Amo(r)

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NdA: Este one shot se pensó como un Yao dom y un Nie sum. Y al final así lo dejo ver peero intenté que quedara lo más neutro posible así que pueden imaginarse a quien gusten y en el rol que gusten. Disfrútenlo.  


La habitación se sentía sofocada, el calor húmedo y pesado haciéndole difícil el respirar. Gotitas resbalaban por su cuerpo desnudo que se encontraba expuesto en medio del cuarto sujeto por las muñecas que eran levantadas sobre su cabeza con cadenas que llegaban al techo.

Pasos resonaban, el cazador paseando por las aristas de la habitación en penumbras rodeando a su presa. El cuero de la fusta susurrando antes de golpear la espalda del encadenado hombre. Un gemido alto saliendo de la víctima.

—No, no. Mal chico. Dijimos que no ibas a hacer ningún sonido. Tendré que darte tres azotes más. Serán diez en total. ¿Entendido?— La cabeza subiendo y bajando para confirmar lo dicho por el otro hombre. —Bien, buen niño. Así que empecemos de nuevo.— La fusta cortando el aire.

Uno. Se mordió los labios, el juego acababa de iniciar y no pensaba perder. Dos. El golpe cayendo cerca de sus nalgas. Ningún sonido aparte del rasgar del aire. Tres. Fue acompañado de una caricia, comenzaba a escocer. Cuatro. Su pezón recibiendo un mordisco. Estaba jugando sucio. El cuero acariciando su espalda con cuidado. Cinco. Algo frío escurriendo entre sus nalgas. Seis. Una mano estrujando sus bolas. No pienso perder, el mantra que se repetía en bucle en su cabeza. Siete. Un aliento frío en su nuca. Ocho. Una mordida entre cuello y hombro. «Eres mío». Nueve. Un dedo hundiéndose violento entre su tierna carne. Y un jadeo sonoro, quitándole la victoria.

—Es toda una pena, al parecer no sabes seguir órdenes o ¿es que necesitas tener la boca ocupada?

Sus muñecas fueron soltadas y cayó pesadamente de rodillas, las piernas le temblaban y no le sostenían. Una silla fue puesta frente a él, y el hombre al mando se sentó y dio un largo suspiro de decepción.

—Sácalo.

Lentamente, se acercó. Sus manos subían por los muslos de su amo, un rápido giro de la muñeca y el botón siendo liberado. El cierre bajando para dejar ver el miembro erecto y húmedo, la saliva acumulándose en su boca. Necesitaba sentirlo en su lengua, la carne caliente y palpitante creciendo en su boca. Pero el amo no había dado ninguna orden y él lo único que podía hacer era babear como un perro hambriento cuando le presentan comida y no le permiten tocarla.

—¿Lo quieres?— su cabeza arriba y abajo, asintiendo. —Dímelo, dime cuánto lo quieres y como lo quieres. Déjame escucharte precioso. — La sonrisa en su voz extendiéndose en su cara.

— Lo deseo mucho. Ponerlo. Ponerlo en mi boca. Amo, por favor— sabía lo mucho que le gustaba oírle suplicar. Y él sabía además que su deseo sería concedido. El semblante del hombre sentado, se suavizó. Le acarició la mejilla antes de darle permiso de comerle.

Barrió con su nariz el muslo, llenándose del aroma de su amo. El olor almizclado intensificándose conforme llegaba al lugar prohibido. Lamió el falo hasta la punta, subió la mirada a los ojos del contrario y sin pensarlo más hundió su cabeza tomándolo todo hasta la base. El miembro golpeando su garganta, sus ojos se llenaron de lágrimas mientras respiraba por la nariz para hacer retroceder las arcadas. Su cabeza subió y bajo de nuevo con presteza. Los gemidos de su amo, poniéndolo dolorosamente duro. Y sin previo aviso, sintió un dedo enterrándose en su hendidura, un segundo dígito uniéndose en la tarea de abrirlo. Mientras su boca seguía siendo follada con aquel pedazo de carne grande y caliente, que se hinchaba cada vez más. Uno de los dígitos, tocando el punto correcto dentro de él. Su miembro se sacudió en aprobación y sus gemidos retumbaron en el falo del contrario. Los dedos entrando más profundo y con más saña, lastimando le y haciéndole ver estrellas detrás de los párpados cerrados. El sonido de chapoteo cada vez más fuerte junto a los pocos gemidos que su mancillada boca lograba soltar. Un último toque dentro de él y se corrió a los pies de su dueño, los impecables zapatos manchados con su semilla, el orgasmo llegando arrollador y lleno de estertores. Fue tomado de las mejillas y empujado con brusquedad hacia abajo y hacia arriba un última vez, su cara se llenó de un líquido cálido y espeso. El miembro golpeando su cara, regando la simiente en sus labios rojos e hinchados por dónde la saliva y rastros de semen escurrían por su barbilla hasta su pecho.

—Eres toda una zorra, ojalá pudieran verte. El importante líder de secta, arrodillado y manchado con mi semilla, disfrutando de ser humillado. ¿Qué dirían al saber que tus agujeros se satisfacen solo con mis dedos (el pulgar obligándolo a abrir la boca), con mi lengua (la lengua del contrario acariciando sus dientes y después su lengua) y con mi miembro? Le ayudo a pararse del suelo y lo sentó en su regazo, la espalda contra el pecho de su amo. La carne blanda hasta hace unos momentos, endureciéndose de nuevo entre sus nalgas, restregándose sin pudor. Sus piernas temblaban por sostenerle de rodillas pero eso al contrario no le importaba.

—Tu sucia entrada está palpitando líder. ¿Tanto desea apresarme entre sus paredes? ¿Tanto desea que la llene?

—Sí.

—¿Sí qué? Pídelo bien, sucia perra.

—Quiero que ocupes mi sucio agujero. Por favor, amo. Marcame con tu semilla, haz lo que quieras conmigo pero mételo ya, por favor.— lo último siendo gritado cuando fue embestido sin poder terminar de hablar. Sus lastimadas muñecas siendo apresadas por las manos del otro y siendo llevadas hacia atrás mientras sus caderas eran sacudidas por el contrario. El choque de sus cuerpos, haciendo un ruido obsceno y húmedo.

De un momento a otro su pecho tocó el piso, sus brazos siendo liberados mientras le alzaban la cadera para dejar expuesta su entrada rojiza y brillante por el lubricante y el presemen. Su cabeza volteando a ver a su amo, sintiéndose vacío al no tener el miembro del otro. Su mirada cayó en la mano que se acariciaba con parsimonia como sino le importará que ahí estuviera él entregándose, exhibiéndose como si estuviera en celo.

—No comas ansias, precioso. Me gusta verte así, necesitado y tú entrada chorreando sus jugos, llamándome. Pidiendo que me entierre y no salga jamás de ese lugar apretado y caliente. Eres hermoso.

Fue lo único que escuchó, antes de que la lengua curiosa y hábil le abriera aún más si era posible, e hiciera de él una masa temblorosa y febril. Para ser reemplazada por última vez con el falo que se enterró profundo dentro de él, las bolas llenas de nuevo golpeando su cadera. Fue tomado rudamente de sus cabellos, su cabeza alzándose deliciosamente al techo mientras su espalda seguía arqueada. La respiración trabajosa y jadeante de su amo en el oído, un susurro tembloroso embotando sus sentidos.

—Voy a preñarte, tu vientre se hinchará con mi cachorro y todos sabrán a quién perteneces, puta.

Una mano bajando y apretado su miembro mientras su intimidad era penetrada con cólera, en ese juego no había amor solo resentimiento y castigo. Las embestidas volviéndose erráticas, la mano subiendo y bajando por su longitud al mismo ritmo de caderas. Un gemido ahogado en su hombro y una calidez derramándose en su interior le llevó a su propio clímax, su miembro apresado tembló en la mano cálida pero nada salió de él más que los últimos gemidos marcando el fin de la sesión.



Su cuerpo cansado reposaba limpio y seguro entre las sábanas frescas de la recámara del respetado Lianfang Zun. No podía discernir con precisión el momento en que habían empezado a yacer juntos y en el que él fue dominado por su hermano menor jurado. Solo sabía que después de esos momentos, Jin Guangyao le ayudaría a levantarse, lo sumergiría en la tina y lo lavaría con infinita dulzura, para después llevarlo a su cama y conseguirle comida.

Probablemente por su ruda manera de ser todos pensaban (y hasta él mismo, a veces) que odiaba cualquier muestra de cariño, pero no era así, a veces también deseaba ser mimado y cuidado. La soledad y la carga que ser líder de una de las respetadas sectas, por momentos pesaba demasiado, cuidar de su hermanito también era desgastante y aunque no lo cambiaría por nada, le gustaba tener esos momentos de placer y de ser favorecido por su pequeño hermano jurado. 


Drabbles & One Shots (MO DAO ZU SHI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora