y en este momento, solo una pregunta invade mi mente: ¿Fue real todo?
