v e i n t i c u a t r o

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Me despierto con un olor delicioso, bajo rápido las escaleras y me encuentro a Kate haciendo tortitas.

Ethan la abraza por la cintura y le da un beso en la mejilla.

En cuanto me ven se separan y Ethan se sienta en la mesa.

Espero a que Kate me sirva y empiezo a comer.

—Madre mía, como lo echaba de menos— Dice Ethan con la boca llena.

—Seguro que Robyn no sabe ni freír un huevo— Digo burlona.

—Basta ya— Dice serio.

Terminamos de comer y  voy a ducharme y me lavo los dientes.

Llaman a la puerta y mi padre abre.

—Voy a hacer la compra, no molestéis a tu madre, tiene resaca—

—Menudo ejemplo nos dais— Digo peinándome.

Mi padre sale de la habitación y me hago una coleta alta.

Me tumbo en mi cama y marco el número de Ryan.

—Hola— Dice con voz de dormido.

—Hola— Digo contenta.

—Que raro, hoy no estás de mal humor—
Se ríe.

—Creo que van a volver Kate y Ethan—

—Pero... ¿Kate no vuelve a Atlanta el domingo?—

—Sí ¿Y?—

—Nena, las relaciones a distancia son jodidas—

No había pensado en eso.

—Pero ellos se quieren— Digo triste.

—Pero no se van a poder ver— Se crea un silencio incómodo en la llamada.

Escucho gemidos en la habitación de abajo.

—No me lo puedo creer— Ryan se ríe a carcajadas.

—¿Tú también lo oyes?— Me río con él.

—Lo raro es que no lo oigan tus padres— Dice riendo.

Mi madre está durmiendo.

—Luego nos vemos—

—Adiós guapa—

Me levanto de la cama y bajo.

Me asomo a la habitación de mi madre y está profundamente dormida.

Toco la puerta de la habitación de mi hermano y se dejan de oír los gemidos.

Se asoma Ethan y me mira enfadado.

—¿Que quieres?—

—Dejar de hacer ruido, vais a despertar a mamá—

Me cierra la puerta en la cara sin responderme.

...

Ryan, Beth y yo estamos de camino a la bolera en el coche de Ryan.

Kate y Ethan van con Nate.

—¿No te llamas Lupita de verdad no?— Dice Beth de repente.

Miro a Ryan y se está partiendo de risa.

—Pues...no— Estoy muy nerviosa y no sé que decir.

—¿Y por qué la llamas así?—Dice refiriéndose a Ryan.

—Por una actriz— La explico.

—¿La de 12 años de esclavitud?— Dice intentando recordar algo.

Serendipia. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora